A mediados del 2007 se sitúan los primeros rumores que encienden las alarmas, comienza a rumorearse, nadie se lo cree pero empieza el “runrún”. ¿Es posible que haya crisis? No, es imposible, tengo trabajo, una buena hipoteca, voy al fútbol los domingos… ¿Crisis? Yo no. El hecho de que en Estados Unidos comenzaran a dispararse poco a poco las alarmas no nos importaba, eso es en Estados Unidos, aquí eso no llega….
Según los expertos el origen de la actual crisis se centra en las hipotecas “subprime” estadounidenses, hipotecas firmadas bajo unos niveles de exigencia mucho menores que los existente en Europa y a causa de las cuales, muchos bancos se vieron “reconvertidos a inmobiliarias” dada la alta tasa de morosidad existente en dichas hipotecas. Pasados los meses, el punto de inflexión lo marcarán el banco Lehman Brothers y la aseguradora AIG, con dos sonados batacazos que harán retumbar los cimientos de la economía mundial.
La desconfianza aterriza en el panorama, las bolsas se desploman tanto en Europa como en Estados Unidos. En Estados Unidos comienzan a lanzar ofensivas de planes de rescate, primer intento fallido, segundo intento aceptado pero con reticencias. Los planes de rescate europeos no se hacen esperar, parecía que no necesitaríamos llegar a ellos pero la situación es ya insostenible. En Alemania la cifra del rescate se marca en 470.000 millones de euros, en Francia 360.000 millones, en España se cifra en 100.000 millones de euros los avales de la deuda contraída hasta el final del 2009, pero nos queda una larga travesía por el desierto. A pesar de todas estas medidas, la gente de la calle cada día ve peor la situación, cuantos más planes de rescate, más desconfianza. “Algo irá mal si el Gobierno pone tanto dinero” se comenta en la calle.
El ciudadano de base es el que finalmente sale más perjudicado. Los despidos abundan y el paro se llena de gente y de hipotecas, la cultura del ladrillo y el consumismo se desmorona empezando desde abajo, desde el pueblo, aquel al que tanto incitamos a comprar y consumir y ahora está ahogado por las deudas, aquel que…tendrá que pagar la deuda que todos generamos con nuestro afán de ser los más listos y los más guapos de todos.
FRANCISCO PARDO
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