miércoles, 7 de enero de 2009

El riesgo de la deflación se asoma

La deflación es la caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía, grave problema económico porque al disminuir los precios y si se mantienen constantes los costes, las empresas obtienen menos beneficios y se reducen como consecuencia la inversión y el empleo.
La deflación puede desencadenar un círculo vicioso, en el que las empresas que quieran vender sus bienes acaban bajando los precios para lograr, al menos, recuperar la inversión y los consumidores, que saben que los precios seguirán bajando, prefieren esperar para comprar más barato; similar a lo que ocurre actualmente con el mercado inmobiliario. A consecuencia de este círculo vicioso, la deflación se convierte en causa y efecto de la falta de circulación del dinero en la economía, porque todos prefieren retenerlo. Al final, la economía se derrumba, dado que la industria no encuentra salida a sus productos y sólo consigue pérdidas.
La causa principal, además de la caída del precio del petróleo y en menor medida de los alimentos, hay que buscarla en la situación en la que se encuentra el consumo y en la clara recesión de la economía española. El incremento del paro, y la sensación de que le puede ocurrir a cualquiera, ha metido el miedo en el cuerpo al consumidor, que ha paralizado muchas de sus decisiones de compra. Y quien mantiene el empleo dedica su esfuerzo a ahorrar por lo que pueda pasar.
Las economías pueden luchar contra la bajada de precios recortando el precio del dinero, con el objetivo de poner más en circulación y estimular el consumo, con el fin de que la demanda crezca y la tensión haga recuperar los precios. Pero perdida la política monetaria en manos del BCE, sólo le quedaría al Gobierno español incrementar la inversión y gasto público y bajar todos los impuestos para generar consumo y actividad en el sector privado, todo ello con unos tipos de interés muy bajos.
A diario podemos observar como la deflación está empezando por las materias primas, pero continuará y se extenderá a todos los niveles. Estamos en una crisis, lo que significa menor consumo, cierre de empresas y más paro; o una larga lista de candidatos a trabajar, dispuestos a aceptar menores sueldos, y también una larga lista de empresas con capacidad productiva ociosa, dispuestos a producir aunque sea a un precio inferior.
La deflación no es más que la corrección de los excesos pasados, porque después de aumentar de manera desproporcionada los precios de determinados bienes y de que los bancos respaldaran casi todos sus activos en esos bienes inflados, la burbuja se ha pinchado y los precios de la vivienda, de las acciones y de muchas empresas están empezando a caer. En España los precios de la vivienda tienen que caer respecto al resto de bienes ya que los pisos están sobrevalorados, y deben sufrir un ajuste en sus precios.
Lo que la crisis y la posterior deflación ponen de manifiesto es que ciertas estructuras productivas se sobredimensionaron frente a otras; y por lo tanto es hora de reconvertir y reutilizar esas estructuras sobredimensionadas.
MARÍA GARCÍA OTERO

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