El reciente plan de rescate que se proponían realizar, conjuntamente, tanto el Tesoro americano como la Reserva Federal, con el fin de aliviar la carga de las maltrechos balances de las principales entidades financieras norteamericanas, se ha ido al traste después de que el Congreso decidiese rechazarlo por el compromiso que supondría en términos de recursos públicos, así como por la difícil justificación ante una ciudadanía tan instruida durante tanto tiempo en el pensamiento liberal.
Los 700.000 millones de $ del plan propuesto por la Administración Bush, con los que se pretendían adquirir los activos contaminados de las principales entidades financieras americanas, no han superado el filtro del Congreso con lo que el anuncio y un más que apresurado descuento respecto a la aprobación de dicho plan ha supuesto un varapalo para el mercado en cuanto a la posibilidad de que sigan cayendo más entidades, con la consiguiente dosis de inestabilidad que continua generando en las sensaciones de los inversores.
Este plan encontró la oposición del Congreso ya que equivaldría aplicar una política intervencionista en la meca del liberalismo y del libre mercado, toda una contradicción y todo precedente de cara al futuro en la manera de afrontar la política económica en EE.UU.
Este rescate implicaría un riesgo moral importante en los mercados financieros, el mercado competitivo por excelencia en el que las asignaciones se determinan por las propias fuerzas del mercado. La socialización de las pérdidas en un mercado de estas características, después de disfrutar, años atrás, de cuantiosos beneficios contabilizados en el pasado, daría lugar a una situación un tanto absurda, pero es en la que nos encontramos y la que se debe afrontar ya que si no se acometen medidas cuantos antes y no se rescata al mercado financiero de este circulo vicioso de insolvencia se puede producir un colapso financiero en EE.UU. que acabe por afectar al mercado financiero internacional y, por lo tanto, al devenir de la economía mundial. Por cierto, la caída de fichas en el dominó financiero ya ha traspasado el océano...
Los 700.000 millones de $ del plan propuesto por la Administración Bush, con los que se pretendían adquirir los activos contaminados de las principales entidades financieras americanas, no han superado el filtro del Congreso con lo que el anuncio y un más que apresurado descuento respecto a la aprobación de dicho plan ha supuesto un varapalo para el mercado en cuanto a la posibilidad de que sigan cayendo más entidades, con la consiguiente dosis de inestabilidad que continua generando en las sensaciones de los inversores.
Este plan encontró la oposición del Congreso ya que equivaldría aplicar una política intervencionista en la meca del liberalismo y del libre mercado, toda una contradicción y todo precedente de cara al futuro en la manera de afrontar la política económica en EE.UU.
Este rescate implicaría un riesgo moral importante en los mercados financieros, el mercado competitivo por excelencia en el que las asignaciones se determinan por las propias fuerzas del mercado. La socialización de las pérdidas en un mercado de estas características, después de disfrutar, años atrás, de cuantiosos beneficios contabilizados en el pasado, daría lugar a una situación un tanto absurda, pero es en la que nos encontramos y la que se debe afrontar ya que si no se acometen medidas cuantos antes y no se rescata al mercado financiero de este circulo vicioso de insolvencia se puede producir un colapso financiero en EE.UU. que acabe por afectar al mercado financiero internacional y, por lo tanto, al devenir de la economía mundial. Por cierto, la caída de fichas en el dominó financiero ya ha traspasado el océano...
RUBÉN VÁZQUEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario