miércoles, 1 de abril de 2009

¿SE VALORAN LAS CONSECUENCIAS DEL PROTECCIONISMO?

Las políticas proteccionistas tienen como objetivo las importaciones, pero también pueden aplicarse a las exportaciones. Su fin es la defensa de los sectores estratégicos, y evitar las deslocalizaciones; en contraposición a las reglas de la competencia de la UE. Estas políticas podrían erosionar en gran medida la flexibilidad global y, por lo tanto, interrumpir el proceso de ajuste global.
En el mercado internacional, cada país utiliza sus propios mecanismos de negociación. Lo que cada estado pretende es eliminar cualquier tipo de medidas que encarezcan el comercio internacional, favoreciendo su propia industria, y las exportaciones; pero al mismo tiempo intentará evitar la entrada de productos extranjeros que puedan competir con los nacionales.
Así los países más poderosos, son lo más beneficiados al cerrar sus propias fronteras, y permitir la exportación a países más pobres. Lo que buscan es mayor libertad económica como una vía para solucionar la crisis y liberalizar el comercio global, lo que implica reducir los aranceles a la importación y dar menos subvenciones al sector agrario.
Sin embargo, el proteccionismo debería ser una herramienta para los países subdesarrollados hasta que puedan competir. En ese momento, deberían liberalizar su mercado para favorecer la adquisición de tecnología que permita mejorar su competitividad.
Los resultados de la aplicación de estas políticas proteccionistas son el encarecimiento de los productos, lo que obliga a los ciudadanos a dejar de consumir o restringir la demanda de ciertos artículos. Por otra parte, las empresas disminuyen su capacidad productiva al reducirse, en gran medida, la competencia exterior. Pero al mismo tiempo bajan las exportaciones por la dificultad de búsqueda de nuevos mercados extranjeros. Como consecuencia de todo esto empeora la actividad y el empleo, y desciende la demanda. Esta caída de la demanda afecta no sólo a España, sino que es un fenómeno global en el que está implicado todo el mundo.
Las economías más deficitarias sufren las restricciones crediticias y la merma de riqueza por las caídas brutales del precio de los activos; las exportadoras de materias primas ven evaporarse los beneficios por la bajada de los precios; y las que presentaban superávit han visto reducida su economía por la fuerte recesión. En todas, la producción y los pedidos de las empresas industriales sufren descensos no registrados desde hacía muchos años.
La mejor manera de superar esta crisis es basándonos en economías de libre mercado y dejando de aplicar las restricciones a las importaciones y los contribuciones a la producción nacional.


Begoña Requeijo

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