viernes, 28 de mayo de 2010

“TARJETA ROJA” PARA ESPAÑA

La situación crítica en la que se encuentran los mercados financieros y el sector económico está pasando factura a nuestro país y, con mayor agresividad, a la bolsa española. Esta débil situación ha provocado un abrumador descenso de nuestra la solvencia, lo que es confirmado por las poderosas agencias de calificación.

A finales de abril, vimos como la agencia de calificación crediticia Standard & Poor´s retiraba la calificación AA+ a la deuda española a l/p dejándola en AA con perspectivas negativas. Este hecho ha generado inmediatas y drásticas consecuencias en los mercados españoles, como la caída del IBEX por debajo de los 10.000 puntos y sin expectativas de recuperación. La nueva evaluación de la deuda española ha hecho saltar las alarmas de posibles ataques especulativos contra nuestro país. Lo cierto es que los incrementos de volatilidad han sido espectaculares, provocando grandes variaciones en todos los valores del mercado español. Otra consecuencia directa de esta nueva bajada del rating, por parte de S&P, es el aumento del coste de los CDS (Credit Default Swaps), al ser mayor el riesgo de impago.

Es preciso tener en cuenta que en nada ayudan los datos macroeconómicos de España para conseguir una valoración positiva de estas agencias de calificación. Nuestra tasa de desempleo está peligrosamente acercándose al 21%, el elevado endeudamiento del sector privado ya ronda el 178% del PIB, la significativa desaceleración de las exportaciones, la poca calidad de nuestros activos financieros y uno de los factores más decisivos, según el informe presentado por Standard & Poor´s, es el altísimo déficit fiscal. Concluye su informe diciendo que las difíciles condiciones económicas a medio plazo servirán para añadir más presión a las cuentas públicas de España y que, por tanto, es imprescindible tomar medidas urgentes sobre la consolidación fiscal del Gobierno.

No nos puede tomar por sorpresa este descenso en la calificación puesto que son evidentes las debilidades estructurales de la economía española que perduran en el tiempo. La decisión adoptada por la S&P es algo que ya veníamos escuchando en boca de los inversores avisando del riesgo de insolvencia de España. Se hacía latente pues, antes de la bajada del rating, la grave situación que atravesábamos ya que la deuda pública se incrementaba rápidamente y crecía cada vez más la incógnita de dónde se sacaría el dinero para paliarla.

En esta coyuntura, son las empresas las que están sufriendo la peor parte pues, tras conocer la valoración de la deuda española, los inversores también han dirigido sus precauciones hacia la deuda emitida por las empresas, saliendo especialmente peor paradas las empresas de menor capitalización.

A pesar de las malas noticias que nos llegaban desde la principal agencia de calificación crediticia, ninguna otra institución ve tan negro el panorama económico español, si bien es cierto que todas, tanto el FMI como otros países de la UE e, incluso, USA, analizan la situación de España y aconsejan poner con urgencia en marcha un mecanismo de restructuración feroz para que se pueda volver a generar la confianza de los inversores en nuestro país.

Si así no se hiciera, la imagen será la de un país a la deriva y las consecuencias serán catastróficas. Como dijo Warren Buffet: “El mercado, como el señor, ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos. Sin embargo, a diferencia del señor, el mercado no perdona a aquellos que no saben lo que hacen”.

Tania Marcos

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