martes, 12 de enero de 2010

Restricción del Crédito

Como dijo en su momento Goldman Sachs, ‘recuerden que el crédito es la grasa que hace girar la rueda de la actividad; si ésta se seca radicalmente, lo más probable es que la rueda se pare’.

Y la rueda se paró.

Tras el derrumbe bursátil mundial en cadena, los mercados financieros y de dinero alrededor del planeta entraron en una increíble reacción de pánico, lo cual ocasionó como consecuencia directa que el dinero se volatilizara y desapareciese de los mercados financieros rapidamente. Pero ahí estaban los supuestos salvadores: los bancos centrales que, en una reacción sin precedentes salieron como locos a inyectar liquidez en unos mercados que se encontraban totalmente secos de fondos y enfermos de una increíble furia vendedora.

¿Fue esto suficiente para calmar los ánimos y devolvernos el espíritu del que gozábamos anteriormente? Muchos analistas dicen que lo mejor en estos casos es por supuesto tomar el efectivo y dejar la platea raudos y veloces hasta que pase el huracán.

Pero, ¿qué ocurre con la frase que tanto y a muchos hemos oído durante la crisis de ‘ya no creo en mi banco’? O peor, ‘Ya no creo en los bancos’, generalizando la frase.

Si a crisis financiera le sumamos una fuerte depresión, miedo y paranoia de los clientes y su correspondiente conmoción, lo que tenemos en realidad es que todo el efectivo que existía hasta el momento se diluye y se detiene el crédito interbancario.

Hay muy poco dinero y es caro. ¿Quieres financiarte? Págamelo caro.

¿Qué significa esto? Pues volviendo a la frase con la que iniciaba el artículo, fin del crédito significa fin del consumo, y por extensión fin del crecimiento.

¿Y qué hay de la crisis de la economía real tan acusada en España, y que deriva de todo esto? Es sin duda un juego de palabras, pero en mi más humilde opinión creo que hemos pasado de hablar de volatilidad del mercado, a hablar de la volatilidad del dinero, pero en términos distintos. Se dice que la desconfianza en el sector se encuentra en máximos históricos y es verdad, además es algo que no tardó en reflejarse en el mercado desde que empezamos la crisis.

Esta desconfianza hace que el coste de financiación bancario de eleve, limitando la concesión de crédito de éstos, de prestar dinero.

Nuestra rueda sigue parada, pero surge en este momento una pregunta muy recurrente: ¿volverá a rodar como siempre y con la misma confianza de antaño, o será necesario un cambio?

Creo que la dirección que tomaremos a partir de ahora implicará un cambio, y grande.

Alex Pampin

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