martes, 1 de junio de 2010

OPERACIÓN DEFAULT

Después de la enésima reunión de los miembros del Euro, parece que el único fin es aplazar para la siguiente convocatoria cualquier decisión que implique tomar posición. Precisamente ahora, el ser enigmático no es de gran ayuda. Próxima fecha prevista para abarcar todo lo pendiente en las sesiones anteriores: 17 de junio.
La sensación es la que, de antemano, todos conocemos lo que Europa necesita y a la vez conscientes de lo seremos capaces de asumir.
Después de la crisis financiera, ahora toca la crisis de deuda. El mercado asume que el problema ya no está tanto en la liquidez como en la solvencia. En el caso de Grecia, parece obvio que se trata de ganar tiempo para ir enfriando la periferia y evitar así que el incendio se propague en caso de producirse un fin más que factible: default o reestructuración.
Aunque España no es Grecia, la comparación es inevitable. El déficit del país heleno siempre constituyó uno de sus rasgos característicos; en cambio, es justo recordar que España cumplió en su momento con los requerimientos del Plan de Estabilidad e incluso registrando superávits en los últimos diez años(sostenibles o no). Por lo que se le puede calificar como más cíclico o inestable. Respecto a los diferenciales con el Bono Alemán ganamos la partida por goleada; para acudir a la financiación , sólo será cuestión de precio. De hecho, las últimas subastas no han llegado a su objetivo de colocación por no estar dispuestos a pagar los costes exigidos, no por ratios de cobertura. Aunque lo cierto es que, contando con unos baremos de Market Maker State de 21 Bancos para Bonos y Obligaciones y de 13 para Letras; al menos los primeros aseguran sus tramos estipulados sí o sí.
Siendo rigurosos, este argumento es un arma de doble filo; al ser un país más grande, también habrá que medir unas mayores consecuencias. Aunque muchos califican las reacciones del mercado como desproporcionadas frente al incremento del riesgo país español.
Culpar a los especuladores no es una excusa aceptable ni responsable. El mercado de los CDS contra precios de deuda soberana tampoco está resultando tan prolifero. El excesivo proteccionismo es sinónimo de resignación y no hace otra cosa más que la de retrasar el problema a perpetuidad.
No se prevé que vayamos a asistir a quiebras controladas en el corto plazo; pero tener como único recurso oxigenar a los deudores soberanos a golpe de talonario tiene los días contados. De poco me sirve de que Trichet tenga nuevas legislaciones como as en la mano. En Europa, la legislación y las sanciones no tienen carácter disuasorio precisamente. El PEC ya contempla la aplicación de sanciones para quienes superen la barrera del déficit público. Otra cosa bien distinta es llevarlas a la práctica. Cuando eran Francia y Alemania los que no lo cumplían, se flexibilizó y “pasemos un tupido velo”. Una de las ventajas de ostentar la fuerza negociadora.

Catalina Martínez

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