lunes, 12 de enero de 2009

MOROSIDAD Y RESULTADOS, UNA RELACION A LARGO PLAZO.

Muy poco de lo que se hace en banca afecta de manera tan poco controlable y durante tanto tiempo como la posibilidad de impago de las cantidades prestadas.

Veamos una puesta sobre el papel de la situación hasta hace bien poco. La media de negocio por empleado en una oficina bancaria tipo podía rondar los 15.000.000€ y podemos asumir que las partidas de inversión crediticia y de recursos administrados eran iguales (aunque lo más normal estos últimos años era que la primera supere ampliamente a la segunda) y se situaban en 7.500.000€ cada una. Con estas cifras un beneficio razonable por empleado podía ser de 100.000€ anuales (hablamos de menos de un 0,75% de margen sobre el volumen de negocio, una vez descontadas todas y cada una de las partidas de gasto incluido su propio sueldo). En estas cifras ya se descontaba el porcentaje de provisiones por préstamos dudosos.

Como vemos, hasta hace relativamente poco tiempo, el margen tan reducido que se conseguía en el negocio bancario tradicional se compensaba gracias a los amplios volúmenes conseguidos y al bajo nivel de impagos soportado que hacía que las provisiones no estuviesen disparadas (e incluso las entidades se permitían realizar dotaciones voluntarias para mejorar sus ratios de cara a los evaluadores). Estoy hablando de épocas en las que el porcentaje de mora medio en la banca española no superaba el 1% de media. Si trasladamos ese dato a los números dados anteriormente se deduce que se habían provisionado aproximadamente 75.000€ (después comentaré la forma en que se provisiona realmente que hace que esta cifra se pueda contener de momento y en la práctica fuese menor que esta cifra). Ahora tomamos un dato que muchos están anticipando: que la mora suba a un 4% o más. En este caso las provisiones por empleado en la oficina tipo ascenderían a 300.000€ (4% de 7.500.000€) y el beneficio sería inmediatamente devorado teniendo que declarar unas pérdidas de 125.000€ por empleado. Una situación de un 9% de mora que algunos pronostican y que probablemente ya se esté dando en bastantes oficinas supondría provisiones por 675.000€ y pérdidas de 500.000€.

El modelo de negocio basado en amplios volúmenes y bajos márgenes manteniendo riesgos latentes durante una vida media muy elevada hace que el negocio esté demasiado expuesto y que los resultados se resientan con demasiada facilidad.

Pero, ¿cuando se considera que una operación entra en mora? Técnicamente desde que hay impagos con más de 90 días de antigüedad, momento a partir del cual hay que comenzar a provisionar importes.

¿Y cuando y cuanto se provisiona? He de aclarar que antes he hablado de provisionar en función del % de inversión crediticia en mora, pero en realidad se provisiona en función de la clase de operación con impagos y del tiempo que lleve en esa situación, con lo que las provisiones reales inicialmente son menores. En cualquier caso a 3 años vista si que se adivinan problemas de fuertes dotaciones en caso de que no se solucione el problema estructural que tenemos en España. Esto se debe a que las operaciones hipotecarias por debajo del 80% de tasación en vivienda tienen mucho plazo para provisionar y teniendo en cuenta que su porcentaje sobre el total de créditos a clientes es abrumador supone un respiro para las cuentas de las entidades.

Porcentaje aproximado de provisión sobre activos en situación de impago.
Operaciones sin garantía real (préstamos y créditos a particulares y empresas)
Hasta 6 meses: 5%
De 6 meses a 12: 27%
De 12 meses a 18: 60%
De 18 meses a 24: 95%
Más de 24 meses: 100%

Operaciones con garantía real sobre viviendas terminadas (siempre y cuando se haya hipotecado por debajo del 80% de tasación).
Hasta 3 años: 2%
De 3 años a 4: 25%
De 4 años a 5: 50%
De 5 años a 6: 75%
Más de 6 años: 100%

Otras operaciones con garantía real.
Hasta 6 meses: 4%
De 6 meses a 12: 23%
De 12 meses a 18: 50%
De 18 meses a 24: 80%
Más de 24 meses: 100%

Además hay que tener en cuenta que aparte del coste directo que suponen las provisiones (y desde luego los fallidos en caso de no conseguirse solucionar las situaciones complicadas) nos encontramos una gran incidencia sobre la operatividad de las oficinas bancarias y de la propia entidad financiera. Los impagos pueden originarse por descubiertos en cuenta, impagos de tarjetas, de préstamos, de cuentas de crédito, etc. El hecho de que casi cualquier partida pueda ocasionar provisiones o pérdidas hace que se destine una ingente cantidad de tiempo por parte del personal de la oficina con el fin de gestionar las incidencias. Ese tiempo que se dedica a controlar la mora supone no realizar otras labores productivas con lo que el coste de oportunidad se suma a los costes directos de las operaciones que hayan entrado en situación problemática. Aparte hay que dotar departamentos específicos con el fin de controlar las actuaciones a seguir en cada momento del proceso.

Es decir la mora es un factor muy preocupante y un riesgo latente durante todo el tiempo que un cliente tiene operaciones crediticias en una entidad (hasta la empresa más solvente puede tener problemas). El propio control de ese riesgo supone un enorme esfuerzo de personas y de recursos económicos por lo que la evaluación de riesgos antes de su concesión se torna un elemento vital para la salud de las entidades financieras con el fin de tanto facilitar el control como evitar situaciones de impago.

OSCAR ANTON GALANTE

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