jueves, 8 de abril de 2010

ALGO TIENE QUE CAMBIAR…

Las Cajas de ahorro españolas se han convertido en uno de los temas que generan más controversia desde el estallido de la crisis, poniéndose de manifiesto las numerosas deficiencias presentes en su gestión.
Un gran número de economistas han sugerido la posibilidad de su privatización como única salida para mejorar sus maltrechas cuentas. En mi opinión sería una buena solución en algunos casos, ya que el control al que se han visto sometidas desde los estamentos públicos puede que las haya desviado de sus objetivos fundacionales.
Una posible privatización, obligaría a sus equipos gestores a centrarse en mayor medida en criterios económicos, ya que hoy en día su supervisión es escasa y no rinden cuentas de forma lo suficientemente transparente en la mayoría de los casos, salvo a los grupos con los que guardan cierta relación.
Digo esto, porque me pregunto si en realidad la obra social que realizan justifica la libertad con la que han operado en los últimos años. Con esto no quiero criticar la tarea social que realizan, ya que me parece una función muy elogiable y necesaria.
Una cosa si que está clara, la actual situación debe cambiar y no se pueden malgastar fondos públicos en corregir los perjudicados balances que presentan las Cajas, debido a su mala política de concesión de créditos. Lo que las ha llevado en algunos casos a presentar ratios de morosidad muy preocupantes.
Por otro lado la venta de las acciones de las cajas por parte del Estado podría destinarse a reducir el incremento cada vez más preocupante de la deuda pública, que unido a una mejor gestión de las mismas permitiría obtener mayores ingresos fiscales.
Las Cajas de ahorro que hayan hecho bien su trabajo y no precisen de ayudas para continuar con su actividad dentro de la normalidad, no deberían sufrir las consecuencias de aquellas que han cometido graves errores en su gestión. Pero en realidad, lo que creo que va a ocurrir es que se van a producir diversas fusiones dentro del panorama nacional, que en mi opinión no van a suponer un funcionamiento más eficiente por parte de las Cajas, sino que van a permitir simplemente que los gobiernos regionales puedan seguir manipulando las entidades a su antojo y en su propio interés.
Debido a que esta parece ser la única solución, por lo menos deberían estar representados en los Consejos de Administración de las Cajas todos los grupos de interés afectados, para que nadie las pudiera controlar en su propio beneficio y entre todos alcanzaran acuerdos comunes sobre su gestión.

Enrique Abuín Carnés

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