Los mercados mundiales celebran que los gobiernos de todo el mundo lanzaran planes de rescate millonarios para reforzar los bancos.
Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, España y otros gobiernos europeos anunciaron planes de rescate por valor de cientos de miles de millones de euros, diseñados para combatir la crisis financiera mundial, en la que los mercados crediticios se contrajeron, mientras las principales economías entran en recesión. Esta decisión calmó a los mercados.
El plan británico prevé invertir hasta 37.000 millones de libras esterlinas en los grandes bancos británicos. El gabinete alemán aprobó un plan de rescate por valor de 500.000 millones de euros. Francia anunció garantías por valor de 360.000 millones de euros. En España, el estado concederá avales para la nueva deuda emitida por la banca en plazos de hasta cinco años. Esta medida estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2009.
Por su parte, el ministro de finanzas japonés, dijo que su país considerará garantizar todos los depósitos bancarios.
En EEUU el coste inicial que contemplaba el plan para salvar a la banca queda muy lejos de la realidad. Este dinero estaba destinado a comprar la deuda crediticia de peor calidad acumulada en los balances de las entidades estadounidenses. Sin embargo, el gobierno ha optado por imitar el plan de rescate aplicado por el ejecutivo británico, consistente en recapitalizar los bancos mediante la compra de acciones por parte del estado.
El gobierno de EEUU pretende cubrir cerca de 1,9 billones de dólares de nueva deuda y depósitos de los bancos, junto a la compra directa de acciones bancarias por parte del estado. En total, el rescate financiero de EEUU asciende ya a 3,2 billones de dólares y podría duplicarse.
El sistema financiero mundial corre el riesgo de desplomarse. Ante esto los países del G-7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) se comprometieron a evitar la quiebra de los bancos en problemas.
Para ello acordaron utilizar todos los medios a su alcance para prevenir un colapso en las instituciones más débiles, garantizar los depósitos de los ahorradores, facilitar a los bancos el acceso a financiación de fuentes públicas, elaborar medidas paralelas para ayudar a la recuperación de los mercados de dinero y crediticio, y buscar caminos para que los bancos no carezcan de liquidez para sus operaciones cotidianas.
Begoña Requeijo Filloy
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