lunes, 3 de mayo de 2010

EL GIGANTE Y SU POLÍTICA CAMBIARIA

Tambalea la situación de uno de los mayores países emergentes. En estos últimos meses hemos visto cómo se ha abierto el debate sobre las posibles medidas que se podrían tomar en su política cambiaria. Si analizamos brevemente los indicadores macroeconómicos del país, observamos que ha sido de los pocos países que, en estos últimos años de crisis y mientras las grandes potencias económicas mundiales presentaban resultados negativos, conseguía desmarcarse presentando unas tasas de crecimiento mayores que el resto o encabezando la lista de países de mayor superávit comercial.

El debate que hoy se nos plantea es si China debería dejar que su moneda entre en libre fluctuación. Es un tema que preocupa mucho a sus habitantes pues aseguran que, si se diera este caso, se pondría en peligro la supervivencia del sector de la exportación, principal impulsor de la recuperación y crecimiento económico del país.

Defienden la política económica que llevan a cabo y afirman que con ella están protegiendo la ingente cantidad de empleos absorbidos por este sector, lo que genera la estabilidad social que tanto necesitan. Argumentan, igualmente, que si se dejara fluctuar, en algún momento, la moneda se produciría una reacción en cadena que inevitablemente ocasionaría la reducción de sus exportaciones, el crecimiento del consumo interno y de las importaciones. No debemos olvidar, que China, a pesar de sus políticas restrictivas, ha conseguido llevar a cabo el aumento de los salarios, de la productividad y del consumo privado.

El debate está servido, unos a favor de la apreciación y otros a favor de la depreciación. Algunos economistas aseguran que si las expectativas sobre una posible revaluación fueran en aumento, los flujos de capital mundial se moverían hacia China, lo que generaría un exceso de liquidez en su economía. En el lado contrario se sitúan los que creen que sería una buena medida pues traería un equilibrio de los precios de las importaciones y exportaciones y, en consecuencia, una mayor estabilidad en los precios.

Lo cierto es que todos los desajustes y la incertidumbre que se están viviendo en el mercado cambiario chino provocan distorsiones en la economía mundial, lo que, por tanto, dificulta una recuperación mas rápida. En estas condiciones, China se ha convertido en el principal exportador de bienes a numerosos países y sin embargo no se ha incrementado su importación o demanda de bienes a otros mercados, ya que se encuentra entre los países con mayor excedente de ahorro. Como conclusión, constatamos que el crecimiento del gigante asiático no ha ayudado al crecimiento de los demás mercados en el mundo.

La solución sería llevar a cabo un gradual y equilibrado ajuste de movimientos al objeto de que no se resienta tanto, no sólo el mercado asiático, sino también el mundial.

Tania Marcos

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