jueves, 30 de abril de 2009

¿ES ÚTIL LA ACTUACIÓN DEL G-20?

El G-20 es un grupo de países que ha sido formado en 1999. Representan el 85% de la producción mundial. Agrupa en su seno a los 8 países más industrializados (el G-8), a 11 países recientemente industrializados y a la UE. No obstante, en las dos últimas cumbres, tanto España como Holanda han sido invitadas, a pesar de que ambas quedan representadas por la UE. Dicho representante varía dependiendo del país que ostente la presidencia de la UE.
Este grupo se creó para intentar resolver las crisis financieras que tuvieron lugar en la década de los 90, así como para reconocer a los países emergentes. Desde su constitución, se ha celebrado una reunión anual en la que se han realizado consultas y se han llevado a cabo cooperaciones entre los países en lo que se refiere a aspectos del sistema financiero internacional.
Sin embargo, dada la situación actual en la que nos encontramos, en el año 2008 la cumbre del G-20 ha tenido lugar en dos ocasiones. La última fue el 14 y 15 de noviembre. Se considera una de las más importantes que se han llevado a cabo. Fue realizada en Washington y propuesta por la UE. Se trató de la primera cumbre internacional para afrontar la crisis financiera y, tal como expresó el entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush, “la primera de una serie”.
En dicha reunión, se abordaron las posibles soluciones para tratar la actual crisis, que se derivan de la reforma del sistema financiero internacional. Entre las medidas se encuentra dar más peso a las economías emergentes en el FMI y el Banco Mundial. También, evitar el proteccionismo, abogar por el libre mercado. Sin embargo, la mayoría de los países han aprobado ya medidas proteccionistas. Otras pautas que se contemplaron fueron la de crear planes fiscales con el fin de reactivar las economías, así como de aliviar las economías de las familias, y someter a todos los mercados financieros a una estricta regulación, dando un mayor control al FMI y al Banco Mundial, aunque evitando la regulación excesiva.
La segunda cumbre tuvo lugar en Europa, concretamente en Londres, el 2 de abril de este año. En la declaración final de la anterior cumbre, se fijó el 31 de marzo como plazo para haber llevado a cabo las reformas consensuadas entre los países, así como para ver lo hecho hasta ahora, y fue donde se decidió llevar a cabo esta segunda reunión.
Estuvo presidida por el Primer Ministro británico Gordon Brown. El seguimiento de las decisiones adoptadas se espera que se celebrará este otoño, después de que la presidencia del G-20 pase a Corea del Sur.
En ella, se tomaron medidas más concretas que en las de Washington. Entre ellas, perseguir el secreto bancario y la aportación de un fondo común de un billón de dólares para estimular el comercio. Una gran parte del fondo será dedicado al FMI, otra parte irá destinado a reactivar el comercio mundial y otra, para los bancos internacionales de desarrollo. Dichas medidas tienen como objetivo elevar el PIB mundial un 4% y acelerar la transición a una economía verde.
Por lo tanto, vemos que a nivel mundial los países se están implicando por dar salida a esta crisis, que es la peor desde la 2ª Guerra Mundial. Pero, ¿de verdad tienen utilidad?
Para empezar hay que decir que es complicado que los mandatarios lleguen a un consenso, pues tienen opiniones diversas (en muchos casos bastante distanciadas) sobre los diferentes asuntos. Pero no es imposible.
Muchos opinan que el motivo principal de estas cumbres es la de dar la sensación de que se está haciendo algo por superar esta situación. Pero, si no se celebrasen, ¿qué pensaríamos? Pues que no se está haciendo nada y que si se trata de una crisis a nivel mundial es lógico que se tomen medidas a nivel mundial, sin que por ello sea justo que sólo los países más desarrollados tengan voz a la hora de plantear las soluciones, así como la cantidad desorbitada de dinero que se utiliza para celebrar las cumbres.
Por ello, es acertado que se hayan hecho reuniones y que se sigan realizando, pero es preciso que se tomen medidas eficaces y que éstas se lleven a cabo, que no queden en un mero papel. La sensación de que se está haciendo algo nos proporciona algo de tranquilidad, pero si sólo se queda en eso, si no se toman medidas que realmente tengan sus frutos en la economía real, esa mera tranquilidad se retornará en un mayor desasosiego y en una mayor desconfianza sobre la capacidad de los mandatarios de salir de la crisis.
Pero ojo, hay que tener cuidado con las medidas que se adopten, puesto que las crisis, afortunadamente, pasan, pero unas medidas, acertadas o no, perduran en el tiempo; hasta que haya otra crisis.

LETICIA VÁZQUEZ

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