jueves, 13 de diciembre de 2007

Impuesto sobre el patrimonio o crónica de una muerte anunciada

Ya es oficial. Los dos únicos partidos con posibilidades de gobernar han anunciado la decapitación del Impuesto sobre el Patrimonio. Este tributo pasará por fin, a la oscura historia tributaria de este país en la próxima legislatura
El anacronismo de este impuesto en nuestro sistema tributario puede ser explicado por diferentes motivos: recae sólo sobre las rentas medias, es una antigualla que sólo existe en Francia y en España en el conjunto de la Unión Europea, tiene un escasísimo poder de recaudación y, sobre todo, es un claro ejemplo de doble imposición (se grava dos veces la misma base imponible)

Así, por ejemplo, un padre de familia que adquiere un inmueble va a tributar:
1. Por su adquisición: Impuesto de Transmisiones Patrimoniales
2. Por el mero hecho de seguir teniendo el inmueble: Impuesto sobre el Patrimonio
3. Por las rentas que pueda dar ese inmueble: I.R.P.F

Por si fuera poco, si esta propiedad la transfiere con el paso del tiempo a sus hijos por sucesión mortis causa, ¿por qué han de volver a tributar por unos bienes que muy probablemente han venido disfrutando desde su juventud?
La eliminación de este impuesto junto a la más que posible reducción de los tipos del I.R.P.F y del Impuesto de Sociedades de cara a la próxima legislatura no es solo una excelente noticia para los bolsillos de los ciudadanos, sino también para las arcas del Estado.

Parece que nuestros gobernantes se están dando cuenta de que cuando la presión fiscal es muy alta (en estos momentos el 39,7% del PIB), la rebaja de impuestos introduce beneficios en la economía, que se traducen en que la gente trabaja mas o se pasa de la economía sumergida a la economía real, con el consiguiente aumento de la inversión, el empleo y el consumo. El Estado además recaudará más, al mismo tiempo que aumenta la renta disponible de los ciudadanos. Puede que Laffer tuviera razón…



Raúl Alborés Cabaniña

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto a la desaparición del Impuesto sobre Patrimonio esta claro que se trata de una política que va contra la clase media favoreciendo a los grandes patrimonios.
-Primero,porque no olvidemos que se trata de un impuesto que grava el patrimonio neto. Es decir, el conjunto de bienes y derechos de contenido económico de los que la persona es titular, con deducción de las cargas y gravámenes que disminuyen su valor y de las deudas y obligaciones personales de las que deba responder su propietario.
-Segundo, porque aquellos obligados a declarar son los que tengan un patrimonio en bienes y derechos superior a los 108.182,18 euros, quedando exenta la vivienda habitual hasta 150.253,03.
Y como se trata de un impuesto personal, cuya única forma de tributación es la individual, en el caso del ejemplo "padre de familia desvalido ante un estado impositivamente opresor", sólo estaría obligado a declarar si su vivienda habitual cuya titularidad está a nombre de ambos cónyuges, es superior a esa cifra exenta multiplicada por dos y que además esté libre de deudas.
No olvidemos tampoco que se trata de un impuesto que recaudan y gestionan las Comunidades Autónomas y se estimaba en 1.400 millones de euros aproximadamente.

linodelvalle dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo Raúl. Existe un pensamiento generalizado de que el Gobierno con su política fiscal puede solucionar completamente los problemas económicos de la sociedad, la cuestión sólo radicaría en si la política es correcta o no. Con ello no quiere decir que esté totalmente de acuerdo con Laffer y su curva.
Creo que parte del problema subyace y deriva de la economía Keynesiana y su teoría del multiplicador del gasto público. De forma resumida esta teoría afirma que el incremento en el gasto público a través de la manipulación de impuestos provocaría un aumento de la demanda agregada.
Aunque en la actualidad no se sigan estas teorías, permanece la idea de que los impuestos pueden beneficiar a la economía. Creo que los impuestos, a pesar de que buscan tener un efecto beneficioso para la sociedad tratando de elevar el bienestar social, interfieren en el buen funcionamiento de la economía.
El correcto funcionamiento de esta depende de la iniciativa empresarial y privada, todo lo que interfiera en ella será negativo para la sociedad. Las sociedades con menor iniciativa empresarial, son curiosamente la de los países menos desarrollados, y en muchos casos, en los que las políticas económicas gubernamentales son más opresoras sobre el ciudadano; a pesar de todo ello creemos en los países desarrollados que la diferencia de bienestar social viene dado sólamente por cuestiones como es el caso, fiscales. En mi opinión esto es un grave error, la diferencia viene dada por la base de ahorro ciudadana, la acumulación de capital, la iniciativa empresarial para desarrollar sus proyectos. Esto es lo que ha logrado elevar nuestro nivel de vida a niveles no vividos en ningún momento de la historia.
Ojalá los políticos se hayan dado cuenta, de que una menor presión fiscal puede acelerar una economía que tiene visos de desaceleración, sin embargo parece más un reclamo político que algo que se vaya a cumplir realmente.