viernes, 30 de enero de 2009

El PROBLEMA DE LA MOROSIDAD EN LA BANCA

La banca española se encuentra con serias dificultades. La morosidad ha crecido fuertemente en un entorno de desaceleración de la economía española y los efectos de la crisis financiera internacional.

Por un lado, las ayudas que el Gobierno concedió al sector bancario, éste las ha destinado a hacer frente al vencimiento de sus deudas y no, a la concesión de créditos a familias y empresas, que se encuentran con dificultades para obtener recursos con los que comprar una vivienda o un coche o, para atender las necesidades de su empresa.
El sector bancario ante esta deuda internacional que sufre, no encuentra posibilidad de refinanciación ya que, se ha cerrado el grifo al flujo de dinero que entraba en nuestro país. Por ello, su única salida es devolverlo.
Así, hasta que se solucione el problema de la deuda internacional, no se reestablecerá la concesión de créditos a familias y empresas.

Por otro lado, está el problema de la morosidad que se une a las dificultades de los bancos y cajas de conseguir dinero.
La morosidad tiene un gran impacto en el sistema financiero. Los bancos no solo pierden el dinero que han prestado, aunque sea temporalmente, sino que también dejan de ingresar los intereses que ese capital tendría que generar y, deben dotar unas provisiones equivalentes al importe de los créditos, dañando su equilibrio patrimonial y las necesidades de fondos propios.
Las entidades financieras ante estas dificultades, han tenido que desarrollar estrategias para hacerles frente. Han optado por formar especialistas en actividades de recobro o externalizar la gestión a empresas especializadas. Así, numerosos empleados se dedican ahora a la gestión de los créditos impagados, realizando numerosas llamadas con el fin de recuperar el dinero de los créditos que se han dejado de pagar.
Otra forma de hacer frente al incremento de la morosidad es la venta de carteras de créditos morosos o fallidos, cediendo sus impagos a cambio de un porcentaje del valor de la deuda.

Todo este panorama hace prever una fusión de bancos y cajas de ahorro este año, única salida para alguna de ellas, las más débiles, que se encuentra en dificultades.

NURIA ÁLVAREZ GONZÁLEZ

jueves, 29 de enero de 2009

¿NOS COGE DE SORPRESA?

En España se había registrado un rápido aumento en el número de créditos hipotecarios en los últimos años, a la vez que se habían introducido productos de mayor riesgo, plazos muy largos, se disminuyeran los estándares de financiación para facilitar el acceso a la vivienda…políticas crediticias demasiado arriesgadas.

Varios factores afectan al nivel de morosidad de los bancos:
- En primer lugar, la composición de la cartera crediticia desempeña un papel importante como indicador del perfil de riesgo de estos.
- En segundo lugar, las entidades ineficientes, que llevan a cabo una selección y un seguimiento insuficientes de los prestatarios, tendrán una cartera de baja calidad.
- En tercer lugar, el entorno competitivo global en el que operan los bancos podría afectar también al nivel de riesgo de crédito que la entidad está dispuesta a asumir.

Consecuencia de todo ello es lo que estamos viendo ahora, ya que mes a mes, el ratio de morosidad de los bancos y cajas de ahorro españolas se incrementa y ya van 17 subidas consecutivas para dejar la morosidad en el mes de noviembre en el 3.18%, casi 0.30 puntos más que en el mes de octubre.

Es sin lugar a dudas una cifra preocupante ya que esta morosidad se ha casi cuadruplicado desde noviembre del 2007 cuando estaba en niveles del 0.84% hasta ahora y representa la mayor tasa de morosidad que han registrado las entidades financieras en España en la última década. Dentro de las entidades financieras, para las cajas ha sido más desalentador, probablemente porque tardaron más en abandonar el ladrillo. Su ratio de morosidad se sitúa en el 3.63% frente al 0,886% que suponía en el mismo mes del año anterior y para los bancos se sitúa en una tasa más moderada pero también preocupante del 2.61%.
El Banco de España advirtió recientemente que la morosidad continuará creciendo e incidirá en la cuenta de resultados de bancos y cajas, obligándoles a realizar "mayores provisiones específicas" para cubrir los impagos, por lo que las entidades deberán mejorar su eficiencia de costes con medidas como el aprovechamiento de economías de escala derivadas de eventuales procesos de "consolidación bancaria".
En estas circunstancias las entidades financieras racionan la financiación a las actividades consideradas con mayor riesgo de crédito, concediéndolos solo a los clientes con mayor solvencia y a empresas de sectores que no están relacionados con el ladrillo ni con otros sectores de riesgo potencial difícilmente evaluable. La incertidumbre económica, la recesión, las quiebras de empresas inmobiliarias y, sobre todo, el paro con previsiones de llegar a 4.000.000 de parados en España hará que aumente la morosidad más todavía este año aunque falta saber si se llegará a las previsiones más pesimistas de bancos y cajas con tasas de morosidad del 8%.
En España al igual que en otros países, el crédito bancario mostró un comportamiento procíclico, tal y como ha ocurrido en anteriores crisis financieras. En un contexto de fuerte presión competitiva entre entidades por la colocación de activos financieros en forma de crédito se generó una tendencia hacia la relajación de los colaterales durante la fase expansiva, en vista del bajo nivel de morosidad existente en los últimos años, lo que contribuyó a la acumulación de desequilibrios en el sector no financiero. Entre ellos, y de ahí proceden la mayoría de los problemas actuales, los colaterales de cantidad de préstamo excesiva, cobertura insuficiente de las cargas financieras por las rentas de los prestatarios, y excesivo alargamiento de los períodos de pago.

La responsabilidad de las entidades financieras es la de ponderar adecuadamente solvencia, rentabilidad y riesgo de sus colocaciones de activo y en esta ocasión esa ponderación no se ha hecho correctamente. Desgraciadamente, hasta lo aparentemente más sólido acaba desmenuzándose en función de las circunstancias.
CATARINA YÁÑEZ

Show Me the Money

Aunque no os lo creáis, ser moroso en España ya no está mal visto, ¡sobre todo si eres empresa!. Apareces en los grandes números de la economía y además, entras en el vagón de los grandes (y eso…MOLA!).

El retraso en el pago de las facturas en Europa, genera una deuda de 90.000 millones de euros. Los españoles tenemos uno de los peores hábitos de pago de la UE. El 90% de las empresas sufre retrasos en los cobros o tiene problemas financieros derivados de la morosidad. De media se tardan 92 días en realizar el pago en una operación comercial. Si es que ya lo decía el argentino aquel de la TDT!!: “a los españoles siempre nos pilla el toro”.

Según datos del Banco de España, la morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas subió en noviembre hasta el 3,118%, la tasa más alta desde octubre de 1997, cuando se situó en el 3,18%.

Sus principales causas se encuentran en las dificultades que atraviesan las promotoras e inmobiliarias, el alza del paro y la subida del Euríbor, ya que todavía no se ha trasladado a los créditos el descenso de este indicador de diciembre, el más importante desde 2005.

En otras palabras, un enfriamiento de la actividad económica, como el actual, es determinante para que las empresas utilicen una dilatación de los plazos de pago como un elemento sustitutivo del crédito bancario. Pero existen coyunturalmente otras causas que ayudan al incremento de la mora, como la actitud de algunas grandes empresas de prolongar deliberadamente los plazos de pago aprovechando una posición dominante. Otro factor es el cultural, por el que pagar tarde y mal se ha convertido en un comportamiento generalizado.

Por tanto, la morosidad no se encuentra solo en las entidades financieras y en sus impagos. La morosidad es un modo de vida. Y si no, que se lo digan al arrendatario de un inmueble!, porque ante todo….la ley es la ley…..y se las trae!!.

Pongo un ejemplo: “Me roban el coche. La Policía sabe que es mío, pero no detienen al ladrón. Debo seguir un procedimiento judicial de meses para demostrar que es mío. Mientras tanto, la ley me obliga a pagar gasolina, seguro, repuestos, mantenimiento, etc. Tras 6 meses, el juez dicta que es mío y que me lo devuelvan, por lo que el que me lo sustrajo me lo destroza y yo tengo que arreglarlo. El ladrón de coches se va sin ningún cargo: es insolvente. ¿Surrealista? No. Donde digo ‘coche' poned ‘casa de alquiler', y donde ‘ladrón de coches', poned ‘moroso'. ¿No es lo mismo? Pues no, es peor, pues los coches particulares no se alquilan, y mientras el moroso disfruta del piso, me priva de una renta que puede ser mi fuente de ingresos.

El problema quizás reside en cómo poner freno a esto. Si bien es cierto que una recuperación de la demanda vía recobro de la confianza del consumidor y aumento del consumo, producción y empleo es un ajuste idílico para esta situación, también debemos recapacitar en que la mora también atrae empleo en un sector que podemos encasillar como de totalmente “anti-crisis”. Reformulemos pues un viejo dicho: “no hay bien que por mal no venga”. Os dejo este video que explica muy bien este BooM de los “pingüinos cazadores”:


Enlace al Video.

FELIPE ABAD ABAD

ENDEUDAMIENTO Y MOROSIDAD

Debido al estallido del mercado de la vivienda en España y la crisis crediticia a nivel internacional, los índices de crédito morosos se han tornado preocupantes, dando lugar así, a una delicada relación entre impagos y el colchón de provisiones en balance, poniéndose de manifiesto que hasta las estructuras más sólidas también pueden derrumbarse.
La morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas subió a finales de 2008 hasta el 3,118%, alcanzando la tasa más alta desde octubre de 1997. La cifra aún está lejos del 9,25% que alcanzó en la crisis de 1993, pero cada vez preocupa más al sector, que se ve obligado a provisionar los créditos dudosos.
Entre las principales causas para la morosidad en España podemos destacar las dificultades que atraviesan las promotoras e inmobiliarias del país.
Los últimos datos de morosidad recogen las quiebras inmobiliarias de los últimos meses, que contribuyen a que las cajas de ahorros, sus principales acreedoras, hayan llegado ya a tener una tasa de mora del 3,63%, mientras que la de los bancos, sus principales competidores, se colocó en el 2,61%, un porcentaje menor.
De una operación financiera en mora, también se derivan una serie de costes que han de ser tenido en cuenta, tales como que dicha operación debe ser provisionada, debe dotarse, las provisiones de fondos son un gasto que no suponen desembolso, pero que debe ser contabilizado como tal y que erosiona la capacidad de generar beneficios, por otra parte los intereses de los créditos morosos dejan de tenerse en cuenta como ingresos ya que no se sabe cuando ni como se van a cobrar, y por último la elevación de las tasas de morosidad produce un encarecimiento del coste de financiación en los mercados para las entidades bancarias.

Según las estimaciones del banco francés Credit Agricole la tasa de morosidad alcanzará el 6,5% a finales de 2009, por lo tanto esto forzará a las cajas de ahorro a desinvertir en su cartera de participaciones o a fusionarse con otras entidades en mejor posición en caso de que no sea suficiente.

Vanessa Lorenzo C.

miércoles, 28 de enero de 2009

¡Demasiada rigidez!

En la época del baby boom, los estados se podían permitir el sistema "pay as you go" (las pensiones de hoy se pagan con las contribuciones de hoy). El cambio de la estructura económica (de una economía industrial a una de servicios), de la estructura familiar (las familias son más frágiles, la mujer ya no se queda en casa y los abuelos ya no viven con la familia) y de la estructura social (baja natalidad, un montón de gente que se jubila y vive alrededor de quince años más) ya no es sostenible. No es necesario jubilarse a los 65 ya que el empleo en el sector servicios puede prolongarse. Tampoco es viable mantener una cantidad de beneficios fijos para los jubilados ya que los jóvenes no pueden soportar la carga.
Ante esta situación podríamos encontrar dos recetas:
· Aumentar la edad de jubilación.
· Modificar la estructura de las pensiones.
Reduciendo la edad de jubilación se reduciría el número de pensionistas, ya que no hay ninguna razón por la que un trabajador del sector servicios deba dejar su puesto de trabajo.
Por el otro lado, hay que empezar a pensar en ajustarse el cinturón, las consecuencias depende a quien les afecte: lo soportan los trabajadores (pagando más), lo soportan los jubilados (recibiendo menos) intentando definir un mínimo vital para todos o lo soportamos conjuntamente.
Una cuestión interesante sería la privatización de las pensiones. Esto tiene sentido político: la solución no es agradable para nadie, así que desechandolo de la escena pública, si estuvieras en la piel de un ministro de economía o trabajo, no tendrías que enfrentarte a esta situación. Si fuesen privadas tendría consecuencias redistributivas (las pensiones serán más heterogéneas), pero no reales (la cantidad de ahorro seguirá siendo la misma, las transferencias serán las mismas).
El ahorro en el sistema privatizado podría canalizarse hacia inversiones rentables y provocaría ganancias en eficiencia y crecimiento. Hay dos escollos con esto: si la privatización se hace, habrá que ver quién se queda sin nada en el proceso; la realización práctica de esto es bastante dudoso.
Por ello, un sistema de pensiones que funcione debe ser flexible (adaptarse a los cambios de circunstancias) no como el actual. Los contratos de carácter privados de los fondos de pensiones se caracteriza precisamente por el encorsetamiento a la hora de ajustarlo: se fijan prestaciones fijas a largo plazo, independientemente de la estructura de población. En cambio, un sistema público puede ajustar las prestaciones de forma igualitaria y coordinada, cosa que ahora no se está haciendo.
Concluyendo, existirían dos soluciones en el largo plazo:
· Políticas natalistas: el número de hijos deseados en Europa está muy por debajo del número de hijos reales, políticas como cheques bebé, guarderías públicas, o políticas de compatibilización de la vida laboral y familiar pueden aumentar la natalidad considerablemente (además de reducir el número de divorcios).
· Ser más permisivo con la inmigración: Si no se puede reemplazar a los jubilados con nuestros hijos, al menos hacerlo con los de los inmigrantes.

El tema de las pensiones es un problema con soluciones más o menos desagradables y ninguna de ellas mágicas.

Manuel R. García

Se cumplen las malas expectativas

Hace unos meses, en octubre de 2008, para tratar de entender cuál sería el impacto de los rescates bancarios en la economía, hacía un pequeño análisis de la situación crediticia en España.
El sistema financiero español aparecía como bien capitalizado, eficiente y regulado, debido en buena parte a que estaba basado en la banca tradicional. Se producía una coincidencia de la caída del sistema financiero estadounidense con el desplome del sector inmobiliario, lo que agravaba la dificultad para conseguir liquidez y su traducción como reducción de préstamos a empresas y hogares.
Desafortunadamente, se han ido cumpliendo las expectativas anunciadas hace meses de disminución de renta disponible en los hogares, hundimiento del consumo y desplome de la economía española y con ello la pérdida de miles de empresas y expectativas de que la tasa de paro se incrementaría cada vez más.
Era necesario que las medidas acordadas en el plan de rescate bancario ayudasen a solucionar los problemas de crédito, las familias y las pymes deberían haber sido beneficiarios de las inyecciones masivas de liquidez pero es algo que no ha llegado a suceder.
Las tasas de morosidad de bancos y cajas han aumentado con fuerza en los últimos meses, provocando aún mayor dificultad al acceso de créditos y las especulaciones sobre fusiones y restructuraciones bancarias ya no lo son tanto.
Haciendo un mayor análisis de la morosidad en el sector financiero, dentro de la banca tradicional, son las cajas de ahorros las que mantienen un nivel de activos dudosos más altos, debido fundamentalmente a su orientación de negocio hacia los promotores inmobiliarios en mayor medida que los bancos. Pero la situación para las cooperativas de crédito y los bancos tampoco es muy halagüeña y sus tasas de morosidad se han visto triplicadas en los últimos meses. En el caso de los establecimientos financieros de crédito, si bien su tasa también ha tenido un incremento notorio, a base de congelar préstamos están consiguiendo frenar la morosidad
La consultora Oliver Wyman recalca que junto a España, Reino Unido e Irlanda son los países europeos que se verán especialmente afectados por el aumento de la tasa de impago, sobre todo en las áreas de crédito al consumo y préstamos hipotecarios. Sus previsiones sitúan la morosidad en España de los bancos y cajas de ahorros entre el 4% y el 5% en dos años.
Esperemos que no se sigan cumpliendo las expectativas…

PEDRO VIDAL

LA MOROSIDAD, UN PROBLEMA PARA LA BANCA.

Las principales entidades manejan escenarios de «crecimiento cero o más bien negativo» del crédito para 2009 y tasas de morosidad que podrían llegar a una media de hasta el 8%.
Si se llegan a alcanzar esas tasas que ahora pronostican bancos y cajas de ahorros, la solvencia de algunas entidades se encontraría en grave peligro y sería necesario recapitalizarla o en el peor de los casos fusionarla con otra para que no desapareciera. Hay que tener en cuenta que en estos momentos ningún Gobierno va a dejar quebrar a ninguna de sus principales entidades.

La morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas subió en noviembre hasta el 3,118%, la tasa más alta desde octubre de 1997, cuando se situó en el 3,18%, según el Banco de España. La cifra aún está lejos del 9,25% que alcanzó en 1993, pero cada vez preocupa más al sector, que se ve obligado a provisionar los créditos dudosos.
Las principales causas para la morosidad son las dificultades de las promotoras e inmobiliarias, y el reflejo de un elevado euríbor en las hipotecas, ya que aún no se ha trasladado a los créditos el descenso de este indicador.
La morosidad de noviembre recoge nuevamente las quiebras inmobiliarias de los últimos meses, que contribuyen a que las cajas de ahorros, sus principales acreedoras, hayan llegado ya a tener una tasa de mora del 3,63%, mientras que la de los bancos se colocó en el 2,61%.
Según algunas fuentes, es tal la inquietud que existe entre las entidades, principalmente en los bancos, de que no se le paguen los créditos que cada vez son "más rigurosas" e incluso intentan retirar de circulación las tarjetas de crédito de los clientes menos solventes en cuanto surge la oportunidad. Por tipo de entidad, los bancos concedieron créditos a las familias 1.309 millones de euros en noviembre para adquirir bienes de consumo, un 44,7% menos que el año anterior, mientras que los créditos al consumo otorgados en el undécimo mes del año por las cajas de ahorros se situaron en 897 millones de euros, un 40% menos.
El Banco de España ratifica la solidez de las entidades financieras frente a las turbulencias internacionales. En el ámbito doméstico, recuerda que la cobertura de las instituciones españolas les permite asumir hasta cinco veces el nivel actual de morosidad, «sin impacto significativo en las cuentas de resultados».
En España no existe un segmento hipotecario de alto riesgo (subprime), y las entidades no están expuestas de forma indirecta a este mercado, porque no han utilizado los instrumentos típicos para canalizar este riesgo. No hay pistas de la existencia de 'conduits' o mecanismos de financiación de corto plazo para operaciones de largo recorrido.
Según el Banco de España, las entidades españolas no han sucumbido a la tentación del modelo bancario caracterizado por el lema 'generar para distribuir'. En este procedimiento, el crédito no lo gestiona la entidad que lo ha concedido, sino que lo transfiere rápidamente a un tercero para deshacerse del correspondiente riesgo y obtener nueva financiación de cara al futuro inmediato.Las entidades de depósito españolas no se han dejado seducir por este modelo, sino que en ellas impera el formato de la banca tradicional minorista, que permite una muy estrecha relación con la clientela. En España ha habido titulización de activos, añade el instituto emisor, pero no se han empleado estructuras complejas, de manera que se han evitado los efectos adversos de la separación la concesión del riesgo y su gestión posterior.
De cara al futuro inmediato, cabe esperar que las tasas de morosidad sigan subiendo, por el desfase entre la concesión de créditos y la evolución de los impagados, por el cambio contable -con la nueva regulación, la totalidad de un préstamo entra en mora cuando se produce el impago de tres mensualidades consecutivas- y a causa del impacto (en este caso retardado) de la subida de los tipos de interés.
El Banco de España advirtió recientemente de que la morosidad continuará creciendo e incidirá en la cuenta de resultados de bancos y cajas, obligándoles a realizar "mayores provisiones específicas" para cubrir los impagos, por lo que las entidades deberán mejorar su eficiencia de costes con medidas como el aprovechamiento de economías de escala derivadas de eventuales procesos de "consolidación bancaria".
MARÍA TEJELO GUDIÑA

La morosidad “in creccendo”

El riesgo de crédito es el riesgo más importante al que debe hacer frente una entidad financiera, por ello la actualidad en el mundo de la economía nos lleva a hablar de la morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas, que subió en noviembre hasta el 3,118%, la tasa más alta desde octubre de 1997. Aunque la cifra aún está lejos del 9,25% que alcanzó en 1993, en la última crisis económica, pero cada vez es más preocupante, y el sector se ve obligado a provisionar los créditos dudosos.
Desde finales de 2007, varias inmobiliarias han solicitado el concurso de acreedores al no poder afrontar sus pagos, y afecta principalmente a las cajas, que orientaron su negocio hacia los promotores en mayor medida que los bancos.
En España, actualmente, los principales morosos son las personas jurídicas, no las físicas, aunque éstas últimas dada la situación de crisis económica que vivimos y que el descenso del euribor no se ha trasladado todavía a los créditos, también son culpables de este aumento de la las tasas de morosidad.
Entre las causas de la morosidad actual podemos citar la ralentización coyuntural de la actividad económica; puesto que la morosidad bancaria está muy unida al ciclo económico. Las empresas ven reducidas sus ventas y deben someterse a reestructuraciones o incluso suspender pagos o quebrar con lo que se enfrentan a la imposibilidad de hacer frente a sus obligaciones con las entidades de crédito por falta de liquidez y por incapacidad por renovar la financiación. Lo mismo ocurre con las familias, la recesión puede traducirse en una caída de su renta disponible con las consiguientes dificultades para hacer frente a los pagos por intereses y principal.
La existencia de una relación negativa entre morosidad y el ciclo económico podría llevarnos a pensar que el riesgo de crédito que soportan las entidades de crédito es algo exógeno a ellas; sin embargo, en los estudios realizados se observa que entidades financieras expuestas al mismo ciclo económico presentan niveles de morosidad muy diferentes lo cual indica que existen otros factores de carácter microeconómico.
La política crediticia de cada entidad puede ser un factor muy importante para explicar futuros problemas de morosidad, si se quiere ganar cuota de mercado se puede incurrir en una disminución de la calidad de los nuevos acreditados. En España en los últimos años se ha incrementado de manera importante el nivel de endeudamiento tanto en familias, como en empresas. Y la actitud más adecuada que debería tener cualquier organización es la de prevenir, especialmente en tiempos donde la palabra “crisis” está cada vez más latente en cualquier transacción comercial. Conocer con quien nos relacionamos es fundamental para no lamentar situaciones de riesgo que puedan provocar graves problemas de tesorería en las empresas.
La morosidad afecta negativamente en la rentabilidad de las entidades financieras, y si es elevada puede llevarla a la quiebra; por eso estamos viendo como las entidades financieras incrementan su plantilla con expertos en gestión de la morosidad, reforzando los departamentos de riesgo y principalmente en recobro de impagados.
El consuelo es que la morosidad española sigue siendo baja comparada con otros países de la Unión Europea como Reino Unido, Italia o Alemania.


MARÍA GARCÍA OTERO.

LA MOROSIDAD NO ENCUENTRA FRENO

La morosidad se presenta como uno de los principales riesgos a los que se enfrenta el sistema financiero.
Se puede definir la morosidad en el ámbito económico como el retraso en el cumplimiento de un pago o pagos. Por su parte, el sistema financiero considera dudoso aquel crédito impagado durante tres meses. Por ello, podemos ya intuir el gran impacto que tiene la morosidad en la banca.
La tasa de morosidad (el porcentaje de créditos de dudoso cobro respecto al total de dinero concedido) es un factor sensible a los ciclos económicos de recesión y expansión de la economía. Dada nuestra situación actual es lógico que este problema esté a la orden del día.
Los expertos consideran que los clientes que están más cerca de caer en la morosidad son de dos tipos: los que compraron las casas más caras (las hipotecas de 2006 y 2007) y los que firmaron los créditos a precios más bajos (los que adquirieron su vivienda con el Euríbor al 2%, en 2004 y 2005). Existen, por tanto, muchos potenciales clientes que pueden ser morosos. La realidad se empeña en demostrarlo.
La debilidad de la economía española pasa factura a familias, empresas y entidades financieras a la vez. La tasa de morosidad del sector financiero español (bancos, cajas y cooperativas) ha superado ya la barrera del 3%. En concreto se situó en el 3,118% en el mes de noviembre, registrando su mayor nivel en más de una década. El dato es el peor desde octubre de 1997, cuando alcanzó el 3,18%. Supone más que triplicar o casi cuadruplicar el ratio de un año antes, de noviembre de 2007.
La morosidad más alta se concentró en las cajas de ahorros. Se llevan la peor parte por estar muy expuestas al sector de la construcción. En el dato de noviembre se recogen las quiebras inmobiliarias de los últimos meses, que contribuyen a que las cajas, sus principales acreedoras, hayan elevado con tanta fuerza la morosidad. La cifra se ha situado en el 3,63%, frente al 0,88% que tenían en noviembre de 2007. Supone cuatro veces más. Poseen un 52% más de morosidad que los bancos.
Los bancos, por su parte, alcanzaron el 2,61%, frente al 0,75% que poseían en noviembre de 2007. Cuentan con una posición algo más favorable, aunque también sufren tasas récord en once años.
Las cooperativas de crédito tienen una morosidad del 2,8%.
La cifra total del 3,118% es fruto de los 59.460 millones de euros en créditos de difícil recuperación, sobre un total de 1,867 billones de euros prestados por bancos, cajas, cooperativas y financieras. Supone para la banca un “agujero” de más de 50.000 millones de euros.
Al aumento de la morosidad han contribuido el alza del paro, la situación económica y la subida del Euríbor, ya que todavía no se ha trasladado a los créditos el descenso de este indicador en diciembre, el más importante desde 2005.
En los últimos meses se han dado a conocer enormes suspensiones de pagos de empresas que adeudaban en el momento de la quiebra miles de millones de euros. Dinero que hace aumentar el ratio de la tasa de morosidad. Mientras, el dinero concedido se mantiene casi invariable, pues el mercado está más reticente a conceder créditos.
También, no se puede olvidar que los tipos de interés no comenzaron a bajar hasta octubre, lo que hizo que se complicasen el pago de los préstamos. En estos momentos, los tipos de interés se encuentran en el 2%, para así hacer frente a la recesión. Este nivel es el más bajo en la historia del Banco Central Europeo, que es quien decide el precio del dinero en la eurozona desde 1999, e iguala la tasa vigente entre junio de 2006 y noviembre de 2006.
Esto es lo que explica la velocidad a la que crece la tasa de morosidad, que no para de subir desde hace diecisiete meses.
Por su parte, el Banco de España está alertando a las cajas de ahorros, que son las que tienen una morosidad mayor, de lo duro que será este año, con subidas de morosidad, una menor entrada de ingresos a causa de la actual crisis económica y, por lo tanto, una caída de los beneficios. Para ello, les está pidiendo que refuercen sus recursos propios, se recapitalicen, para abordar el ejercicio con el máximo de solvencia posible. Por eso, les ha solicitado que reduzcan sus aportaciones anuales a los fondos de la obra social, uno de los pilares fundamentales que las distinguen de sus rivales los bancos.
Sin embargo, prácticamente todas las cajas seguirán destinando fondos a su obra social, aunque serán menores que el año pasado, como por ejemplo la Caja de Ahorros Castilla La Mancha.
A pesar de todo, a la morosidad aún le queda mucho recorrido para hacerse realmente peligrosa. Según la mayoría de analistas financieros, el sistema empezaría a peligrar verdaderamente a partir de tasas de morosidad superiores al 10%, aunque algunos consideran del 15%.
La morosidad alcanzó en noviembre el 3,118%, así que queda margen, pero cada mes que pasa es menor. Y lo peor no es la cifra, sino la tendencia. Así, se ha triplicado de noviembre de 2007 a noviembre de 2008, y si el ritmo de avance se mantiene y se volviese a triplicar, la morosidad cerraría 2009 muy cerca del 10% en el que el sistema bancario empezaría a resquebrajarse. Sin embargo, es algo que a día de hoy parece impensable, dadas las precauciones que está tomando la banca y las previsiones de contracción de crédito.
No obstante, era preciso haber tenido en cuenta todo esto mucho antes y no esperar a aplicar medidas y precauciones cuando la situación es insostenible.
En definitiva, la morosidad es como cualquier enfermedad. Más vale prevenir que curar.

LETICIA VÁZQUEZ

¡Cuanto moroso!

Si nos vamos a tomar un café al típico local de ambiente podemos llegar a escuchar conversaciones donde el palabro "moroso" suele a salir a relucir en conversaciones con una gran facilidad.
Nos estamos acostumbrando a escuchar a diario (en estos tiempo que corren) que la tasa de morosidad bancaria esta en auge y que los banco deben aprovisionar.
Todo esto acarrea unos costes para las entidades que podríamos enumerar:
· Cómo ya he dicho, estos préstamos no cobrados se deben aprovisionar, suponiendo un mayor gasto para las entidades, y afectando a la cuenta de resultados y sus posibilidades futuras de inversión.
· Otro efecto sería que además de no recuperar el montante de la operación se dejarían de percibir los intereses que le correspondería. Debido a que las entidades no son hermanitas de la caridad, el margen de beneficio esperado por la concesión de préstamos se vería reducido, ajustando más aun sus ínfimos beneficios (diferencia entre el coste de prestar y su contrapartida).
· En la situación actual en la que nos hayamos, además de reducirse el beneficio, los recursos de los que dispone la empresa se verán orientados a la recuperación de los créditos no cobrados, por lo tanto se produce una canalización de los comerciales de la empresa en perseguir a morosos.
· El desplome de la construcción y con ello la generación de hipotecas producirá una drástica reducción de ingresos en este sector.
· Si se eleva la tasa de morosidad en la entidad provocará un encarecimiento del coste de financiación en los mercados, una elevación de los costes de las entidades.
En fin, se podría decir que la morosidad produce un desgaste continuo en el negocio, reduciendo su capacidad de movimiento ante situaciones de crisis, más bien empeorando su flexibilidad.

Manuel R. García Barreiro

martes, 27 de enero de 2009

La influencia de la tasa de morosidad en la banca.

La tasa de morosidad (esto es, el porcentaje que los créditos de dudoso cobro representa respecto al total del crédito a otros sectores residentes) de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas subió en noviembre del 2008 hasta el 3,118%, la tasa más alta desde octubre de 1997, cuando se situó en el 3,18%. El deterioro ha sido de tal calibre que España se encuentra, hoy por hoy, a niveles muy cercanos a los de la última recesión económica sufrida en 1993, aunque la cifra aún está lejos del 9,25% que alcanzó durante dicha crisis económica. Esta situación de aceleramiento de la tasa de morosidad, cada vez preocupa más al sector bancario, que se ve obligado a aumentar las dotaciones para provisionar los créditos dudosos, incrementando la tasa de cobertura.

El pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la crisis en los sectores que tienen que ver con la vivienda son algunas de las principales razones que están acelerando el crecimiento de la morosidad en la financiación otorgada a la construcción y a las actividades inmobiliarias. Hay que destacar que un incremento más acusado de la tasa de morosidad se da en las cajas de ahorros, debido a su mayor exposición al sector inmobiliario, donde se concentra buena parte de los impagos, y también especialmente en las entidades de crédito al consumo.

Esta situación puede provocar que los miles de millones de euros destinados en los famosos paquetes de rescate a la banca, se malgasten para engrosar los beneficios de unas entidades que, con la excusa de la prudencia y el temor a la morosidad, continúan sin conceder los créditos que tanto necesitan las familias y empresas, escondiéndose tras exigentes garantías de solvencia. Además hay que tener en cuenta el descenso del consumo por parte de las familias pese al menor crecimiento de la inflación y el abaratamiento del petróleo, y que unido al incremento de la tasa de desempleo esta provocando que se acentúe el proceso de recesión económica en el que nos hallamos inmersos.

Este comportamiento de la banca, unido al escaso margen de gasto del que dispone el Estado para reactivar la economía, abre un posible debate en torno a si sería conveniente penalizar a los bancos que se muestren mas reticentes a la hora de conceder crédito al consumo y a la inversión, ya que sin este, la economía española tardará mucho más tiempo en sanearse y no podrá escapar de la temida espiral de la deflación hacia la que se precipita.

ENRIQUE T. GARCÍA MORO

La gran preocupación de la banca.

La morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas subió en noviembre hasta el 3,118%, la tasa más alta desde octubre de 1997, cuando se situó en el 3,18%, según datos del Banco de España.
Dicha tasa, se ha incrementado exponencialmente, en los últimos años debido sin duda a la subida de los tipos de interés y últimamente por la grave crisis económica que asola al mundo entero y por partida doble a nuestro país.
Pero, ¿en qué medida acusan los bancos y cajas de ahorro dicho incremento?
Sin duda las entidades de crédito acusan esta subida, la cual se verá reflejada en la cuenta de resultados de los mismos, pero, por obligación del Banco de España se verán obligados a realizar mayores provisiones especificas para cubrir impagos, a mayores de los que ya tenían provisionados hasta ahora.
A mi juicio, las entidades de crédito, no podrían alegar que el incremento de dicha tasa de morosidad les llega sin aviso, pues ¿hasta cuándo pensaban que la situación, que , entre otros ellos mismos estaban provocando, iba a ser sostenible?. Nunca podría ser sostenible la burbuja que ellos estaban insuflando, mes a mes, pues la concesión sobretodo, de préstamos hipotecarios, para comprar viviendas las cuales ahora se están demostrando que estaban sobrevaloradas, y por tanto la concesión de los préstamos hipotecarios, que tienen como garantía, la propia vivienda, estaban inflados, es decir, se estaban dando prestamos por encima del 100% del valor tasado de la vivienda. Además de dárselos a muchos particulares los cuales, se iban a ver ahogados por las cuotas de dichos préstamos si se producía una subida de los tipos de interes. Bien pues esa situación ha llegado, dichos particulares, no han podido hacer frente a las cuotas, y se producen los impagos, ya no solo de los prestamos de la vivienda sino también de los préstamos al consumo, de la tarjetas de crédito etc.
Pero no son los particulares los únicos afectados, ahí están los promotores y constructores, los cuales acostumbrados a que el grifo de las entidades estuviese abierto casi que sin fin, se han visto atropellados, ya no solo por la crisis financiera mundial, sino también por la crisis inmobiliaria que afecta de manera estructural a nuestra economía. Son estos agentes, los que construyendo sin fin, y cada vez más caro, incrementan mayormente la tasa de morosidad, ahí tenemos el caso de Martinsa-Fadesa, cuya quiebra ha afectado por si solo a numerosas entidades de crédito españolas, pues no ha podido hacer frente a los créditos contraídas con ellas debido a los crisis.
Pero este sólo uno de los casos más sonados, por la magnitud, del gigante caído, pero son muchos otros no tan grandes, del mismo sector que están viendo se en dificultades, y personalmente creo que es la caída de estos agentes lo que está impulsando la tasa de morosidad.

FELIPE SEOANE FERREIRO

¡¡ VIVAMOS COMO MOROSOS!!

Espero que nos den un respiro en los próximos meses en cuanto a noticias económicas malas se refiere y empecemos a salir o ver la luz en este túnel tan oscuro que parece no tener fin. Llevamos unos meses en los que no paran los medios de comunicación de bombardearnos con datos, porcentajes, noticias de última hora que nos llevan a pensar que los catastróficos datos ya conocidos no parezcan tan malos con lo que falta por caer. Nos dan expectativas espantosas para la economía española y mundial (la española sobre todo) y cada corrección posterior publicada no hace más que agravar las expectativas anunciadas una semana antes. Esto es lo que podríamos definir como crisis.
Las previsiones del Gobierno crecen de forma exponencial hacia el lado negativo desde mediados del 2008(los datos parecen una función con tendencia a menos infinito): que si la economía se contraerá un 0,5, un 1 y ahora nos dicen que un 1,6%; que tendremos un déficit del 2, del 3,5 y ahora del 5,8%...Podríamos analizar datos y más datos pero lo que parece es que por ahora nada ni nadie puede poner freno a esta crisis.
Las últimas noticias nos dicen que el deterioro económico eleva la morosidad hasta su nivel más alto en los últimos 12 años. Los créditos concedidos por bancos, cajas y cooperativas de crédito a empresas y particulares se elevó en Noviembre de pasado año hasta situarse cerca del 3,12% (la tasa más alta desde Octubre de 1997). Este dato traspasado a euros alcanza la astronómica cifra de 59.460 millones. La morosidad más alta se concentra en las cajas de ahorro alcanzando el 3,63% seguida de los bancos con una tasa del 2,61%.
Ante tal situación lo único que se nos ocurre es preguntarnos quienes son los culpables:
En época de bonanza económica-que nostalgia, fue ayer y parece quedar tan lejana…- vivíamos muy por encima de nuestras posibilidades, pensando que esa época sería eterna; ahora seguimos y seguiremos durante los próximos 20 o 25 años pagando esos excesos en forma de hipoteca. Ahora el paro aumenta, la economía esta en fase crítica, los ERE están a la orden del día, las empresas dan quiebra, los salarios en el mejor de los casos se congelan o bajan…y claro, tenemos que seguir cumpliendo cada mes con las obligaciones contraídas en tiempos pretéritos; el resultado en la situación actual es el no poder hacer frente a nuestras obligaciones y con ello se produce el inevitable crecimiento de la tasa de morosidad. Por tanto el primer culpable somos nosotros mismos por no haber estudiado el riesgo en que incurríamos al pedir el dinero. El otro culpable son las entidades financieras, auténticas MONTGOMERY BURNS que en su afán de lucro tampoco midieron correctamente el riesgo tomado al conceder los créditos, y lo que es peor, ibas a pedir 120.000 euros y te animaban a pedir 150.000 (sin poner obstáculos) y así estrenabas piso y coche de altas prestaciones; así contraías una obligación con el banco por lo que te quedaba de vida así que ahora ellos también tienen que asumir su responsabilidad.
Probablemente la tasa de morosidad supere en breve el 4% y los bancos se encuentren ante un gran problema ya que nos dicen que hasta ese porcentaje pueden hacer frente porque lo tienen como provisión. Y que curioso, los bancos parece que se encuentran en estos momentos con un exceso de liquidez pero desconfían tanto de empresas y particulares que tampoco abren el grifo a la financiación; con esto lo que se consigue-sobre todo al no conceder crédito a las empresas- es darle una velocidad más a este círculo vicioso.
Pues nada, es época de apretarse todo el mundo el cinturón en la medida de lo posible e intentar salir adelante de la mejor forma de esta terrible situación. Mientras tanto y haciendo alusión al anuncio de GADIS: sintámonos orgullosos de quen somos e de cómo somos e ¡¡ VIVAMOS COMO MOROSOS!!.

DAVID MÉNDEZ LÓPEZ

LA MOROSIDAD DE LA BANCA EN ESPAÑA

La morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas y cooperativas a empresas y particulares alcanzó en octubre el 2,84%, más del triple que un año antes y un nivel que no alcanzaba desde octubre de 1997.
Según datos publicados por el Banco de España, la tasa de mora supera por cuarto mes consecutivo la cota del 2% y se dirige imparable a la del 3%.
De hecho, por primera vez, y como consecuencia de las quiebras inmobiliarias de los últimos meses, las cajas de ahorros, sus principales acreedoras, han superado esta tasa, al alcanzar el 3,31%.
Desde finales de 2007 y hasta la fecha, varias inmobiliarias han solicitado el concurso de acreedores al no poder afrontar sus pagos, con un endeudamiento conjunto que supera los 10.500 millones de euros, y que afecta principalmente a las cajas, que orientaron su negocio hacia los promotores en mayor medida que los bancos.
El volumen de créditos de dudoso cobro de estas entidades ha sido de 29.270 millones de euros -en septiembre fue de 26.039 millones y en agosto de 25.467 millones-, para una cartera total de 882.602 millones.
Los bancos tampoco escapan de la actual coyuntura al registrar una tasa de mora del 2,35% en octubre, en comparación con el 0,72% del año anterior, y una cartera dudosa de 19.056 millones de euros para un total de 810.373 millones.
Por su parte, la morosidad de las cooperativas de crédito alcanzó el 2,6%, frente al 0,96% un año antes, con créditos dudosos por valor de 2.504 millones de euros, para una cartera total de 95.419 millones.

¿ Cuales son sus causas ?

A pesar de que la morosidad se sitúa en tasas muy bajas respecto al resto de de Europa, conviene precisar que la rápida aceleración que ha sufrido se debe sobre todo al concurso voluntario de acreedores de Martinsa-Fadesa, que según fuentes del sector financiero puede haber hecho elevar esa tasa de morosidad en un 0,5%.
La inmobiliaria tiene una deuda contraída con los bancos del entorno de los 5.200 millones de euros.
El incremento del Euribor puede haber tenido también una pequeña parte de la culpa en los créditos hipotecarios, pero más determinante ha sido, y será en el futuro, el aumento del paro, puesto que la vivienda es lo último que los españoles dejan de pagar.

MIRIAM SANCHEZ

jueves, 22 de enero de 2009

Y lo peor continúa llegando

A finales del año pasado, la morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito a particulares y empresas subió hasta el 3,118%, la tasa más alta desde octubre de 1997, cuando se situó en el 3,18%, según los datos del Banco de España. Este dato supone un incremento de 0,281 puntos respecto a la tasa de octubre, que se situó en el 2,837%, y más de tres veces superior a la de noviembre de 2007, cuando se colocó en el 0,838%. Además, el incremento de la morosidad supuso la decimoséptima subida consecutiva. La tasa de morosidad de las cajas de ahorros se situó en el undécimo mes del año en el 3,63% mientras que la de los bancos se colocó en el 2,61%.
El saldo de créditos dudosos aumentó en 5.286 millones de euros respecto al mes de octubre, al situarse en 56.444 millones de euros al cierre de noviembre, frente a los 51.158 millones que representaba el mes anterior. Este dato no recoge la morosidad de los establecimientos financieros de crédito, entidades que pueden conceder créditos pero no captar depósitos, y que tienen una tasa de impagos muy elevada, que en noviembre se colocó en el 5,238%. Incluyendo los datos de estas entidades, la morosidad total se eleva al 3,183% de los créditos concedidos por las entidades de crédito a particulares y empresas.

Con estas cifras, destacan las cajas, que fueron, una vez más, las entidades que acumularon el mayor saldo dudoso, con un total de 32.259 millones de euros, lo que supone multiplicar por más de cuatro el importe que representaba al cierre del mismo mes del año anterior (7.359 millones), y un aumento de casi 3.000 millones respecto al acumulado hasta octubre (29.270 millones).

Y en cuanto a la morosidad de los bancos, también se encuentra en máximos y cerró noviembre en el 2,611%, como se indicaba con anterioridad, un nivel que no alcanzaba desde octubre de 1997, cuando se elevaba al 2,58% del total de créditos. En concreto, los bancos tenían concedidos 810.517 millones de euros en créditos a sus clientes hasta noviembre de 2008, de los que 21.165 millones eran de carácter dudoso. Esta cifra es más de tres veces superior al saldo dudoso registrado el mismo mes del año anterior, cuando suponía 5.747 millones.

Por su parte, las cooperativas de crédito situaron su morosidad en el 2,809% un total de 0,185 puntos por encima de la tasa de octubre (2,624%), mientras que sus créditos superaron los 96.000 millones de euros, de los que 2.697 eran dudosos.
El Banco de España advirtió recientemente de que la morosidad continuará creciendo e incidirá en la cuenta de resultados de bancos y cajas, obligándoles a realizar "mayores provisiones específicas" para cubrir los impagos, por lo que las entidades deberán mejorar su eficiencia de costes con medidas como el aprovechamiento de economías de escala derivadas de eventuales procesos de "consolidación bancaria".

Pero no todo está tan negro: “La gran ventaja que tiene la banca española frente a la anglosajona es que conoce al cliente. Tiene capacidad de diálogo con él, puede negociar y reinstrumentar la deuda para poder recuperarla en esos tres meses”,según señaló un asesor especializado en el sector financiero.
Esas negociaciones ya se están llevando a cabo con la mayoría de las promotoras inmobiliarias, como es de sobra conocido, y con resultados positivos en casi todas (la gran excepción es Colonial): a las entidades les interesa más aplazar la deuda y renunciar en el tiempo a los ingresos que tener que provisionarla entera.

Sin embargo, hay una pérdida esperada y costes de recobro, la primera de estas soluciones, la venta de la cartera de créditos morosos, ya ha sido puesta en práctica por algunas entidades con descuentos que pueden alcanzar el 40% respecto al valor del préstamo. “La pérdida la van a sufrir de todas formas porque tendrían que provisionar esos créditos, pero así los sacan de balance y no les cuentan para la tasa de morosidad”, explica un experto en el sector.
Pero la segunda medida es todavía más llamativa: “Hasta ahora, los objetivos se cifraban en términos de ventas, sobre todo de créditos; ahora se cuantifican en términos de créditos recobrados”, según confirman en una importante entidad española. Esta fuente reconoce que se están preparando fuerzas especiales de recobro en bancos y cajas. Y lo importante no es la morosidad en sí, sino la pérdida esperada. La morosidad va a subir por fuerza con el estancamiento del crédito (no sube el denominador, que es el crédito, y suben los impagos, el numerador), así que lo que importa es el coste del recobro.

Y como resultado de toda esta situación se está produciendo actualmente una acumulación con exceso de liquidez de los bancos por falta de confianza hacia el particular por temor a la aparición de más morosos.
IRENE DE CASTRO

martes, 20 de enero de 2009

MOROSOS EN LA COSTA

En términos aclaratorios decir que para el Banco de España un crédito entra en mora cuando transcurren más de tres meses desde su vencimiento. En los descubiertos u otros saldos deudores sin vencimiento pactado, este plazo se cuenta desde el primer requerimiento de reembolso que efectúe la entidad, o desde la primera liquidación de intereses impagada.
A principios del ya denostado 2008 la Asociación Española de Banca sacaba pecho ante el repunte de la morosidad “Hay buenas dotaciones y el sector puede acomodarse a la situación” así no veían el pasado año “como un año con especiales dificultades en el sentido de la morosidad”. Si bien es cierto que se partía de una situación de fortaleza financiera y de tasas de morosidad muy bajas, estas predicciones optimistas no se cumplieron.
La escalada del porcentaje de morosidad no ha dejado de subir desde mayo de 2007 cuando se situaba en el 0,706 %, salvando honrosas excepciones –mayo y junio 07-. El ratio de morosidad de las cajas de ahorro se elevó hasta el 3,32 % en octubre de 2008, mientras que el de los bancos se situó en el 2,35 % frente al 0,72 % del mismo mes del año anterior.
Cifras que no dejan de ser porcentajes que adquieren mayor virtualidad práctica si los canjeamos en millones de euros. Para finales del 2008 el volumen de créditos de dudoso cobro para las cajas que porcentualmente superó el 3 %, ascendió a 29.270 millones de euros. En el caso de los bancos su mora en octubre se cifró en 19.056 millones de euros. Finalmente para las cooperativas de crédito el valor de sus créditos dudosos fue de 2.504 millones.
Sin embargo, a pesar de que estas cifras sean abrumadoras las esperadas para el 2009 doblarán las obtenidas a final de año pasado situando la tasa de morosidad en un 6 % para las cajas y en un 3 % para los bancos.
El origen de este espectacular aumento de los impagados lo encontramos en la América de los hermanos Lehman; que a modo de curiosidad incluso tienen entrada en la wikipedia; donde la primera gran crisis financiera del mundo global surge para desplazarse incontrolablemente destruyendo en mayor o menor medida las economías por las que pasa, Islandia, Gran Bretaña, Alemania. Esta crisis ha provocado tal incertidumbre que se duda de los sistemas financieros, pero no sólo las familias y empresas dudan sino que los propios bancos, en gran medida causantes de la crisis, dudan de sus clientes congelando los créditos. Así con el sistema global en precario equilibrio, los créditos en desuso, la economía se ralentiza, aumenta el paro, bajan los sueldos, las empresas quiebran, los despidos, regulaciones de empleo y concursos se disparan. Un panorama para nada esperanzador.
Y más si tenemos en cuenta que una de las premisas de las que partíamos para esperar que esta situación, por lo menos en España, fuera soportable, se ha roto, puesto que el incremento de la morosidad reducirá la tasa de cobertura desde los niveles actuales del 76 % en las cajas y del 106 % en los bancos hasta el 60 % y 90 % respectivamente. Cabe en este punto resaltar que una vez la tasa de mora sobrepasa el 4 %, como parece va a ocurrir en las cajas, estas se verán obligadas a tirar de los resultados para provisionarlas, reduciendo los beneficios y los ratios de solvencia.
No cabe esperar que las predicciones no se cumplan puesto que todos los indicadores reflejan dificultades para “llegar a fin de mes” origen de este aumento atroz en la mora, y más si tenemos en cuenta que los ex-empleados de las constructoras, inmobiliarias, industrias automovilística…pagan con la prestación o el subsidio sus hipotecas o préstamos pero y cuando estos se agoten.
Y si vamos más lejos, no es difícil prever que finalmente esta falta de crédito culminará con un aumento de la delincuencia.

JOSÉ RAMÓN BAÑA

El “Vía Crucis” del Sistema Financiero.

Después de todo lo sucedido en este año recién terminado y que fue el culmen de una serie de acontecimientos negativos para la economía mundial, para este nuevo año, la banca en general se enfrenta al serio problema de la morosidad. La morosidad en España podría duplicar en 2009 (sobre un 5%, como algunos comienzan a pronosticar) los niveles de 2008, para después estabilizarse en 2010. Lo peor para el sector financiero español, pues, está por venir.

Pero antes de nada, definamos morosidad. El Banco de España considera que un crédito entra en mora, cuando transcurren más de tres meses desde su vencimiento. En los descubiertos u otros saldos deudores a la vista sin vencimiento pactado, este plazo se cuenta desde el primer requerimiento de reembolso que efectúe la entidad, o desde la primera liquidación de intereses que resulte impagada.

Según los últimos datos disponibles del Banco de España, la morosidad de los bancos españoles creció hasta 54.180 millones de euros en octubre, o hasta el 2,9% del total de los préstamos, frente al 2,6% en septiembre. Sólo en los seis primeros meses del año 2008, el número de impagados en el sector bancario rozaba el mismo volumen que en todo el anterior ejercicio (16.251 millones de euros). Y si observamos los datos individualizado cada tipo de entidad, vemos que ninguna se libra, aunque las cajas son las que peor lo llevan, ya que casi cuadriplican la tasa de hace tan solo 12 meses.

La economía española entró en recesión en la segunda mitad del año pasado. La dolorosa corrección del mercado inmobiliario y la tasa de desempleo (la que más rápido sube en toda Europa) están haciendo que los hogares españoles tengan más dificultades para pagar su deuda. A pesar de estos datos, vale destacar que el nivel de la morosidad en España se sitúa todavía muy por debajo de los valores de otros países de Europa, como por ejemplo Reino Unido, Alemania o Italia, cuya tasa media está ya en el 5%.

En este sentido, los expertos indican que existen tres índices macroeconómicos que influyen directamente en la morosidad crediticia: la inflación, los tipos de interés y el desempleo, siendo el peso del paro en este ámbito, cuatro veces superior a los otros dos factores. El incremento del número de desempleados inscritos en las Oficinas de los Servicios Públicos de Empleo, es cada vez mayor, siendo de por sí un mal dato, cuyos efectos se dejarán notar igualmente en el mercado financiero español.

Por otro lado, si consideramos que el incremento del desempleo tiene un efecto diferido en unos meses, el efecto del fuerte incremento del paro a lo largo del 2008 comenzará a "volcarse" en la morosidad hipotecaria de este año.

Todo esto unido a la crisis de liquidez que sufre desde el pasado mes de agosto el mercado financiero internacional, a raíz del estallido de la crisis subprime, ha causado, entre otros efectos, una importante restricción de créditos. La disminución del volumen de préstamos vivos (concedidos) también presiona, por tanto, al alza la tasa de morosidad.

Al otro lado del charco, las cosas aún están peor y en los Estados Unidos, el ojo del huracán de esta crisis, la desesperación de algunas familias antes sus problemas hipotecarios, llega a límites insospechables, irracionalmente algunas de ellas queman sus casas para cobrar el seguro y así de esa manera poder pagar al banco, una dramática medida, que suele costarles caro.

Pero de vuelta en España, todo esto está provocando la caída en picado de la tasa de cobertura (que se define como el porcentaje que representan los fondos para insolvencias respecto de los activos dudosos totales) de bancos y cajas de ahorro, con la consiguiente alarma. Traduciéndose en unas reducciones desde los niveles actuales del 76% (cajas) y 106% (bancos) hasta el 60% y el 90%, respectivamente. Un auténtico vuelco respecto a la situación de los últimos 10 años.

Por ello las entidades están reaccionando implantando sistemas de control que en algunos casos son complementarios a los exigidos por las normas de Basilea II y el Banco de España. Todo ello, hace redefinir el negocio bancario, ahora no es momento para maximizar beneficios, siendo las prioridades para estos tiempos de crisis, la liquidez, la solvencia y la rentabilidad, y por este orden.

Todos estos datos, se reflejan en el día a día de todos nosotros, que ya como individuales o bien como empresarios, cada vez nos cuesta más acceder a nuevas líneas de financiación y las entidades de crédito cada vez nos lo ponen más difícil para acometer nuevas (y seguramente necesarias) inversiones, o simplemente para poder complementar un poco nuestra liquidez.
ALBERTO PILLADO

lunes, 19 de enero de 2009

MOROSIDAD, ALARMA O REALIDAD.

Pese a la presumible fortaleza de las entidades financieras españolas la situación económica actual puede poner entre las cuerdas sus cuentas de resultados.
Como consecuencia de la crisis que está azotando nuestras economías en los últimos meses, a causa de las hipotecas subprime, se ha producido un incremento espectacular en la morosidad bancaria. Y las previsiones son que sigan creciendo en los próximos meses.
El Banco de España en su último Informe de Estabilidad Financiera publicado, asegura que la morosidad, que se ha disparado desde principios de año, "seguirá aumentado en los próximos trimestres". . El Banco de España estima que la tasa de cobertura de los créditos dudosos (es decir, el índice de las provisiones ya realizadas sobre el total de los préstamos potencialmente impagados), ahora situada en torno al 100%, "tenderá a converger" hacia el 50%, que es el promedio de otros países occidentales, sin mencionar plazo.
Esto significa que la tasa de morosidad, que en septiembre se situó para el conjunto de las entidades de depósito en el 1,82% (el 2,54% si sólo se contabilizan familias y empresas), puede llegar a alcanzar fácilmente el entorno del 4%.
Es justo ese 4% el porcentaje límite que puede cubrir el fondo que existe para los créditos dudosos. Si se supera este porcentaje las entidades financieras tendrán que poner de sus beneficios ordinarios para hacer frente a la morosidad.
La previsión de impagados se debe a la importante influencia que ejerce la evolución del empleo en las tasas de morosidad crediticia. Existen tres índices macroeconómicos que influyen directamente en la morosidad de los hogares: la inflación, el tipo de interés y la tasa de desempleo. El peso del paro es cuatro veces superior a los otros dos factores.
Otras fuentes apuntan que los problemas de liquidez de la banca no serán evidentes hasta que las tasas de morosidad alcances porcentajes cercanos al 7% algo que parece bastante difícil de producirse. Además hay que tener en cuenta que el gobierno avalará créditos hasta un límite de 100.000 millones de € este año y un nivel similar en es siguiente ejercicio. A esto hay que sumar que en los últimos meses el banco central ha realizado bajadas de los tipos de interés lo que alivia la situación de muchas familias que ven como se reducen la cantidad de interés que tienen que pagar como consecuencia de las deudas contraídas. Todo esto ayudará a que las tasas de morosidad no se disparen tanto como se estimaba meses atrás.
De los tres tipos de entidades financieras consideradas, que no incluyen a los Establecimientos Financieros de Crédito (EFC) porque su morosidad es bastante más elevada y distorsionaría el ratio global, las que acumulaban la mayor cantidad de créditos dudosos son las cajas, seguidas de los bancos, y de las cooperativas de crédito.
Esto pone de relieve la mayor fragilidad de las cajas frente al resto de entidades sobre todo en determinadas zonas de costa que han prestado demasiado alegremente a las empresas inmobiliarias. Pero la situación es seria y deben tomarse medidas para evitar que las tasas de paro sigan aumentando en nuestro país porque las consecuencias de que la población se quede sin sus ingresos pasaran a toda la economía. Y no solamente a la morosidad bancaria sino también esto provocara descensos del consumo y ralentización de la económica. El problema es que será difícil salir de esta espiral si no se toman medidas desde el principio y la principal desde mi punto de vista es incrementando el gasto público para evitar que los bolsillos de nuestra población dejen de estar secos de liquidez. El consumo es el motor de la economía y ambos se mueven en la misma dirección.
Otra cosa que hay que valorar es que a causa del incremento de la morosidad las entidades financieras no pueden dejar de prestar dinero a los futuros consumidores porque esto paralizará el consumo y como consecuencia la crisis empeorará. La solución pasa porque todos los implicados sean conscientes de la necesidad de aportar su granito de arena a la coyuntura actual.

Mª Esther Gallardo Trillo.

viernes, 16 de enero de 2009

ALERTA EN LA BANCA A CAUSA DE LA MOROSIDAD

El origen de esto se le atribuye a las hipotecas subprime, pero en mi opinión, de no haber sido este, habría sido cualquier otro segmento del sistema financiero. Puesto que el exceso de liquidez existente en el sistema era algo que no podía durar eternamente y estaba claro que tenía que estallar por alguna parte. Se habían concedido numerosos créditos al 100% dando por hecho que los precios iban a subir y ocurrió justamente todo lo contrario.

Los precios se han ido desacelerando poco a poco y esta situación hace que nos veamos inmersos en una gran crisis de confianza. Lo que conlleva la retirada de inversores, compradores de segunda vivienda y extranjeros, los cuales representaban una gran parte del mercado.

Cuando llegan los problemas, la morosidad se multiplica y es evidente que tendrá una gran repercusión sobre el sector de la banca. La morosidad es uno de los quebrantos más preocupantes a los que puede enfrentarse una entidad financiera. Actualmente están aumentando los índices de morosidad, superando en algunas entidades el 3 por 100, por lo que ponen en práctica diversas técnicas para evitar el deterioro de su cartera crediticia. Y esto es algo que repercute sobre todos nosotros.

Las entidades para evitar que su morosidad aumente restringen el crédito de los clientes menos solventes, reduciéndoles los límites. Es decir, sólo ganan clientes si demuestran una gran capacidad de pago y un buen historial de cumplimiento de sus obligaciones.

Por otra parte, una de las más afectadas son las PYMES. Estas deben evitar sufrir una caída en sus ventas y por otro lado tratar de conseguir financiación para acometer nuevos proyectos. Conseguir capital es una de las tareas más complicadas para cualquier empresa y la dificultad crece de forma inversamente proporcional al tamaño de la compañía, es decir, cuánto más pequeña sea la empresa más dificultades tendrán a la hora de obtener financiación.

De todas formas lo que está claro es que los empresarios deben agudizar el ingenio para tener acceso al dinero. Por fortuna, existen otras alternativas de financiación para la pyme, empezando por las ayudas oficiales, que se han incrementado gracias a las medidas aprobadas por el Gobierno contra la desaceleración.
IÑAKI GÓMEZ

¿Morosos en la banca….o por la banca?:

Desde hace unos meses estamos escuchando en los medios de comunicación, la cantidad de ideas y ocurrencias de la gente para conseguir pagar sus deudas y de este modo no aparecer en la lista negra de los morosos.

Tal situación nos hace llegar al meollo de la cuestión: la gente no puede pagar sus hipotecas o sus créditos. ¿A que se debe?, la respuesta es tan fácil como que quisimos llevar un ritmo de vida para el que nuestros bolsillos no estaban preparados. ¿Por qué lo hicimos?, porque se nos daban facilidades para ello. Los bancos en su afán de lucro y crecimiento comenzaron a rebajar sus pretensiones a la hora de dar un crédito bien sea hipotecario o simplemente por el mero hecho de darnos un capricho como nuestro vecino.

Dicha situación pego un giro de 180º dando como resultado que la lista de morosos cuenta cada vez con más adeptos. Esto es un grave problema, por una parte el que no puede pagar pierde dinero, y en muchos casos la propiedad de aquello para lo que había pedido dicho crédito, con lo cual no solo no ganó nada, sino que además se empobreció. En el otro extremo tenemos a los bancos y cajas de ahorros, que no olvidemos que no tienen ningún interés en el ladrillo, todo lo contrario buscan deshacerse de el a toda costa con lo que todo esto supone en la economía: los ricos son más ricos porque pueden comprar a mejor precio, y lo pobres lo son más.

Hablando en cifras el resultado que se nos muestra en escalofriante, en los últimos doce meses, el saldo acumulado del crédito dudoso aumentó en 4.538 millones de euros!!!. Esta cifra es una autentica barbaridad teniendo en cuenta que el volumen total de préstamos acumulados hasta noviembre, superaba los 1,69 billones de euros, de los cuales 14.196 millones de euros eran dudosos, lo que supone un incremento de 437 millones de euros respecto a octubre.

Sin embargo desde la Asociación Española de Banca se nos pretende “tranquilizar” diciéndonos que partimos de una situación financiera sólida con unos bancos muy bien aprovisionados, tan solo unos meses después del plan de rescate del gobierno a los bancos…
En fin una serie de sucesos que tienen como consecuencia el endurecimiento de las condiciones de cara a obtener una hipoteca, es decir épocas de manos abiertas llevan de la mano períodos de vacas flacas.
LUIS MIGUEL CASTRO ÁLVAREZ

lunes, 12 de enero de 2009

MOROSIDAD Y RESULTADOS, UNA RELACION A LARGO PLAZO.

Muy poco de lo que se hace en banca afecta de manera tan poco controlable y durante tanto tiempo como la posibilidad de impago de las cantidades prestadas.

Veamos una puesta sobre el papel de la situación hasta hace bien poco. La media de negocio por empleado en una oficina bancaria tipo podía rondar los 15.000.000€ y podemos asumir que las partidas de inversión crediticia y de recursos administrados eran iguales (aunque lo más normal estos últimos años era que la primera supere ampliamente a la segunda) y se situaban en 7.500.000€ cada una. Con estas cifras un beneficio razonable por empleado podía ser de 100.000€ anuales (hablamos de menos de un 0,75% de margen sobre el volumen de negocio, una vez descontadas todas y cada una de las partidas de gasto incluido su propio sueldo). En estas cifras ya se descontaba el porcentaje de provisiones por préstamos dudosos.

Como vemos, hasta hace relativamente poco tiempo, el margen tan reducido que se conseguía en el negocio bancario tradicional se compensaba gracias a los amplios volúmenes conseguidos y al bajo nivel de impagos soportado que hacía que las provisiones no estuviesen disparadas (e incluso las entidades se permitían realizar dotaciones voluntarias para mejorar sus ratios de cara a los evaluadores). Estoy hablando de épocas en las que el porcentaje de mora medio en la banca española no superaba el 1% de media. Si trasladamos ese dato a los números dados anteriormente se deduce que se habían provisionado aproximadamente 75.000€ (después comentaré la forma en que se provisiona realmente que hace que esta cifra se pueda contener de momento y en la práctica fuese menor que esta cifra). Ahora tomamos un dato que muchos están anticipando: que la mora suba a un 4% o más. En este caso las provisiones por empleado en la oficina tipo ascenderían a 300.000€ (4% de 7.500.000€) y el beneficio sería inmediatamente devorado teniendo que declarar unas pérdidas de 125.000€ por empleado. Una situación de un 9% de mora que algunos pronostican y que probablemente ya se esté dando en bastantes oficinas supondría provisiones por 675.000€ y pérdidas de 500.000€.

El modelo de negocio basado en amplios volúmenes y bajos márgenes manteniendo riesgos latentes durante una vida media muy elevada hace que el negocio esté demasiado expuesto y que los resultados se resientan con demasiada facilidad.

Pero, ¿cuando se considera que una operación entra en mora? Técnicamente desde que hay impagos con más de 90 días de antigüedad, momento a partir del cual hay que comenzar a provisionar importes.

¿Y cuando y cuanto se provisiona? He de aclarar que antes he hablado de provisionar en función del % de inversión crediticia en mora, pero en realidad se provisiona en función de la clase de operación con impagos y del tiempo que lleve en esa situación, con lo que las provisiones reales inicialmente son menores. En cualquier caso a 3 años vista si que se adivinan problemas de fuertes dotaciones en caso de que no se solucione el problema estructural que tenemos en España. Esto se debe a que las operaciones hipotecarias por debajo del 80% de tasación en vivienda tienen mucho plazo para provisionar y teniendo en cuenta que su porcentaje sobre el total de créditos a clientes es abrumador supone un respiro para las cuentas de las entidades.

Porcentaje aproximado de provisión sobre activos en situación de impago.
Operaciones sin garantía real (préstamos y créditos a particulares y empresas)
Hasta 6 meses: 5%
De 6 meses a 12: 27%
De 12 meses a 18: 60%
De 18 meses a 24: 95%
Más de 24 meses: 100%

Operaciones con garantía real sobre viviendas terminadas (siempre y cuando se haya hipotecado por debajo del 80% de tasación).
Hasta 3 años: 2%
De 3 años a 4: 25%
De 4 años a 5: 50%
De 5 años a 6: 75%
Más de 6 años: 100%

Otras operaciones con garantía real.
Hasta 6 meses: 4%
De 6 meses a 12: 23%
De 12 meses a 18: 50%
De 18 meses a 24: 80%
Más de 24 meses: 100%

Además hay que tener en cuenta que aparte del coste directo que suponen las provisiones (y desde luego los fallidos en caso de no conseguirse solucionar las situaciones complicadas) nos encontramos una gran incidencia sobre la operatividad de las oficinas bancarias y de la propia entidad financiera. Los impagos pueden originarse por descubiertos en cuenta, impagos de tarjetas, de préstamos, de cuentas de crédito, etc. El hecho de que casi cualquier partida pueda ocasionar provisiones o pérdidas hace que se destine una ingente cantidad de tiempo por parte del personal de la oficina con el fin de gestionar las incidencias. Ese tiempo que se dedica a controlar la mora supone no realizar otras labores productivas con lo que el coste de oportunidad se suma a los costes directos de las operaciones que hayan entrado en situación problemática. Aparte hay que dotar departamentos específicos con el fin de controlar las actuaciones a seguir en cada momento del proceso.

Es decir la mora es un factor muy preocupante y un riesgo latente durante todo el tiempo que un cliente tiene operaciones crediticias en una entidad (hasta la empresa más solvente puede tener problemas). El propio control de ese riesgo supone un enorme esfuerzo de personas y de recursos económicos por lo que la evaluación de riesgos antes de su concesión se torna un elemento vital para la salud de las entidades financieras con el fin de tanto facilitar el control como evitar situaciones de impago.

OSCAR ANTON GALANTE

viernes, 9 de enero de 2009

DEFLACIÓN PARA EL AÑO PRÓXIMO

¿A qué se puede deber que los comerciantes bajen los precios en plena campaña navideña, que las rebajas nos hayan llegado semanas antes de lo habitual o que, incluso los coches cuesten a día de hoy un 30% menos que hace un año?

Desde siempre hemos oído hablar de lo malo que es la inflación. Una inflación que en los últimos años nos ha creado más que un quebradero de cabeza puesto que los precios de los bienes crecían exponencialmente. Sin embargo, durante finales de 2008 los expertos nos han estado avisando de que se avecina el fenómeno contrario a la inflación: la deflación. Dicho de otra manera, los precios de los productos están empezando a bajar para regocijo de los sufridos consumidores.

¿Cómo nos podemos explicar esta situación? ¿A qué es debida esta bajada de precios?
La respuesta es bastante sencilla: los ciudadanos estamos sin blanca y los bancos nos están dando con las puertas en las narices. La demencial espiral crediticia en la que hemos estados inmersos en la última década, con una buena parte de la población sucumbiendo a sus cantos de sirena, ha estallado en mil pedazos acabando con la capacidad consumidora de los españoles. Ahora ha llegado el momento de que las personas que han comprado los tan famosos “sobrevalorados pisos” paguen su cadena perpetua hipotecaria sin posibilidad de pedir más crédito. Ante esta situación, con una población con unos ahorros más que mermados, ¿cómo podemos seguir consumiendo como si el dinero se nos escapara de las manos?

Lo que hoy parece una buena noticia, pues las bajadas de los precios siempre lo son, a largo plazo será un arma letal para nuestra economía. Recordemos que la depresión de 1929 fue precedida por una espectacular devaluación de los activos, exactamente igual que ahora. Por eso, hemos de tener presente que nuestro país va de cabeza a una crisis larga y profunda, incluso más que nuestros países vecinos puesto que nuestros niveles de paro y de endeudamiento son mayores que los de nuestros compañeros de G-8.

Nos espera un país donde los bancos no volverán a fiar en años a quienes les deben una fortuna, lo que provocará una caída vertical del consumo y por tanto de la demanda. A menor consumo, mayor paro; a mayor paro, menor consumo…, es decir, un círculo vicioso devastador.

SARA MONTERO

miércoles, 7 de enero de 2009

El riesgo de la deflación se asoma

La deflación es la caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía, grave problema económico porque al disminuir los precios y si se mantienen constantes los costes, las empresas obtienen menos beneficios y se reducen como consecuencia la inversión y el empleo.
La deflación puede desencadenar un círculo vicioso, en el que las empresas que quieran vender sus bienes acaban bajando los precios para lograr, al menos, recuperar la inversión y los consumidores, que saben que los precios seguirán bajando, prefieren esperar para comprar más barato; similar a lo que ocurre actualmente con el mercado inmobiliario. A consecuencia de este círculo vicioso, la deflación se convierte en causa y efecto de la falta de circulación del dinero en la economía, porque todos prefieren retenerlo. Al final, la economía se derrumba, dado que la industria no encuentra salida a sus productos y sólo consigue pérdidas.
La causa principal, además de la caída del precio del petróleo y en menor medida de los alimentos, hay que buscarla en la situación en la que se encuentra el consumo y en la clara recesión de la economía española. El incremento del paro, y la sensación de que le puede ocurrir a cualquiera, ha metido el miedo en el cuerpo al consumidor, que ha paralizado muchas de sus decisiones de compra. Y quien mantiene el empleo dedica su esfuerzo a ahorrar por lo que pueda pasar.
Las economías pueden luchar contra la bajada de precios recortando el precio del dinero, con el objetivo de poner más en circulación y estimular el consumo, con el fin de que la demanda crezca y la tensión haga recuperar los precios. Pero perdida la política monetaria en manos del BCE, sólo le quedaría al Gobierno español incrementar la inversión y gasto público y bajar todos los impuestos para generar consumo y actividad en el sector privado, todo ello con unos tipos de interés muy bajos.
A diario podemos observar como la deflación está empezando por las materias primas, pero continuará y se extenderá a todos los niveles. Estamos en una crisis, lo que significa menor consumo, cierre de empresas y más paro; o una larga lista de candidatos a trabajar, dispuestos a aceptar menores sueldos, y también una larga lista de empresas con capacidad productiva ociosa, dispuestos a producir aunque sea a un precio inferior.
La deflación no es más que la corrección de los excesos pasados, porque después de aumentar de manera desproporcionada los precios de determinados bienes y de que los bancos respaldaran casi todos sus activos en esos bienes inflados, la burbuja se ha pinchado y los precios de la vivienda, de las acciones y de muchas empresas están empezando a caer. En España los precios de la vivienda tienen que caer respecto al resto de bienes ya que los pisos están sobrevalorados, y deben sufrir un ajuste en sus precios.
Lo que la crisis y la posterior deflación ponen de manifiesto es que ciertas estructuras productivas se sobredimensionaron frente a otras; y por lo tanto es hora de reconvertir y reutilizar esas estructuras sobredimensionadas.
MARÍA GARCÍA OTERO

El Boom Inmobiliario, el Boom de de la Morosidad.

La tasa de morosidad es un índice que nos indica el volumen de créditos y préstamos impagados con respecto al total. Técnicamente se considera que una persona (ya sea física o jurídica) es morosa si no abona las cuotas correspondientes de sus créditos durante más de tres meses seguidos.
Esta tasa es publicada por el Banco de España y es calculada a través del coeficiente entre el importe total de créditos y préstamos concedidos en un tiempo determinado y lo que queda por pagar de estos, después de que el cliente no haya abonado ninguna cuota durante los tres meses.
Las entidades para hacer frente a los activos dudosos tienen que realizar una serie de provisiones: las específicas, que son las que tienen por objeto cubrir los activos dudosos, las generales, que son un porcentaje fijo que los bancos tienen que guardar con respecto a los créditos que otorgan y las estadísticas, que cubren las pérdidas esperadas de la cartera no dudosa para contrarrestar el impacto de otras coberturas.
La tasa de morosidad registrada hasta octubre (2,837%) es el triple que hace un año y supone un nivel que no se alcanzaba desde 1997.
Las cajas de ahorro están a la cabeza, en octubre situaron su tasa de mora en el 3,31% cuatro veces por encima de la que marcaron el año pasado. Esto es consecuencia de las quiebras inmobiliarias de los últimos meses, ya que estas son sus principales acreedoras.
Por su parte, los bancos también se encuentran en máximos históricos y cerraron octubre en el 2,351%, nivel que no registraban desde noviembre de 2007.
El Banco de España advirtió que la morosidad continuará creciendo e incidirá en la cuenta de resultados de los bancos y cajas, obligándolos a realizar mayores provisiones específicas para cubrir los impagos, por lo que estos se verán obligados a mejorar su eficiencia de costes con el aprovechamiento de las economías de escala.
La Asociación Hipotecaria Española también destacó el incremento de los impagos en los créditos para la adquisición de viviendas, esta morosidad hipotecaria alcanzó el 1,82% lo que supone triplicar la morosidad registrada hace un año.
La crisis inmobiliaria en la que nos encontramos está muy ligada con el espectacular incremento de la tasa de morosidad, una vez salgamos de esta crisis, ¿volverán los bancos a “regalar” el dinero a los promotores inmobiliarios, o se lo pensarán dos veces?
La principal consecuencia del incremento de la morosidad para el consumidor es que los bancos son mucho más exigentes a la hora de conceder un crédito y para la entidad es que verá alterada su cuenta de resultados ya que disminuyen los beneficios o aumentan las pérdidas como consecuencia de las provisiones.

Gonzalo Pérez Llano

Cuesta abajo

La crisis económica desatada en los Estados Unidos y el mundo, y la situación interna en el país, confirma cada vez más que España deberá luchar en 2009 contra la recesión, la deflación, el estancamiento de salarios y el aumento del desempleo. España podría ingresar en una etapa de deflación según los últimos números en baja del Índice de Precios de Consumo Armonizado correspondientes al mes de diciembre, sumado ésto a los bajos porcentajes en la confianza y el consumo de los españoles.
La deflación es una bajada generalizada de precios, provocando una caída del consumo, ya que los empresarios abaratan los precios de los productos que venden, para cubrir sus costes fijos, pero el consumidor final con los precios tan bajos, decide esperar un poco más ya que los precios cada día que pasa están más bajos, con lo cual, mañana pueden comprar más barato que hoy.
¿Como se combate la deflación?
Principalmente a través de dos tipos de políticas:
Políticas fiscales: Tales como aumentar el gasto público y reducir los impuestos para así aumentar las trasferencias.
Políticas monetarias: Actualmente conjuntas, al estar en la zona Euro, ejecutadas por el Banco Central, que actualmente está bajando los tipos de interés.
España, en la actualidad, se enfrenta con uno de los déficits exteriores más importantes del mundo (alrededor del 10% del PIB), parece claro que los torrentes de crédito exterior que permitían financiar su boom económico (centrado en la construcción) se han terminado con la actual crisis. Probablemente nunca más vuelvan, así que España tiene que buscar una manera de acabar con su déficit exterior y convertirlo en superávit (para amortizar la deuda externa acumulada) si no quiere sufrir una importante pérdida en su calidad de vida (renunciar a buena parte de su consumo y de sus activos patrimoniales para saldar la deuda) o de su credibilidad financiera futura (suspensión de pagos).

FRANCISCO PARDO FERREIRO
El desconocido demonio de la deflación

Adriana Cortés

Cuando hasta mediados de 2008 teníamos sobrevolando nuestras cabezas el fantasma de la inflación, cuyo combate era el objetivo número uno del Banco Central Europeo, resulta paradójico que el fenómeno al cual pareciera abocarse la economía española sea la deflación. Entendida como una caída generalizada de precios en bienes de consumo, servicios y transacciones bursátiles, la deflación es más temida por los economistas que la inflación, sobre todo porque no hay fórmulas conocidas sobre cómo combatirla.
La deflación mostró su peor cara durante la época de la Gran Depresión, que siguió al crash financiero de 1929. Con un desempleo generalizado y una economía en estado de emergencia que desestimulaba la demanda, los precios registraban una bajada consecutiva que afectó especialmente al sector comercial y a la Bolsa de valores. Ben Bernanke, actual presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés) realizó durante su etapa académica diversas investigaciones sobre la deflación a posteriori de 1929 y sabe que su resolución es sumamente complicada. En ese entonces, las circunstancias históricas motivadas por la Segunda Guerra Mundial dispararon el gasto público y detuvieron la caída de los precios, una solución obviamente muy costosa y poco deseable en la actualidad.
¿Qué posibilidades tiene España de entrar en una espiral deflacionista durante 2009? Pocas, en opinión del BCE, y altas, según expertos como Trevor Greetham, de Fidelity Funds, quien considera que la bajada de precios en el sector inmobiliario, la restricción al crédito y el incremento del desempleo forman un caldo de cultivo propicio para que el comercio disminuya sus precios a fin de atraer a los clientes y estos, a su vez, prefieran posponer sus compras a la espera de que el descenso continúe.
Un ejemplo de esto lo apreció España con las compras decembrinas, cuando las cadenas disminuyeron precios hasta por el 50 por ciento en épocas de pleno furor del consumo, pero aún así muchos clientes decidían esperar a la llegada oficial del período de rebajas.
Otro efecto de la deflación, además del comercial, se refleja en la Bolsa y en las inversiones en general. Como efecto de la debacle de los precios, los compradores prefieren esperar a que los descensos continúen para comprar acciones más baratas, frenando la recuperación del mercado bursátil. En el sector industrial ocurre otro tanto, porque los empresarios optan por detener sus inversiones ante el temor de que los bienes o servicios producidos no puedan retornar la inyección de capital.
La temida deflación, en definitiva, puede llegar o no a la economía española en 2009. Lo que sí es cierto es que el exceso de contrastes que está ocurriendo a raíz de la crisis financiera internacional genera un efecto de incertidumbre en el que todo lo que parecía seguro, ha dejado de serlo.

LA DEFLACIÓN YA ESTA AQUÍ

No hace falta mucha imaginación para ver el escenario deflacionista, puesto que en realidad la deflación ya está aquí: El crudo cuesta ahora poco más de la mitad de lo que costaba hace apenas tres meses, y las tensiones en los precios de los alimentos han desaparecido.

La deflación está empezando por las materias primas... pero continuará y se extenderá a todos los niveles, y además con fuerza creciente.

Vamos a una crisis, lo que significa menor consumo, cierre de empresas (o disminución de su capacidad productiva) y más paro; o dicho de otro modo, una larga lista de candidatos a currantes, dispuestos a aceptar menores sueldos, y una larga lista de empresas con capacidad productiva ociosa, dispuestos a producir para nosotros aunque sea a un precio inferior.

El efecto deflación va a ser muy importante en cuanto empiece a afectar a las negociaciones salariales, que son el mayor coste de la mayoría de productos, y es difícil imaginar salarios al alza en un entorno del 20% de paro.
Y hay otro coste que también va a bajar; afortunadamente, en este caso. Hablo del coste financiero, que no suele verse como un componente de la inflación o deflación, cuando en realidad sí lo es... tanto como cualquier otro coste productivo.

Ya hemos visto una bajada de tipos generalizada de medio punto, y como no ha sido suficiente, vendrán más; y es cierto que no se ha trasladado al mercado de crédito, porque el crédito ahora mismo está estrangulado... pero de algún modo, acabarán desatascando el sistema, y cuando lo hagan, las bajadas de tipos se trasladarán también a particulares y empresas, que ante los menores costes financieros podrán producir más barato sin ver mermado su beneficio: ya tenemos el efecto deflacionista.

MIRIAM SÁNCHEZ TEIJO

lunes, 5 de enero de 2009

La amenaza de la deflación:

La crisis económica-financiera en la que nos hayamos inmersos, puede traer consigo otra fatídica consecuencia para la economía española: La deflación.

Esta crisis en general, y la caída del precio del petróleo y en menor medida de los alimentos en particular, ha iniciado una espiral de fatídicos acontecimientos, para los cuales es muy difícil establecer medidas para su solución.
La espiral se inicia con la caída de los precios, ante esta caída, los consumidores posponen su consumo con la expectativa de una mayor bajada de los precios y con ello se reducen las ventas y la facturación. Como consecuencia del descenso de la facturación, las empresas no obtendrían los ingresos necesarios para cubrir los costes fijos de su actividad, lo que les llevaría a tener que tomar medidas como pueden ser, el recorte en el número de empleados en plantilla, la reducción de la inversión, o en el peor de los casos, el cese de la actividad. Todo esto, provocaría un aumento de los despidos y consecuentemente del paro, lo que conllevaría a un descenso del consumo de las familias y a un aumento del ahorro. Para intentar combatir la disminución del consumo se producirían consecutivos descensos en los precios para incentivar este consumo… acentuándose cada vez más la espiral de la deflación.

Por todo esto, es necesario establecer una serie de medidas gubernamentales para evitar esta situación. Sin embargo, las medidas que puede desarrollar el gobierno son muy limitadas y no es del todo seguro que lleguen a tiempo para evitar las tendencias depresivas que conlleva el proceso deflacionista. Entre las principales medidas que se manejan para solventar esta situación destaca por un lado, políticas monetarias como pueden ser el incremento de la inversión y el gasto público, y por otro lado, políticas fiscales a través de una reducción de la presión fiscal mediante una bajada de los principales impuestos, especialmente de las rentas más bajas. Sin olvidarnos que todas estas medidas deben de ir acompañadas de una disminución de los tipos de interés.

No cabe duda de que estas medidas provocaran que el déficit público se dispare, pero es algo necesario para conseguir reactivar el consumo y con ello la economía española.
ENRIQUE TOMÁS GARCÍA MORO

¿QUE SE PUEDE HACER CUANDO NO SE PUEDE PAGAR?

Según datos del Banco de España, la morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito a particulares y empresas se multiplicó por más de tres , la tasa más alta en más de 10 años.
La crisis ha hecho mella en muchos españoles y los bancos están llenos de morosos que no pueden con los créditos y el pago de las hipotecas, entre otros.
Este incremento de la morosidad estuvo impulsado por el concurso voluntario de acreedores (antigua suspensión de pagos) de Martinsa-Fadesa, que tuvo lugar a finales de julio, ya que la compañía acumula una deuda de unos 5.200 millones de euros con entidades como Caja Madrid, La Caixa, Banco Popular, Caixa Catalunya y Caixa Galicia, entre otras.
La morosidad de los bancos se encuentra en máximos históricos.
El repunte de la morosidad en España se convertirá este año en un filón de negocio para los grupos financieros internacionales especializados en la compra de créditos impagados y fallidos. La tendencia empezó a despuntar con fuerza en 2007, cuando las entidades financieras españolas vendieron carteras de impagados por valor de 3.200 millones de euros. El año pasado ya se empezaron a registrar operaciones de gran volumen como la venta que realizó BBVA de una cartera de deuda fallida de diez años de antigüedad por valor de 720 millones de euros, que se adjudicó el grupo alemán GFKL.La previsión para este ejercicio es que se mantenga el mismo volumen de venta de impagados relacionados con el consumo, y que se produzca un fuerte tirón de la deuda hipotecaria. En el sector reconocen que existe mucho secretismo porque los bancos y las cajas no quieren explicar las operaciones. Entre las mayores transacciones que se preparan para este año estaría la venta de 500 millones de deuda por parte de La Caixa; de 800 millones de euros de Santander; y de 150 millones de euros de BBVA. Las tres entidades declinaron hacer comentarios sobre la información.Algunas entidades financieras han diseñado operaciones de venta de este tipo de deuda durante este año, pero finalmente se han retirado debido a la falta de consenso sobre el valor de los activos entre comprador y vendedor.Los principales actores del sector en España reconocen que en 2007 había más compradores que vendedores. La morosidad está creciendo y recobrar la deuda se está volviendo más complicado y caro. Entre los nuevos actores del mercado figuran las cajas. Cuando la entidad financiera vende la cartera impagada puede sacar las provisiones de su balance y anotarse los ingresos como beneficio en la cuenta de resultados. Además, la entidad mejora su liquidez en un año en el que los mercados de capitales han estado cerrados. Las empresas que compran deuda impagada o fallida basan su negocio en el cálculo de las probabilidades de recobrar una parte del capital en plazos muchos más dilatados en el tiempo. Para ello utilizan sofisticados métodos estadísticos y plantillas especializadas en el trato con los clientes morosos.
Cuando una entidad vende la deuda de un cliente tiene la obligación de comunicárselo mediante una carta. El nuevo acreedor se pone en contacto con el deudor para ver las condiciones en las que se puede retornar el capital que se adeuda. Lo malo es que los bancos y las cajas no cuentan con departamentos preparados para gestionar los recobros y la morosidad. Se prevé que la morosidad podría situarse en el 8% entre 2009 y 2010. Los problemas graves vendrán con las hipotecas firmadas en los últimos tres años.La cesión de créditos normalmente se negocia en momentos de dificultad financiera para las compañías, por lo que la trasmisión se acuerda sobre un precio inferior al crédito inicial. Debido al gran número de este tipo de operaciones ya se produjeron diferentes conflictos que provocó la intervención del Tribunal Supremo. Éste rectificó en enero una sentencia estimatoria en primera instancia en la que una entidad prestamista reclamaba el sobreprecio de un crédito a un particular después de que la deuda pasara a una aseguradora por un precio menor del que inicialmente se prestó. Según el Alto Tribunal una vez que se transmite el crédito, aunque sea por un precio inferior al principal, el prestamista no puede luego reclamar el resto que falta al particular a quien se prestó la cantidad, ya que “la cesión supone un cambio de acreedor y el cedente, prestamista, queda fuera de la relación jurídica”.
Por lo que como ocurre en todos los ámbitos de la vida ante situaciones adversas habrá gente que se beneficie de la desgracia de los demás.
MARÍA SERRANO

La morosidad y los futuros beneficios de la banca

La nula exposición que ha sufrido la banca española respecto al segmento de banca de inversión ha supuesto una circunstancia providencial para evitar un posible contagio con respecto a los activos tóxicos “suprime”, lo que hubiese supuesto un agravamiento de la crisis financiera en nuestro país. Aún así, esta prudente gestión que ha caracterizado a las entidades financieras españolas en los últimos años no las exime del enorme reto que supondrá para estas el dificil contexto económico que presentará el año 2009.

Para empezar, el sistema bancario se enfrenta a un serio deterioro de la coyuntura económica tanto a nivel doméstico como internacional, con el agravante que esto supondrá en el principal negocio del sector, la concesión de crédito a familias y empresas. Aún así, el principal quebradero de cabeza que se encontraran los banqueros en el año entrante será la más que previsible aceleración, en los próximos meses, del volumen de créditos impagados.

La Asociación Hipotecaria Española acaba de publicar los últimos datos correspondientes a las tasas de dudosidad respecto a los credítos concedidos al sector privado residente, en los que sitúa la morosidad de octubre de 2008 en el 2,92%, lo que supone un incremento de casi dos puntos y medio en los diez primeros meses del pasado año, después de registrar, a finales de 2007, una tasa de morosidad de tan solo un 0,69%.

El verdadero detonante que está detrás del incremento de la tasa de morosidad no se refiere tanto al alza experimentada por el euribor durante el año 2008, sino en la pérdida de empleo provocada por el cambio de ciclo económico al que se ha visto sometida la economía española. De hecho, el euribor, principal índice de referencia en el momento de calcular las cuotas hipotecarias, ha retrocedido de manera espectacular en los últimos meses del pasado año, estrechando la brecha abierta durante el transcurso del mismo respecto a la principal tasa de descuento del BCE.

En cuanto a la capacidad que presenta la banca española en relación a un posible incremento de los impagos en los próximos meses, se estima que será capaz de aguantar una ratio de morosidad de hasta el 9% sin que ello suponga una situación de pérdidas. Aún así, el problema surge por el hecho de que la irrupción de un importante volumen de impagos en los balances de las entidades financieras acabe por superar en exceso los recursos provisionados en los últimos años, reduciendo así la tasa de cobertura a un porcentaje extremadamente bajo, y minore los beneficios de las propias entidades financieras en los próximos períodos.

Los problemas de solvencia que puedan surgir en determinadas entidades financieras en el futuro, junto a la más que previsible caída del negocio bancario como consecuencia de una menor demanda de crédito por parte de los agentes económicos, supondrá para dichas entidades un nuevo desafio de cara a una posible reestructuración de sus extensas redes comerciales, en un intendo de obtener una mayor eficiencia y una mayor racionalidad económica en el aprovechamiento de sus activos.

Fecha: 2 de enero de 2009
RUBÉN VÁZQUEZ

¿DEFLACIÓN O DESINFLACIÓN?

Sostiene la definición del termino deflación que esta es el movimiento contrario a la inflación, lo que implica una caída generalizada de los precios en una economía debida a una contracción de la demanda, y provoca una reducción de los ingresos de las empresas, un aumento del desempleo y por tanto una disminución del consumo entre otras consecuencias.

En principio, al pueblo llano podría no parecerle peligrosa la deflación, pues una reducción en el nivel de precios incentiva el consumo al estar los precios de los bienes y servicios más asequibles, pero la propia definición del término en cuestión nos previene de las nefastas consecuencias de la misma. La espiral comienza en la consideración por parte de los consumidores de que los precios van a seguir bajando, y por tanto no consumen aun pues era mejor hacerlo mas adelante. Esto, a lo que se conoce como trampa de la liquidez, paraliza la economía, pues el dinero se encuentra retenido y no esta como debería estar, que es en circulación.

Al titulo del artículo me encomiendo al destacar la importante diferencia existente entre la deflación y la desinflación, pues la segunda implica una reducción del crecimiento de los precios, pero esa disminución no llega a ser cero, a diferencia de lo que ocurre en la deflación en la que el crecimiento de los precios puede ser negativo. De momento, en España los precios han pasado de estar al 5,2% de crecimiento en Agosto, al 2,5% en Noviembre. No obstante, también es importante puntualizar que esta contención en los precios se debe a la caída del precio del petróleo y demás materias primas (sinónimo de recesión global), pero no a la reducción de precios en otros sectores como los servicios.

En repetidas ocasiones, al analizar la deflación, viene a la mente Japón, y es que el imperio del sol naciente con una reducción media de un 2,7% anual en el nivel de precios desde 1997 hasta 2005, es el claro ejemplo de los efectos de la deflación. Causada por la burbuja especulativa de los años 80 y la no inversión de las empresas por la caída del consumo, el Banco Central nipón tuvo que utilizar la principal herramienta en la lucha contra la deflación, que es el recorte de los tipos de interés, dejándolos en torno al 0,5% anual, sino el tigre asiático vería su economía quebrada.

Después de la lucha Japón vs Deflación, curiosa y simétricamente, ahora a finales del año 2008, y en el horizonte el año 2009, el cual se presenta “con dificultades”, los principales Bancos Centrales han intervenido reduciendo drásticamente el precio del dinero, insertando mas liquidez en el mercado, haciendo que los bancos concedan mas créditos y los ciudadanos consuman al tener mas liquidez. No obstante, el aumento de la inversión pública o la reducción de impuestos, son otras posibles soluciones para intentar llevar al gigante económico global al buen camino.

Este es el panorama global, pero mas concretamente en el caso de nuestro país, a la deflación tenemos que temerla mas si cabe, ya que debido a nuestra dependencia energética, somos mas dependientes de las oscilaciones del precio del crudo, y si este pasa de los 150 a los 45 dólares, unido a una profunda recesión-depresión, provoca exceso de paro y destrucción de empleo neto, con lo que las tasas negativas de precios, pueden estar mas cerca de lo que imaginamos.

No obstante, el debate esta abierto, pues las clases medias y bajas exclamarán el “bendita deflación”, al reducirse el ritmo de crecimiento de los precios y mientras, los expertos en la materia estarán debatiéndose entre si es una deflación o realmente es una desinflación.


GERMÁN XAVIER MARTÍN