En los últimos meses hemos visto como se han convocado varias cumbres por parte de los países más poderosos del mundo: G-7, G20…. Pero… ¿se ha sacado alguna conclusión de las mismas?
En mi opinión no. No hemos sacado ninguna conclusión en firme, pero la realidad es que tales cumbres han creado una gran expectación tanto en los medios de comunicación como en la ciudadanía.
Aunque los gobernadores de los G-20 acudan a la cumbre con los deberes hechos, es imposible que en un día se tomen las medidas necesarias para abordar los problemas de desempleo, morosidad, falta de liquidez, debilidad del sector financiero, debilidad del sector de la construcción y recesión económica, entre otros, a los que nos enfrentamos.
Lo único que he podido observar es que, en cierto modo, estas cumbres contribuyen a calmar un poco el nerviosismo y la desconfianza de la población mundial. Los gobernadores de los países más ricos se unen para hacer frente a una situación que nos preocupa a todos, reflejando que “la unión hace la fuerza”, en mi opinión, con la finalidad de evitar posiblemente el desarrollo de políticas proteccionistas por parte de los que ven como enemigos. Pero lo que finalmente ocurre es que cada país toma medidas individualistas, mas encaminadas al dicho: “sálvese quien pueda”. El más claro ejemplo esta en el sector del automóvil, EEUU salva a General Motor a través de subvenciones, Francia inyecta liquidez a Peugeot, Alemania ayudará a Opel…
En esta última cumbre, celebrada a principios del mes de abril, se han determinado principalmente dos medidas, la inyección de 1,1 billones de dólares para estimular la economía y las líneas generales de un plan de regulación del sector financiero. Es decir, medidas que ayudan, pero que no son suficientes para solucionar la crisis actual. Es más, la próxima cumbre se vaticina para finales de año. Los gobernadores y ministros de economía de los países integrantes de los G-20 deberían afrontar estas cumbres con un mayor compromiso, de un modo más organizado, acompañado de unos planes detallados y con un calendario que permitiese el seguimiento de las acciones puestas en marcha. Mientras tanto nos conformaremos con cumbres esporádicas y una fotografía, eso sí, en primera portada, para el recuerdo.
Maite Prieto Sánchez.
En mi opinión no. No hemos sacado ninguna conclusión en firme, pero la realidad es que tales cumbres han creado una gran expectación tanto en los medios de comunicación como en la ciudadanía.
Aunque los gobernadores de los G-20 acudan a la cumbre con los deberes hechos, es imposible que en un día se tomen las medidas necesarias para abordar los problemas de desempleo, morosidad, falta de liquidez, debilidad del sector financiero, debilidad del sector de la construcción y recesión económica, entre otros, a los que nos enfrentamos.
Lo único que he podido observar es que, en cierto modo, estas cumbres contribuyen a calmar un poco el nerviosismo y la desconfianza de la población mundial. Los gobernadores de los países más ricos se unen para hacer frente a una situación que nos preocupa a todos, reflejando que “la unión hace la fuerza”, en mi opinión, con la finalidad de evitar posiblemente el desarrollo de políticas proteccionistas por parte de los que ven como enemigos. Pero lo que finalmente ocurre es que cada país toma medidas individualistas, mas encaminadas al dicho: “sálvese quien pueda”. El más claro ejemplo esta en el sector del automóvil, EEUU salva a General Motor a través de subvenciones, Francia inyecta liquidez a Peugeot, Alemania ayudará a Opel…
En esta última cumbre, celebrada a principios del mes de abril, se han determinado principalmente dos medidas, la inyección de 1,1 billones de dólares para estimular la economía y las líneas generales de un plan de regulación del sector financiero. Es decir, medidas que ayudan, pero que no son suficientes para solucionar la crisis actual. Es más, la próxima cumbre se vaticina para finales de año. Los gobernadores y ministros de economía de los países integrantes de los G-20 deberían afrontar estas cumbres con un mayor compromiso, de un modo más organizado, acompañado de unos planes detallados y con un calendario que permitiese el seguimiento de las acciones puestas en marcha. Mientras tanto nos conformaremos con cumbres esporádicas y una fotografía, eso sí, en primera portada, para el recuerdo.
Maite Prieto Sánchez.
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