miércoles, 1 de abril de 2009

EL DILEMA DEL PRISIONERO.

Proteccionismo & libre comercio.


La magnitud que ha alcanzado la crisis económica y financiera que afecta a nivel mundial hace temer el resurgimiento de políticas proteccionistas. Es por ello que los gobernadores de distintos países han instado a sus compañeros que deben evitarse. Pero irónicamente en los últimos días se escuchan planes de gobierno contra la crisis como la cláusula “Buy American”, que insta a que los materiales utilizados en las infraestructuras americanas sean americanos. También el presidente francés ha aprobado medidas de apoyo al sector del automóvil, que sitúa en desventaja al resto de empresas del mismo sector, o las declaraciones del ministro de industria español que ha instado a los españoles a consumir productos españoles… Durante la crisis de 1929 se aplicaron duras medidas arancelarias, como la conocida Smoot-Hawley en Estados Unidos, lo que causó una espiral de políticas proteccionistas que lo único que consiguió fue agravar la consecuencia de la crisis.
La implantación de políticas proteccionistas supondría un freno a las posibles políticas encaminadas a superar la crisis y centrarnos en “defendernos” de forma individual. La economía mundial se ha normalizado completamente en un contexto de globalización por lo que el proteccionismo, en mi opinión, agravaría la situación actual y supondría un proceso de adaptación de la economía que a la larga seria más costoso que beneficioso.
Es aquí donde nace la preocupación de los gobernadores, porque saben que en cuanto un país establezca políticas proteccionistas el resto también lo hará, aunque no sea la mejor opción, como en el famoso caso del “Dilema del prisionero”, en el que aunque la mejor opción es cooperar, la desconfianza y los temores propios del contexto de actual crisis puede incentivar la aplicación de políticas proteccionistas.
Creo que esto es tan sólo el principio, pues la tensión actual y el egoísmo incitarán cada vez más a medidas e iniciativas que restrinjan la competencia y, tarde o temprano, desemboquen en un proteccionismo severo. Y esta no es la solución, pues acarreará ineficiencias, disminución de la competencia y una paralización del crecimiento económico. Espero que los gobiernos sepan mantener la mente fría en estos momentos y ante el “Dilema del prisionero” ante el que nos encontramos, se den cuenta que la mejor opción es la cooperación.

Maite Prieto Sánchez.

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