lunes, 2 de febrero de 2009

MOROSIDAD

Nuestro sistema financiero ha demostrado solidez en malos momentos. Mientras caen bancos en las economías más desarrolladas, como Estados Unidos, Reino Unido o Francia, los bancos españoles están absorbiendo a otros bancos extranjeros, se están capitalizando y dan garantías de solvencia.
El Gobierno español ha impulsado un plan de ayuda al sistema financiero que consta de tres medidas importantes: el aumento de las garantías de depósitos hasta los 100.000 euros, la compra de activos bancarios sanos hasta los 50.000 millones de euros, y la concesión de avales a los bancos hasta los 100.000 millones de euros. A través de este plan, los bancos están obteniendo importantes fondos del Estado, nunca de forma gratuita, sino que tienen que pagar el correspondiente interés de mercado.
Los datos que se manejan sobre la morosidad tanto de bancos como cajas de ahorro. La Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) ha advertido que la morosidad de las entidades bancarias alcanzará el 6 por ciento durante 2009, un porcentaje "malo", pero "no preocupante", ya que España ha tenido tasas de hasta un 8 o 9 por ciento, por lo tanto confía en la fortaleza de las entidades.
A pesar de ser nuestro sistema financiero sólido, de contar con importantes ayudas del gobierno español, la realidad contrasta con otra que también vivimos. Nuestras empresas y las familias tienen muchas dificultades en la obtención de créditos. La morosidad de los bancos se ha triplicado y la de las cajas se ha multiplicado por cuatro en un año. La bajada de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) no se está trasladando de forma inmediata al euribor.
Los bancos justifican la menor concesión de créditos alegando que ha bajado mucho su demanda, por la caída del consumo y la inversión, pero el principal cambio que se ha producido con la crisis financiera internacional es que ha aumentado mucho el riesgo. Por ello, si el objetivo de la banca, hace unos años, era obtener beneficio con la concesión de más préstamos, ahora se ha fijado como principal objetivo el reducir el riesgo, ante la pérdida de confianza que se ha producido.
Por otra parte, las crisis financieras conducen a procesos de concentración y ajustes. Si en los años 80 se redujo en más de cuarenta el número de cajas de ahorro, hasta llegar a las 45 que actualmente existen, en la actual crisis también se iniciará una nueva concentración de entidades financieras. Cuando se reducen los ingresos, lo normal es adoptar medidas que les permitan reducir costes, mediante economías de escala.
La banca ha de ajustarse a las nuevas circunstancias y hay que exigirle un comportamiento más comprometido con la situación económica en general y con su participación activa en la salida de la crisis. Y, sobre todo, los fondos públicos, para que cumplan con sus objetivos, no pueden ser utilizados más que para conceder créditos a las empresas y familias.
IGNACIO GONZÁLEZ

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