martes, 4 de noviembre de 2008

HAY QUE EMPEZAR POR LO BÁSICO

La evolución reciente de los acontecimientos ha puesto de manifiesto dos defectos del sistema. Primero, aunque los mercados se hayan vuelto muy sofisticados desde el punto de vista técnico, el gran volumen de fondos ha hecho que los mercados sean propensos a la inestabilidad de los movimientos de capital; ello se debe a un gran número de deficiencias, entre ellas, la fragilidad de las instituciones bancarias, la falta de transparencia de los movimientos de capital, y un entorno en el que la reglamentación, la supervisión y el seguimiento de las instituciones financieras en todo el mundo no se ha mantenido al compás de la evolución de los mercados. Esto, a su vez, ha dado lugar a que los países de mercados emergentes, beneficiarios de los flujos, sean más vulnerables a las crisis periódicas y a los efectos de contagio. Segundo, todavía son demasiado pocos los países que han podido beneficiarse suficientemente, o en alguna medida, en su desarrollo del enorme potencial que encierra la globalización. Si se solucionara el primer problema, logrando que los flujos de capital fuesen más previsibles, en una economía mundial más integrada, aumentarían las oportunidades de desarrollo sostenible en el mundo; por supuesto, no bastará con eso. Esto pone de manifiesto la importancia de la reforma del sistema financiero internacional, y de hecho, de uno de sus aspectos concretos: la solidez del sector financiero.

El sistema financiero internacional sólido que todos deseamos ha de incluir sistemas financieros nacionales robustos y resistentes en todos los países del mundo, regulados y supervisados conforme a una serie de normas transparentes y coherentes a escala internacional y a códigos de buenas prácticas. Para crear un entorno propicio a los flujos de capital sostenibles, será necesario además que los países que deseen atraer estos flujos mantengan la confianza de los inversionistas estableciendo economías sólidas y bien administradas, basadas en una formulación transparente de las medidas de política. La experiencia de las economías de mercado exitosas, independientemente de su grado de desarrollo, subraya la necesidad de aplicar una estrategia de política económica basada en tres elementos: primero, políticas macroeconómicas acertadas; segundo, instituciones financieras robustas, establecidas en el contexto de un marco reglamentario sólido respaldado por una supervisión prudente y eficiente; tercero, un sistema de gestión de gobierno basado en la transparencia, y en una cultura económica, manteniendo el mayor grado de independencia posible entre las funciones del Estado, las empresas y el sistema financiero. Cuando se han descuidado claramente uno o más de estos elementos, el país se ha vuelto vulnerable.

Los mercados de capital se han desarrollado muy rápidamente. Han surgido nuevas instituciones y las ya existentes se han diversificado; se han creado nuevos instrumentos complejos y han aparecido también nuevos mercados. En el futuro, tendrán que asegurarse de que sus sistemas bancarios sean suficientemente robustos y sus políticas macroeconómicas lo bastante sólidas para resistir la inestabilidad. ¿Cuáles podrían ser los primeros elementos integrantes de la reforma financiera internacional? Habría que destacarse cinco, que contribuirían a fortalecer la integración del sistema financiero:

  -Normas y códigos de buenas prácticas coherentes basados en las mejores experiencias y aceptados internacionalmente.

  -Un comportamiento transparente por parte de todos los agentes del mercado.

     -Sistemas financieros nacionales consolidados.

 -Apertura ordenada de las cuentas de capital.

 -Un sector privado que acepte los riesgos y las recompensas de los mercados emergentes y que participe en la prevención y la resolución de las crisis.

Estas cuatro virtudes --autonomía, responsabilidad, divulgación de información y transparencia en la formulación de la política económica-- deberían quedar grabadas.

En resumen, al analizar los cambios que habrá que introducir en los sistemas financieros, observamos que cada uno de los principales componentes está llamado a desempeñar una función, con las consiguientes responsabilidades. El cambio entrañará progreso. Podemos prever que la economía mundial comenzará claramente a cosechar los frutos a medida que el sistema internacional empiece a funcionar en forma más eficiente dentro de un marco jurídico y reglamentario más completo.

Entre las prioridades de las autoridades nacionales se incluye el mantenimiento de políticas macroeconómicas que promuevan un crecimiento de alta calidad, sostenible y equitativo, como condición previa para la estabilidad del sistema bancario, así como la existencia de instituciones, leyes, regulaciones, normas y códigos de buenas prácticas que respalden un sistema eficiente de supervisión y reglamentación prudencial. Las autoridades nacionales de reglamentación y supervisión de los principales mercados e instituciones deberán tener incluso más en cuenta las repercusiones sistémicas de ciertos tipos de operaciones.

Los bancos y las instituciones financieras deberán perseverar en lo que saben hacer mejor: buscar oportunidades basándose en una buena gestión y una evaluación rigurosa de los riesgos. De esa manera podrán darse cuenta de que el fomento de una expansión ordenada --y, de hecho, la liberalización-- de la economía mundial puede muy bien suponer la ampliación, al ámbito internacional, de las prácticas de reglamentación y supervisión que ya se aceptan como norma en los mercados financieros más avanzados

MARÍA SERRANO

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