jueves, 7 de enero de 2010

¿CRÉDITO SECO?

El mercado de crédito es aquel en el que se realizan operaciones de financiamiento y que se basa en la cesión temporal de recursos financieros, las cuales se realizan a cambio del pago de un tipo de interés pactado previamente, devolviendo el monto de dinero prestado, más el interés en un periodo de tiempo determinado.

El mercado de crédito gozaba de una salud excelente, con incrementos constantes en cuanto al volumen y a los miembros participantes. Cuando estalló la crisis, los inversores han asistido a un cambio en su perspectiva acerca de este tipo de mercado.

En primer lugar, los miembros del mercado, a costa de lograr cada vez mayores beneficios a través de la titularización de activos, han ignorado el riesgo a través de su división y posterior reparto de préstamos entre diferentes inversores o manteniéndolos en propiedad pero fuera de sus balances a través de una inversión estructurada con paquetes de activos con diferentes tipos de calidad crediticia (prime, subprime).

Del mismo modo, personas que no podían hacer frente al pago de una hipoteca y sin trabajo, han tenido acceso a una vivienda. Esto se pudo hacer ofreciendo pagar tipos bajos durante los primeros años y basándose en un incremento elevado y constante de los precios de la vivienda. Por supuesto, las entidades emisoras tomaron medidas asegurando el posible impago a través de contratos suscritos con aseguradoras.

La rotura de este entramado se ha debido a la subida de tipos en Estados Unidos y a la consiguiente ralentización en la demanda y construcción de viviendas. Ha tenido como consecuencia y de forma generalizada la extensión de la incertidumbre a todos los mercados y el aumento de la volatilidad. Todas las bolsas han sufrido descensos y el sector más perjudicado ha sido el financiero (bancos y aseguradoras).

En 2008, el sector financiero se acostumbró a las inyecciones gigantescas de liquidez con las que los bancos centrales y los gobiernos intentaron solucionar la sequía de crédito que azotó la economía mundial. No habían contado con la falta de confianza y la incertidumbre que las quiebras empresariales y las intervenciones públicas en bancos extranjeros provocaron en el mercado, la consecuencia inmediata fue que el coste de financiación de los bancos se disparó hasta el punto de limitar su capacidad de prestar dinero, y muchas transacciones se cancelaron o pospusieron debido al inestable entorno financiero; por lo que la banca de inversión deberá acostumbrarse a un escenario radicalmente distinto al de los últimos años , y que les ha obligado a cambiar sus hábitos de la noche a la mañana.

Todo esto llevó a una subida del precio del dinero. La escasez, sin embargo, no es el único motivo que explica la fuerte subida del precio de los préstamos, los bancos revisan ahora con más detenimiento el nivel de deuda de sus clientes y su capacidad para repagarla durante la vida del préstamo, se acortan los plazos y han aparecido nuevas formas de fijar precios. Pero, sobre todo, la consecuencia principal ha sido la desaparición casi total de las operaciones aseguradas.

Para ver la luz al final del túnel es necesario que el mercado retome la confianza. La situación macroeconómica, con la recesión española, europea y mundial, el paro, la falta de liquidez y de capital del sistema financiero, la bajada del consumo privado y el empeoramiento en la calidad crediticia de las empresas, apuntan a una continuación de la evolución negativa del precio de los créditos.

Por esto, mientras dura el temporal lo más apropiado es estar fuera de renta variable, en cambio, es momento para estar en mercados cuya evolución no dependa tanto de países emergentes como EEUU y optar por productos que se beneficien de la volatilidad.

Miriam Yañez Fernández

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