lunes, 29 de diciembre de 2008

¿LLEGARÁ LA TEMIDA DEFLACIÓN?

De modo general se puede definir la deflación como el fenómeno contrario a la Inflación que consiste en la caída generalizada del nivel de los precios. Es el crecimiento negativo en el nivel de precios de una economía.
En España, por su dependencia energética, era impensable hace un tiempo que esto pudiera llegar a producirse jamás. Pero ahora por la caída en picado del precio del crudo, el exceso de paro, la destrucción de empleo neto, la situación de encefalograma plano en que se encuentra el consumo y la situación de clara recesión de la economía española, la inflación cae, y acecha la sombra de la temida deflación.
Desde el pasado mes de julio, la caída de los precios es tan fuerte y desconocida —en España, en la zona euro y en Estados Unidos— que para muchos es una obviedad que a mitad del año que viene los índices de precios al consumo (IPC) serán negativos aunque otros coinciden en que la probabilidad de que ese fenómeno se de, son limitadas, aunque llaman a evitar el riesgo, ya que la deflación es peligrosa, es un fenómeno que se retroalimenta y puede llevar a recesiones gigantescas. La explicación es sencilla: si creen que los precios tienden a bajar, los hogares retrasarán sus decisiones de consumo. La caída de la demanda lleva a las empresas a tener que competir en precio, que se recorta aún más. Para sostenerse, tienen que recortar empleos o salarios, limitando el poder adquisitivo de las familias e impulsando un nuevo descenso de la demanda.
Todo ello, aderezado por el hecho de que en un entorno deflacionista el recurso a la deuda sale más caro, porque el dinero a devolver en el futuro comprará más cosas que el que se toma prestado hoy. En definitiva, los incentivos a la inversión se reducen también por las expectativas de futuras caídas de precios de los productos. Una espiral de difícil salida, como demuestra el excepcional pero muy significativo caso de Japón. En occidente no se conoce desde el crack bursátil de 1929 y la Gran Depresión. Los economistas suelen reconocer que la temen mucho que a la inflación porque a la subida de precios saben cómo combatirla, pero la receta contra su caída no es tan clara.
¿Cómo afectaría la deflación a la banca? La deflación le afectaría, no solamente como un reflejo de la economía general, sino también por efecto directo de la baja de precios. Comúnmente, los bancos conceden créditos sobre garantías reales. Cuando hay deflación, ese bien pasaría a costar menos, además de que costará venderlo (no tiene liquidez). El préstamo original ahora estará en un mayor valor, así que al cliente le conviene entregar el bien (sale mejor que lo embarguen a uno), porque después de todo, el dinero el cliente lo agarró completo, y la garantía ahora vale menos.
El banco, a cambio de entregar dinero, recibe cemento, hierro y vidrio (si fuera una casa) que no puede convertir a dinero con facilidad, y si lo hiciera, recuperaría menos de lo que entregó, es decir, estaría haciendo un malísimo negocio, porque estaría incurriendo en pérdidas. También puede recibir una empresa quebrada o algún bien para administrar.
Y si un banco tiene pérdidas, quien pierde dinero es el depositante (además del banquero), por lo que todos trataremos de retirar el dinero y se producirían corridas en los bancos a cada rato

María Tejelo Gudiña.

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