lunes, 3 de mayo de 2010

¡¡Ponga un dictador en su vida!!

Pongámonos en situación: China 1.300 millones de habitantes; con una tasa de desempleo que fluctúa entre un 4,5% y un 4% (un sueño para cualquier español); con un crecimiento económico anual de dos dígitos en los últimos años (¡¡espectacular!!); un incremento de las exportaciones exponenciales cada trimestre en los últimos cinco años; (siempre y cuando tales cifras no estén manipuladas por el régimen)…, pero con un constante control sobre la economía por parte de su sistema político, y en consecuencia la ausencia de libre mercado, y el seguimiento de la doctrina comunista. Esto último requiere una matización, ya que si bien es cierto que su sistema económico ha sido vendido como comunista, las empresas que han sufrido debido a la crisis global no han sido intervenidas por el gobierno chino, paradoja del sistema auténticamente capitalista de EE.UU. que sí ha intervenido empresas y entidades financieras.
¿A dónde quiero ir a parar? Esencialmente a una cosa, esa dictadura comunista, que es comunista cuando le interesa, consigue sujetar y aflojar el Yuan a su antojo.
Recordemos años atrás, China ató su moneda al dólar, es decir, el valor del Yuan se establecía en torno a las 8,277 unidades por billete verde, y así permaneció hasta el 21 de julio de 2005; años antes Brasil, en voz de su presidente Lula Da Silva, en noviembre de 2004 anunció la intención de su Gobierno de reconocer a China como una economía de mercado, pese que era necesario que dicha intención se reflejase y se transmitiese oficialmente a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hecho que de no realizarse podía, Brasil, solicitar plenos mecanismos de defensa comercial previstos por la OMC para protegerse de las prácticas de comercio desleal del país asiático. En palabras de su presidente y de la patronal de empresarios:
"El grado de interferencia estatal de China en su economía demuestra que el país no opera en condiciones predominantes de libre mercado"
"La intensidad de la intervención gubernamental china se refleja particularmente en su política cambiaria. Al atar el yuan a los movimientos del dólar estadounidense y desvalorizar la moneda artificialmente, China desplaza otros exportadores en terceros mercados”.
Pero un hecho era clave, Brasil cuyo principal socio comercial era EE.UU. fue desplazado por China, ya que la necesidad de éste último de materias primas convierte a Brasil en su principal socio. En consecuencia, mal que le pese a Brasil, o a todos, China se convierte en su socio, añadiendo a esto el hecho de que dichos países se encuentren en pleno desarrollo económico y empuje del bien llamado BRIC (Brasil-Rusia-India-China).
En consecuencia Brasil oficialmente reconoce a China en la OMC, así como la gran mayoría de los países industrializados, y gracias a ello se va consiguiendo muy poco a poco y por medio de la OMC, una presión suficiente para que el 21 de julio de 2005 Pekín accediese a finiquitar el anclaje de su divisa con el dólar estadounidense.
La novedad se acogió con entusiasmo. ¡China aceptaba revaluar su moneda! ¡El mundo ajustaría sus notables desequilibrios comerciales! Ilusos. En efecto, las autoridades del gigante asiático iban a dejar más margen de maniobra a su moneda, pero ese margen sería ínfimo, y bajo un férreo control. Nada de sujetarse a la oferta o demanda de divisas, que es como se altera el tipo de cambio de una divisa libremente en el mercado, sino adulterada, la evolución de la divisa es conducida y supervisada por las autoridades. Y en el caso del yuan, la mano que sujeta la divisa es muy “larga” (Fuente “El Economista”).
Por tanto, todo tipo de evolución libre de la divisa si ya era limitada, aún sería más, ya que tras la caída de Lehman Brothers, la divisa por arte de “Birli-Birloke” se detiene. Desde entonces, nada de nada. Se ha mantenido en torno a las 6,83 unidades por dólar, un nuevo anclaje que ha respondido al deseo de Pekín de defender el sector exportador en la época más turbulenta de la crisis. Y ahí sigue, en ese mismo nivel, año y medio después, en medio del enojo occidental, donde molesta sobremanera el proteccionismo cambiario chino.
Sin embargo ha habido novedades. El gobernador del Banco del Pueblo de China (BPCh), Zhou Xiaochuan, ha reconocido que la voluntad de frenar la apreciación de la moneda china, el yuan, "es parte del paquete de medidas especiales durante la crisis financiera global". Y, sobre todo, ha anticipado: "Tarde o temprano, terminaremos con estas medidas especiales". (Fuente “El Economista”)
Y parafraseando al tristemente fallecido presentador de “Un, Dos, Tres”, “hasta aquí puedo leer”. Sí, esa es toda la información dada.
Pese a ello, el mensaje de Xiao Chuan es de gran importancia, porque aunque en apariencia la moneda del gigante asiático desempeña una influencia menor comparándose con el dólar, el euro, la libra o el yen, sus movimientos son capitales para todas esas divisas y para el resto de las monedas asiáticas.
En la medida en que el yuan no se mueva, tampoco lo harán sus divisas vecinas, que no querrán perder competitividad contra China, y en consecuencia, más difícil será corregir los desequilibrios comerciales mundiales. Por el contrario, si la divisa asiática se revaloriza contra el dólar y el euro, el flujo de los movimientos de capitales y comerciales podría reequilibrarse, al tiempo que se abriría la posibilidad de que otras monedas asiáticas siguieran a la china.
Tras todo lo expuesto, debemos esperar a los hechos. Los analistas creen que Pekín reemprenderá la apaciguada apreciación del yuan, eso sí, sin prisa y con calma. Lo ven en los 6,6 yuanes por dólar a finales de 2010, un 3,3% más alto que en la presente fecha.
¿Qué les parece? ¿Qué mágico nuestro mago “Chino”? ¿Seguirá haciendo trucos de magia? O por el contrario, ¿dejará que el mercado libre maneje su divisa? La respuesta es obvia.

Santiago Vazquez Martinez

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