lunes, 3 de mayo de 2010

USO DE RESERVAS DEL BANCO CENTRAL DEL URUGUAY PARA CONSTRUCCION DE INFRAESTRUCTURA. CONSIDERACIONES AL RESPECTO.

En el marco de una economía que reacciono positivamente frente a la crisis global de fines de 2008, se plantea “que hacer” con activos del BCU.
A principios de diciembre el presidente José Mujica manejo públicamente la posibilidad de usar una parte de las reservas del BCU en infraestructura.
La sistemática intervención del BCU en el mercado cambiario ha hecho que alrededor de 3.800 millones de dólares estén en carácter de “libre disponibilidad” (de un total de algo más de 8 mil millones de activos de reserva) lo que pone al BCU en el centro de las miradas del gobierno que siempre necesitan recursos para financiar gastos y/o inversiones.
Estos activos de reserva están mediatizados por la gestión de las llamadas “letras de regulación monetaria” pasivos financieros en pesos o unidades indexadas (que pagan elevadas tasas de interés) que el propio BCU emite como contrapartida de la compra de divisas (en un proceso que se conoce como “esterilización”)
El país debe producir a través de su BCU claras señales de fortaleza y estabilidad financiera en una economía que experimento sobresaltos en su pasado reciente (crisis financiera 2002).
Por lo tanto estos tres puntos; la disponibilidad de una masa de divisas importante; la gestión de los pasivos de corto plazo en pesos; la preservación de la fortaleza financiera que la disponibilidad de divisas asegura; nos lleva a discutir un nuevo punto, determinar el “nivel optimo de reservas”.
Recordemos que este exceso de reservas ha sido de la acumulación de divisas realizada a partir de la necesidad de sustentar la estabilidad financiera poscrisis de 2002 y últimamente, de sostener el valor del dólar. Este proceso se da en el marco de resultados fiscales que son deficitarios en un país que continua fuertemente endeudado y con la economía dolarizada. Por este motivo se debe tener cautela.
En el caso de usar estas reservas en proyectos de inversión se estarían transformando activos líquidos en emprendimientos a largo plazo “hay que hilar muy fino” sobre el retorno de esos proyectos.
Otro uso seria la posibilidad de cancelar deuda publica, mejorando su perfil y disminuyendo su costo financiero anual.
En este escenario esta la voluntad del presidente Mujica de concretar algunas inversiones en infraestructura (vías férreas y energía) o en materia social (vivienda, escuelas de tiempo completo), categorizadas como urgentes y reiteradamente aludidas como prioridades de gobierno. Pero al mismo tiempo es consciente como lo anunció en su audición en la radio M24 “no se puede descapitalizar al Banco Central, porque las reservas en un país son parte del arte de prever esos factores (de incertidumbre) que suelen aparecer”.
Por otro lado el presidente del BCU Mario Bergara que acuso recibo del mensaje presidencial y encauzo hacia la conclusión de un estudio técnico (determinar el “nivel optimo” de reservas) y los caminos legales e institucionales a partir de los cuales se podría hacer uso del eventual excedente (dialogar con el Ministerio de Economía y por la vía legal se determinara cuál es su uso mas rentable desde el punto de vista económico, financiero y social.)
Pero hay algo que aun no hemos nombrado, esta discusión de las reservas se desarrolla al inicio de otra discusión; la presupuestal, que también hace a la determinación del gasto corriente y de inversión, así como a las formas de financiar uno y otro. Lo cual permite pensar que el estudio sobre “el nivel óptimo de reservas” se habrá de procesar en paralelo.
Esta eterna “lucha ideológica” frente a la ortodoxia económica ha logrado que diversos economistas de los distintos partidos políticos admitan algún margen para apelar a esos recursos si se preservan los roles fundamentales de la autoridad monetaria y se define el nivel adecuado de reservas liquidas que hay que mantener.
El gobierno tiene un tope regulatorio definido en la nueva carta orgánica del BCU (Art. 46) que establece que el BCU solo podrá financiar al Poder Ejecutivo a través de la compra de títulos o valores de deuda publica que emita el gobierno y cuyo monto en cada año no supere el 10% del presupuesto nacional (excluidos los gastos por intereses de la deuda pública) realizado en el ejercicio anterior. Una estimación gruesa de acuerdo al presupuesto 2009 permitirá al gobierno, si emite ese titulo, acceder a unos U$S 750 millones.
Ahora hay que esperar a saber cual es el balance real del Banco Central, el “nivel optimo” de reservas a mantener, el tema de presupuesto 2010 y la voluntad política de hacer obra de infraestructura y social con recursos “excendentarios” del BCU.
Lo que si debemos ser conscientes que los gastos en obra de infraestructura y social son “permanentes”, no por el uso de estos recursos el tema se terminó. Si hay una ayuda por esta vía bienvenido sea, pero hay que buscar el camino para que siempre haya más dinero para la educación y la vivienda. Ese camino en mi opinión se llega a través del presupuesto, lo que no quiere decir que se deje una puerta abierta para casos especiales como el que se esta tratando.

Cra. Patricia Álvarez

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