jueves, 8 de abril de 2010

¿Es la privatización la solución para sanear nuestra economía?



El debate ya está sobre la mesa.

Las crisis, como la que estamos atravesando, generan grandes oportunidades para reconducir, si verdaderamente se quiere, aquellas situaciones que dejaron de responder a las nuevas realidades que sucesivamente se van imponiendo. No olvidemos que la sociedad es cambiante, a veces a ritmo vertiginoso, y, como tal, es preciso promover ajustes destinados a responder con eficacia a estas nuevas necesidades, aunque ello implique renuncias importantes. Muchas son las experiencias de privatización ocurridas en nuestro país que demuestran ser posible lograr objetivos esenciales, como la reducción del déficit público, la estabilidad en el sector económico, la incorporación de nuevas empresas en los mercados, el aumento de la liquidez para las entidades y una mayor eficiencia y competitividad de las antiguas empresas y servicios públicos.

También se constata que sólo por medio de la privatización es posible introducir criterios de optimización y de racionalidad económica en las empresas de propiedad del Estado, garantizando así su viabilidad futura. En incontables ocasiones hemos observado que el sector privado supera el público pues, con frecuencia, este sector produce bienes y servicios de inferior calidad, si se compara con los bienes y servicios proporcionados por la iniciativa privada. Del mismo modo se observa que, al no tener que competir por el capital en el mercado y, en la mayoría de los casos, al no necesitar satisfacer los deseos de los consumidores para poder mantenerse en el mercado, la empresa pública muchas veces opera simplemente por inercia.

Son evidentes los efectos positivos de las privatizaciones en España: entre otros, un entorno económico estable y de mayor peso. En los últimos años se vienen protagonizado ciertas tendencias más propias de una moda que de este fenómeno económico en sí mismo, hecho que ha propiciado un aumento en la incorporación de nuevas empresas en el mercado y, consecuentemente, un incremento de nuevas empresas cotizando en bolsa. Se ha buscado por todos los medios a las economías domésticas para consolidar la dinámica exitosa del proceso de privatización y, arrastrada por esta moda y por un eufórico boca a boca, en los últimos quince años se ha disparado la incorporación masiva de nuevos accionistas provenientes de las pequeñas economías domésticas.

En el caso concreto de la privatización de las cajas de ahorro, son muchos los economistas que defienden que si estas entidades fueran de propiedad privada sería posible reducir sus distorsiones económicas provocadas por las cada vez más intensas interferencias políticas vividas en la gestión de las cajas en nuestro país. Por citar un ejemplo, el caso de la Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha (CCM).

Quizás sea la privatización la solución para este sector después de que nuestro sistema financiero se haya orientado de manera extrema a la búsqueda de grandes cifras de beneficio para conseguir una mayor cuota de mercado gracias a los reducidos márgenes de intermediación del propio sistema.

Para ello, es preciso que la clase política de nuestro país actúe con la madurez, responsabilidad y generosidad necesarias con vista a, renunciando al poder que le proporciona el control de las cajas de ahorro, promover, en beneficio de la salud económico-financiera de España, una nueva legislación de cajas que facilite su privatización, lo que allanaría los obstáculos para solventar muchos de los problemas que nos sofocan, especialmente la falta de crédito, la enorme crisis del sector inmobiliario, etc.

Lo cierto es que el debate está servido y, como en todo, nos podemos posicionar a favor o en contra de este tipo de medidas. De cualquier forma, a propósito de lo que aquí se comenta, conviene recordar lo que en algún momento dijo el estadista Winston Churchill: “ Algunos consideran que la empresa privada es como un tigre al que hay que disparar y otros la ven como una vaca que se deja ordeñar pero muy pocos la ven como lo que realmente es: un robusto caballo que tira del carro”.
Tania Marcos Alonso

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