jueves, 7 de enero de 2010

EL MERCADO DE CRÉDITO.

Debemos pensar que los excesos cometidos por la mayor parte de los actores del mercado financiero durante muchos años derivó en una situación caótica en la cual el miedo y la desconfianza se convirtieron en los principales dominantes del sector. Esto trajo consigo una serie de consecuencias negativas en cadena que hizo tambalear la economía mundial.

A raíz de todas esas consecuencias el sector financiero se acostumbró a las inyecciones gigantescas de liquidez con las que los bancos centrales intentaron solucionar la sequía de crédito que azotó la economía mundial. Las autoridades de la política monetaria esperaban que, una vez inyectado cierto respiro de liquidez, el crédito fluyera por el sistema por si mismo hasta llegar a su destino final: el tejido empresarial. Pero, vana esperanza. Los medios de canalización que debían llevar esa liquidez a su destino -los bancos- siguen agujereados por la falta de confianza, y la situación no cambiará mientras esos canales no se reparen.

Hasta que eso ocurra, la banca de inversión deberá acostumbrarse a sobrevivir en un escenario radicalmente distinto al de los últimos años, y que les ha obligado a cambiar sus hábitos de la noche a la mañana. Y es que, tal y como apunta todo el sector de manera unánime, la recuperación no llegará de momento.

Con la desconfianza en el sector en máximos históricos, la consecuencia inmediata fue que el coste de financiación de los bancos se disparó hasta el punto de limitar la capacidad de éstos de prestar dinero y esta situación no tardó en reflejarse en el mercado y por tanto en el día a día de particulares y empresas (privadas y públicas). Por tanto, y como ocurre en cualquier mercado regido por la oferta y la demanda, la restricción de la primera llevó, irrevocablemente, a una subida del precio del producto en cuestión: el dinero.

El diferencial entre el tipo de interés que se fija en un préstamo y el del índice que sirva de referencia, por ejemplo el euribor, se ha disparado y una compañía que antes podría estar pagando 40 puntos básicos a 5 años ha visto como sus costes de financiación se multiplicaban por cinco.

Los bancos están ahora más enfocados en el perfil crediticio de sus clientes, es decir, que revisan con más detenimiento su nivel de deuda y la capacidad para refinanciarla durante la vida del préstamo. Sus balances son ahora mucho más limitados, y se tiene que obtener más rentabilidad con menos riesgo, así que se han vuelto mucho más selectivos.

En definitiva, no es tanto la falta de dinero para hacerlo circular sino la desconfianza existente en quien lo tiene por el consiguiente miedo a que no se lo devuelvan. Por ello, mientras la una y el otro no desaparezcan, el mercado de crédito estará más reacio a fluir con facilidad y seguridad.

José Ramón Cundíns




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