lunes, 2 de marzo de 2009

¿TENDREMOS PENSIÓN NOSOTROS TAMBIÉN?

En nuestro país, prácticamente todos los jubilados y cuanta mayor edad, más acentuado, únicamente, aunque también de manera lógica, están preocupados por el cobro de su pensioncilla. Podría parecer egoísta que esos que compran hasta 10 cajas de aspirinas de una sola vez o que van a comidas gratis a cambio de su voto político, pero en realidad, todos haríamos casi lo mismo.
El sistema de pensiones actual no durará otros 30 años más, y los políticos lo saben, pero hasta el día en que la pirámide demográfica se altere mediante una inversión drástica en planes familiares y de natalidad, tal y como sucedió en Suecia hace unos 20 años, el poder decisivo por medio del voto lo tiene una población con una media de edad superior a los 70 años. Ello se debe acabar. Si no es posible que el español medio traiga una recua de vástagos por no haber dinero gubernamental que lo ampare, debemos tratar de alcanzar unos objetivos que nos desmarquen.
Por tanto, queda claro que el sistema de pensiones necesita una clara reforma, y que de no poder obtener un equilibrio entre el público y el privado, ¿qué sistema debemos elegir? ¿cuál funciona mejor?.
La inversión en el público por parte del trabajador joven y de los que en un no muy lejano futuro entrarán a formar parte del mundo laboral, resulta obvio que únicamente beneficiará a quienes se jubilan en este período o ya lo están, con lo que el ahorro aportado para esas pensiones (públicas) no serán nunca para las que las han trabajado. Por ello, no es razonable que esos que no recibirán pensión alguna por una imposibilidad de sostenimiento del sistema, tengan que acudir a la contratación del sistema privado, sino que lo más lógico, a mi entender, sería implantar la opción de elegir por un sistema u otro o crear uno mixto para, al menos, tener cierta cobertura en el futuro, como sucedió en Chile.
IRENE DE CASTRO

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