martes, 19 de enero de 2010

¿“Sequía” crediticia?

Al tratarse de uno de los sectores más castigados por la crisis financiera en la que estamos inmersos, ciertamente la actuación del mercado de crédito cobra una gran importancia en el contexto actual.

Sabemos que el mercado de crédito es aquel en el que, entre instituciones, empresas o personas naturales (nacionales o internacionales), se realizan operaciones de financiamiento en base a la cesión de recursos financieros, en sus dos acepciones: “préstamos” y “créditos”, siempre a cambio del pago de un tipo de interés y de la devolución del capital prestado más el interés, en un determinado período de tiempo.

La cuestión es: ¿Estamos ante una sequía crediticia? La observación de la mayoría de los recientes indicadores económicos conduce en efecto a una conclusión afirmativa. Sin embargo, al analizar con más detalle esta cuestión, es posible constatar que ya desde hace algunos años viene gradualmente produciéndose la debilitación del crédito hasta llegar a los actuales e insostenibles niveles. Las dificultades por las que está atravesando la banca española y los problemas de los mercados financieros han sido determinantes para que innegablemente se intensifique la contracción de los créditos. Tampoco es menos cierto que, justo en un momento en que se hace más necesaria la búsqueda de financiación por parte de las empresas y de los particulares, se viene progresivamente dificultando el acceso a los créditos que, además, son cada vez más caros.

La caída y el deterioro del mercado crediticio no se ha producido en soledad pues han sido múltiples los sectores simultáneamente arrastrados por esta tendencia. Una de las causas de este debilitamiento ha sido la concesión, con frecuencia imprudente, de numerosos créditos dirigidos particularmente al sector inmobiliario e inclusive, de forma general, a las actividades económicas secundaria y terciaria relacionadas con la vivienda, antes mismo del estallido de la burbuja inmobiliaria.

Aunque son muchas las circunstancias negativas, es posible considerar que no se está, de forma generalizada, ante un sistema crediticio en sequía. Son ciertos sectores los que efectivamente se encuentran en esta situación, lo que se agrava si tenemos en cuenta la dependencia del sector crediticio y del sistema financiero al ahorro externo, circunstancia que contribuye a incrementar la deuda y a debilitar el sistema.

En esta fase de la crisis sería conveniente volver a reflexionar acerca de los reales motivos y circunstancias financieras que motivaron el desvío del crédito del sistema productivo, actividad fundamental para generar riqueza, y lo redireccionaron, en buena medida, hacia la administración pública haciendo con que sea el gobierno uno de los principales, sino el principal, cliente de los créditos. Por tanto, refugiarse en la idea o prejuicio de la insolidaridad de la banca es sencillamente no comprender que el verdadero negocio de los bancos es tomar depósitos y dar créditos.

Es imperativo restablecer urgentemente la confianza en los mercados financieros para sanear el sector crediticio y así llevar a cabo las políticas monetarias precisas. Asimismo, nos encontramos ante un proceso de reestructuración financiera que deberá ser concluido lo antes posible para que las entidades de crédito puedan en definitiva dedicarse a una de sus dos actividades primordiales: conceder créditos, lo que contribuirá a reactivar la economía.


Tania Marcos Alonso

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