jueves, 28 de enero de 2010

En busca del crédito perdido

Uno de los grandes problemas de la economía española a lo largo de todo este ciclo de crisis financiera está siendo, sin duda, la constricción del mercado de crédito bancario. Tal y como refleja el Eurobarómetro, los españoles somos los ciudadanos de la Unión Europea que presentamos mayores dificultades para conseguir hipotecas, créditos y tarjetas de pago. Para intentar mitigar esta situación, el Estado ha prestado al sector bancario español grandes sumas de dinero en concepto de ayudas con el objetivo de inyectar liquidez en el sistema y así restablecer el flujo de capitales por toda la economía.

Sin embargo, y a pesar de la aprobación de estas medidas, en el conjunto de la sociedad persiste la sensación de que esas ayudas no están llegando realmente a las familias y a las pymes, colectivos que constituyen indiscutiblemente los núcleos económicos más importantes y numerosos de cualquier país. En el caso concreto de las pymes, no debemos olvidar que representan más del 99’8% de las empresas en España y son responsables de casi el 80% de la ocupación total, por lo que su trascendencia en relación al empleo y la economía nacional resulta ciertamente decisiva.

La banca argumenta, de forma totalmente razonable, que en tiempos de crisis como los que estamos viviendo, es lógico que se produzca un descenso considerable en la concesión del crédito bancario. Esta situación está motivada por el propio aumento de las peticiones de crédito, pero se ve igualmente agravada por un descenso generalizado en la solvencia de los solicitantes. Obviamente, prestar dinero en las condiciones actuales implica un gran riesgo que no todas las entidades están dispuestas a asumir.

No obstante, no debemos olvidar que durante la época de bonanza económica anterior a la crisis, fueron concedidos un número totalmente desorbitado de créditos y préstamos en nuestro país y, dado que el ahorro español resultaba insuficiente para hacer frente a esta desenfrenada tendencia, el sector bancario no tuvo otra solución que recurrir al endeudamiento exterior. La obligación por parte de los bancos de devolver ahora esa deuda, explica, en parte, que el mercado de crédito español todavía no haya experimentado una cierta recuperación a pesar de las ayudas estatales recibidas. Esto se debe a que gran parte de ese dinero no se está poniendo en circulación tal y como era su propósito, sino que está siendo destinado a paliar la deuda contraída por los bancos en una época tan rebosante de euforia y bienestar como plena de irresponsabilidad.

En cualquier caso, las entidades bancarias tampoco podrían, aunque quisieran, dedicar sus esfuerzos a la reactivación del mercado crediticio, ya que muchas de ellas tienen ahora mismo como máxima prioridad el intentar reducir a toda costa el elevado stock inmobiliario acumulado en los últimos años. Y, por si todo esto no fuera suficiente, la gran mayoría de estas entidades se encuentran asimismo sumidas en arduos y eternos procesos de fusión e integración, por lo que, en resumen, nos encontramos con que las entidades de crédito permanecen enfrascadas en un sinfín de operaciones de toda clase con la excepción, precisamente, de la concesión de créditos.

Rubén Río García

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