jueves, 2 de abril de 2009

ECONOMÍAS DE CIENCIA FICCIÓN

La Ciencia ficción es un género que me apasiona. Su magia reside en que trata temas que aún siendo utópicos en la vida real, desde una perspectiva teórica podrían ser perfectamente posibles. De hecho, Julio Verne, considerado el padre de este género, ha sido visto por muchos como un adelantado a su tiempo, al tratar en sus novelas viajes y artilugios que verían la luz un siglo más tarde.
Grandes personalidades de la física teórica han hecho importantes contribuciones a este género; como el ya trascendente Albert Einstein.
Hay dos citas de este estudioso que me vienen al pensamiento, y ambas podrían aplicarse perfectamente a los dirigentes del panorama económico actual. Einstein decía que “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” y que “hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”.
Está claro que el hombre, por su estupidez, es la única especie que tropieza dos veces en la misma piedra y, la crisis actual da buena cuenta de ello. No en vano, surgen comentarios sobre el parecido entre la recesión actual y la que azotó al mundo en 1929, pero de lo que no se escucha tanto es de los errores que también se cometieron en el intento de salir de la Gran Depresión y que muchos dirigentes amagan estos días con repetir.
El proteccionismo fue la joya de la crisis de 1929. Con el objeto de defender la industria nacional, EEUU sube los aranceles a la importación grabando la entrada de mercancías internacionales provocando así el bloqueo de sus fronteras. El objetivo era tirar de la producción nacional para así mantener el nivel de empleo del país. A consecuencia de ello y como represalia, otros países elevaron las barreras a los productos estadounidenses, llevando el comercio mundial al estancamiento (de hecho, se contrajo en torno al 14%) y retardando la salida de la crisis. A consecuencia de la adopción de estas medidas, EEUU pasa de una tasa de paro del 8% al 25% en 1932.
A día de hoy, y gracias a actuaciones pasadas, existen acuerdos firmados en el seno de la OMC (creada tras el final de la 2º Guerra Mundial) con el objeto de regular el movimiento arancelario. Dichos acuerdos, impiden en gran medida el proteccionismo, ya que el margen de los países es más ajustado y entran en funcionamiento “firewalls” para prevenir posibles guerras comerciales, “firewalls” que no había durante la gran depresión. De todas formas, los tratados bilaterales y multilaterales poseen zonas de sombra; zonas donde los líderes mundiales se van a refugiar acuciados por la presión interna de sus países para la protección del empleo.
La solución que algunos países adoptan como “lícita” a esta encrucijada pasa por establecer, bajo las reglas de la OMC, unos aranceles muy elevados. La aplicación habitual es la de unos más bajos con lo que se fomenta el libre intercambio, pero esta horquilla les da margen para subirlos en épocas duras sin que ello suponga una violación de las reglas tratadas.
A pesar de la continua defensa del libre comercio en los diversos foros, la realidad es obvia. Son varios los países que, a pesar de tener pactadas rebajas arancelarias, han salido a la salvación de sus empresas con medidas claramente proteccionistas. Tal es el caso de los criticados rescates bancarios o de las ayudas a ciertos grupos empresariales. Francia, China, Canadá, Alemania, Rusia... la lista de países que han anunciado ayudas a su sector automovilístico es cada vez más extensa, otra forma de proteger.
Las exenciones fiscales también son otra de las armas proteccionistas. Como el caso de China, que ha elevado las exenciones fiscales para la exportación, lo que le puede permitir mantener sus precios bajos y por ende más competitivos.
Varios organismos internacionales ya están dando cuenta de la situación y han soltado la voz de alarma sobre la senda proteccionista que se está vislumbrando. Discurrir por este camino llevará a un empeoramiento de la crisis, tal y como ya sucedió en los años 30. Como decía Einstein “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Es un suma y sigue; los flujos comerciales se están viendo seriamente afectados por la crisis: el descenso de la demanda, las dificultades de las empresas para acceder al crédito que necesitan para exportar e importar... Si a eso se añaden medidas proteccionistas, la combinación puede ser letal.
La solución al problema: innovación tecnológica, reformas estructurales,… y libre comercio!. Utópico? Seguramente. Si es que al final nos encontramos en un contexto económico de ciencia ficción, donde las perspectivas teóricas, “en teoría” son perfectamente posibles pero la resolución en la práctica se vuelve una utopía. De ciencia ficción vamos!.
Debemos recordar que los problemas que tenemos se deben a que vivimos en una economía de consumo, donde el hecho de que se produzca un fallo en la cadena, genera un colapso del sistema. ¿Qué cadena? ¿Qué sistema? Creo que el video que os presento este mes solucionará muchas de estas preguntas y en cierto modo…..el porqué el proteccionismo puede ser un problema en el sistema global en el que vivimos. Disfrutadlo, merece la pena.

La Historia de las Cosas (The Story of Stuff) parte 1 de 3


La Historia de las Cosas (The Story of Stuff) parte 2 de 3


La Historia de las Cosas (The Story of Stuff) parte 3 de 3


Felipe Abad.

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