lunes, 27 de octubre de 2008

La crisis financiera, ¿un Titanic de la economía global?

La parábola del hundimiento del Titanic refleja muy bien nuestra época: arrogancia, improvisación, imprevisión. En suma, la soberbia humana envuelta y transportada en un aparato grandilocuente y estrellada sin esperanza contra un iceberg, en nuestro caso  el financiero, que es uno más de los muchos que nos acechan.
En síntesis, son muchos los expertos a través de sus tribunas los que nos ofrecen  un diagnóstico de nuestra situación actual: "la desenfrenada especulación monetaria, las imparables ganancias y las acciones desvergonzadamente sobrevaluadas". Pero esto no es todo, siguiendo con la parábola del  titanic podemos establecer la siguiente relación:
"El Titanic somos nosotros, nuestra sociedad triunfalista, autocomplaciente, ciega, hipócrita, despiadada con los pobres.Todos suponemos que hay un iceberg esperándonos, oculto en alguna parte del brumoso futuro, contra el que chocaremos, para después irnos a pique”. El barco más grande del mundo (y supuestamente más completo y lujoso) tenía imperfectos compartimentos estancos, insuficiente cantidad de botes salvavidas y una rueda de cabillas del timón demasiado pequeña para maniobrar ágilmente. Y, por último, el comandante y sus oficiales estaban demasiado confiados en la potencia y capacidad de la nave y decidieron tarde y mal. 
A semejanza del Titanic, algo así nos ha pasado en esta crisis, no sólo no contamos con los mecanismos parapredecir y prevenir, sino que los medios para actuar con rapidez son imperfectos e insuficientes. Pero además las decisiones han sido, sin duda, vacilantes.
Esto nos lleva a una primera reflexión: hay que revisar nuestros modelos y prácticas de gestión a fin dedesaprender y reaprender los mecanismos de anticipación estratégica y de manejo de crisis. Todo un desafío, porque ésta no es la primera burbuja que estalla en los últimos quince años, por lo que no podemos aducir sorpresa o novedad.
Pero lo peor está por venir, estamos ante una turbulencia financiera que nos tiene ocupados desde hace un año y todavía no vemos el final del túnel. El problema es que nadie sabe realmente cuántas hipotecas basura existen en el mundo, eso no lo sabe nadie, porque uno de los problemas fue que diversas entidades bancarias negociaron estas hipotecas, no sólo estadounidenses sino de otros países europeos y asiático. . La confianza es la clave de este proceso y cuesta mucho recuperar esta confianza, lo vemos muy claramente en los mercados intercambiarios, en los créditos que deberían darse los bancos entre sí en tiempos normales, pero que ahora no lo hacen porque no se fía uno del otro, incluso atesoran la propia liquidez porque nadie sabe si le tocará mañana.
Estamos en un mundo globalizado y los mercados financieros son posiblemente los más globalizados en todo el acontecer económico. Es muy difícil para otras regiones, Europa, o Centro y Sudamérica, poder inmunizarse frente a lo que está ocurriendo en Estados Unidos y si ahí los agentes financieros han perdido la confianza entre sí, pues esto se traslada también a otros agentes financieros que operan en otras regiones. No queremos buscar culpables pero lo que si está claro es que tenemos varios orígenes de esta crisis y lo más importante es que no son fallos del mercado, como dicen algunos políticos, sino que nos encontramos ante problemas que en última instancia los ha provocado el propio Estado. Me explico: en los últimos años el gobierno estadounidense desde tiempos de Clinton y luego Bush ha tenido una política decidida de promover la construcción de viviendas para personas con salarios bajos. En primer lugar nos encontramos con errores de predicción, observamos una gran falta de previsibilidad estratégica de bancos, empresas y, sobre todo, de las autoridades financieras tenemos aplicaciones complejas y costosas de IT, modelos estratégicos sofisticados, asistidos por consultores de gran porte. Pero, en realidad, como en el Titanic, no estábamos preparados para prevenir la contingencia y enfrentarla. En segundo lugar, debemos analizar la actitud de las evaluadoras de riesgo los bancos colocadores. Estas instituciones han jugado el papel limpio pues se suponía que debían asegurar la calidad de los papeles en juego. Sin embargo, esto no ocurrió. Así, su falta de responsabilidad profesional ha quedado en evidencia y exige un reordenamiento y un control estricto de sus actividades. Otro tanto se aplica a las entidades financieras involucradas. No se puede cometer la ingenuidad de creer que la crisis se resuelve con la quiebra de algunos fondos hipotecarios. No obstante, lo que está claro es que se trata de una crisis compleja, que aún está en proceso, que no sabemos como concluirá y cuales serán sus costos financieros y humanos finales.
Pero también es cierto que la comunidad toda espera una respuesta de sus dirigentes, respuesta que no es sólo financiera y reglamentaria, sino que también es moral, pues la responsabilidad de los que dirigen es insoslayable en cuanto a las consecuencias de sus acciones.Las medidas que se adopten no serán un regalo para los bancos afectados, las inyecciones de capital no serán un regalo, sino que, como contrapartida, deberán aceptar directivas del Estado en sus negocios y toma de decisiones. Ello no es otra cosa que una nacionalización, si bien parcial y por un tiempo limitado. Además, cuando a los bancos les vaya mejor, tendrán que reembolsar lo que el Estado haya aportado.
DIGNA Mª CARRASCO

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