lunes, 26 de octubre de 2009

Política retributiva austera, ¿es posible?

Durante las últimas semanas, uno de los temas más destacados a nivel europeo ha sido el de los elevados salarios que cobran los directivos del sector bancario.

En España, el hecho de que José Ignacio Goirigolzarri, ex consejero delegado del BBVA, se vaya a embolsar unos 53 millones de euros en concepto de pensión de jubilación (aproximadamente 3 millones de euros al año), ha puesto de manifiesto la oposición de una gran parte de la sociedad, teniendo en cuenta el período de crisis económica en el que nos encontramos.

Este caso no ha sido el único, ya que en los últimos años, empresas de gran importancia a nivel mundial, como el Banco Santander, Endesa o Repsol YPF, han hecho frente a indemnizaciones millonarias para despedir a sus altos cargos, aunque quizás por el momento en el que ocurrieron, años en los que no escuchábamos cada día, varias veces incluso, la palabra crisis, pasaran más o menos desapercibidos para nosotros.
Desde mi punto de vista, las indemnizaciones anteriormente mencionadas, así como los bonus por objetivos que cobran los altos directivos son excesivamente elevados, y provocan que la solución a la crisis económica actual se vea cada vez más lejos.

Cualquier política retributiva debe perseguir dos objetivos fundamentales, atraer y mantener a los empleados más eficientes y capacitados, y compensarles en función del trabajo que se les exige.

Que las entidades financieras utilicen una retribución variable es beneficioso en cuanto a que los trabajadores luchan por alcanzar los objetivos, y así obtener los incentivos que la empresa ofrece. Sin embargo, esto puede tener efectos contrarios a los deseados, cuando un trabajador arriesga demasiado o de manera innecesaria para lograr dichos incentivos y enriquecerse de manera individual, obviando los objetivos de la empresa.

Hay que tener en cuenta que, en el sector bancario, el exceso de riesgo asumido tiene más relevancia, ya que, si una operación en estas condiciones fracasa, las pérdidas son trasladadas a los accionistas, a los clientes y, en algunos casos, al sector público, por tanto, estamos ante una situación que pone en peligro la estabilidad financiera.

Estoy de acuerdo con la utilización de una política retributiva variable, pero de forma moderada, ¿es esto posible? Quizás la solución radique en la limitación (no desaparición) de los bonus, estableciéndolos en función de los resultados de la entidad, es decir, en caso de que el resultado sea positivo, un porcentaje de dicho beneficio podría ser repartido entre los directivos, en función de su trabajo y del esfuerzo empleado en lograrlo.

De esta manera, el objetivo de los directivos coincidiría en su totalidad con el de la entidad (alcanzar el máximo beneficio posible), y todos irían en la misma dirección para lograr su consecución. Evitaríamos así las conductas oportunistas y, se produciría un aumento importante de liquidez en el sistema, contribuyendo a la mejora de la situación económica actual.

En definitiva, si todos debemos poner de nuestra parte para que la crisis termine lo antes posible, ¿por qué no empezar a hacer las cosas bien desde el núcleo del problema, con simples limitaciones?
Lucía Márquez Quiza

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