martes, 20 de enero de 2009

El “Vía Crucis” del Sistema Financiero.

Después de todo lo sucedido en este año recién terminado y que fue el culmen de una serie de acontecimientos negativos para la economía mundial, para este nuevo año, la banca en general se enfrenta al serio problema de la morosidad. La morosidad en España podría duplicar en 2009 (sobre un 5%, como algunos comienzan a pronosticar) los niveles de 2008, para después estabilizarse en 2010. Lo peor para el sector financiero español, pues, está por venir.

Pero antes de nada, definamos morosidad. El Banco de España considera que un crédito entra en mora, cuando transcurren más de tres meses desde su vencimiento. En los descubiertos u otros saldos deudores a la vista sin vencimiento pactado, este plazo se cuenta desde el primer requerimiento de reembolso que efectúe la entidad, o desde la primera liquidación de intereses que resulte impagada.

Según los últimos datos disponibles del Banco de España, la morosidad de los bancos españoles creció hasta 54.180 millones de euros en octubre, o hasta el 2,9% del total de los préstamos, frente al 2,6% en septiembre. Sólo en los seis primeros meses del año 2008, el número de impagados en el sector bancario rozaba el mismo volumen que en todo el anterior ejercicio (16.251 millones de euros). Y si observamos los datos individualizado cada tipo de entidad, vemos que ninguna se libra, aunque las cajas son las que peor lo llevan, ya que casi cuadriplican la tasa de hace tan solo 12 meses.

La economía española entró en recesión en la segunda mitad del año pasado. La dolorosa corrección del mercado inmobiliario y la tasa de desempleo (la que más rápido sube en toda Europa) están haciendo que los hogares españoles tengan más dificultades para pagar su deuda. A pesar de estos datos, vale destacar que el nivel de la morosidad en España se sitúa todavía muy por debajo de los valores de otros países de Europa, como por ejemplo Reino Unido, Alemania o Italia, cuya tasa media está ya en el 5%.

En este sentido, los expertos indican que existen tres índices macroeconómicos que influyen directamente en la morosidad crediticia: la inflación, los tipos de interés y el desempleo, siendo el peso del paro en este ámbito, cuatro veces superior a los otros dos factores. El incremento del número de desempleados inscritos en las Oficinas de los Servicios Públicos de Empleo, es cada vez mayor, siendo de por sí un mal dato, cuyos efectos se dejarán notar igualmente en el mercado financiero español.

Por otro lado, si consideramos que el incremento del desempleo tiene un efecto diferido en unos meses, el efecto del fuerte incremento del paro a lo largo del 2008 comenzará a "volcarse" en la morosidad hipotecaria de este año.

Todo esto unido a la crisis de liquidez que sufre desde el pasado mes de agosto el mercado financiero internacional, a raíz del estallido de la crisis subprime, ha causado, entre otros efectos, una importante restricción de créditos. La disminución del volumen de préstamos vivos (concedidos) también presiona, por tanto, al alza la tasa de morosidad.

Al otro lado del charco, las cosas aún están peor y en los Estados Unidos, el ojo del huracán de esta crisis, la desesperación de algunas familias antes sus problemas hipotecarios, llega a límites insospechables, irracionalmente algunas de ellas queman sus casas para cobrar el seguro y así de esa manera poder pagar al banco, una dramática medida, que suele costarles caro.

Pero de vuelta en España, todo esto está provocando la caída en picado de la tasa de cobertura (que se define como el porcentaje que representan los fondos para insolvencias respecto de los activos dudosos totales) de bancos y cajas de ahorro, con la consiguiente alarma. Traduciéndose en unas reducciones desde los niveles actuales del 76% (cajas) y 106% (bancos) hasta el 60% y el 90%, respectivamente. Un auténtico vuelco respecto a la situación de los últimos 10 años.

Por ello las entidades están reaccionando implantando sistemas de control que en algunos casos son complementarios a los exigidos por las normas de Basilea II y el Banco de España. Todo ello, hace redefinir el negocio bancario, ahora no es momento para maximizar beneficios, siendo las prioridades para estos tiempos de crisis, la liquidez, la solvencia y la rentabilidad, y por este orden.

Todos estos datos, se reflejan en el día a día de todos nosotros, que ya como individuales o bien como empresarios, cada vez nos cuesta más acceder a nuevas líneas de financiación y las entidades de crédito cada vez nos lo ponen más difícil para acometer nuevas (y seguramente necesarias) inversiones, o simplemente para poder complementar un poco nuestra liquidez.
ALBERTO PILLADO

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