martes, 23 de diciembre de 2008

Sentiremos los efectos de la deflación..?

Tras sufrir hasta hace pocos meses importantes tensiones inflacionistas por motivo de los elevados precios del petróleo, la agudización de la crisis financiera internacional, la cual ha provocado una intensa depreciación de los activos financieros, ha revertido las presiones hacia el otro lado, la tan temida deflación.

Tanto la aparición de la hiperinflación como la deflación provocan un efecto tremendamente pernicioso en el comportamiento de los agentes económicos. Mientras que en el caso de hiperinflación la extrema incerteza sobre la evolución de los precios paraliza la iniciativa de las principales decisiones económicas, en la deflación el problema surge en que los agentes económicos incorporan en sus expectativas importantes descensos en los precios en un futuro próximo, lo cual les lleva a retrasar sus decisiones de compra con la consiguiente ralentización en el dinamismo de la economía real.

La posible aparición de dicho fenómeno amenaza a la propia economía mundial, tras haberse instaurado definitivamente un proceso recesivo que ha desencadenado un estrepitoso descenso de la demanda mundial con una especial incidencia en la demanda de petróleo, principal causante de las tensiones inflacionistas hasta hace pocos meses.

Para identificar la propia existencia de la deflación no se comprueba tanto la evolución del Índice de Precios de Consumo (IPC) sino más bien en la senda que toma la inflación subyacente, indicador en el que se descuenta la contribución de los componentes más erráticos del índice de precios como son los bienes alimenticios elaborados y los productos energéticos.

Cabe destacar que este problema de precios no presenta el mismo perfil en todas las zonas económicas. Sin ir más lejos, en la zona euro se está produciendo más bien lo que conocemos como desinflación, donde la retracción de la demanda no ha sido tan intensa y la depreciación de los activos financieros no presenta tanta profundidad como al otro lado del atlántico.

Ante la posibilidad de entrar en deflación, las principales autoridades monetarias han revertido claramente sus políticas de cara a afrontar un escenario recesivo en el que tanto la restricción del crédito como la depreciación de los activos financieros está afectando en exceso al normal desarrollo de la economía real, por lo que se presume fundamental evitar que se acabe por establecer en la mente de los agentes dichas expectativas deflacionistas

El llevar a acabo una política monetaria excesivamente expansiva sin que se alcancen los objetivos deseados puede avocarnos a la llamada trampa de la liquidez, situación en la que la política monetaria deja de ser efectiva, debido a la existencia de un tipo de interés excesivamente bajo, hecho que elimina en el futuro cualquier posibilidad de maniobra en este ámbito de la política económica.

Por esta circunstancia se presume necesario combinar bajadas de tipos de interés con aumentos en el gasto público con la única intención de reactivar la demanda efectiva en la proporción adecuada con la que driblar al tan temido proceso deflacionario.

Recientemente la FED ha bajado los tipos de interés a niveles próximos a cero lo que se podrá traducir en un notable incremento del dinero en circulación, con su correspondiente traslación en subidas de precios, no obstante, la persistencia de los temores de deflación puede provocar un descenso de las transacciones con una especial incidencia en la propia rotación del dinero con lo que el efecto inflacionista de inyección de dinero en la economía quedaría completamente anulado.

Que el sistema funcione depende de que se produzca una importante demanda de liquidez por parte de las entidades financieras y que, de alguna manera, estas sean capaces de trasladar a los agentes económicos no solo estos recursos económicos sino la percepción de un escenario de tipos bajo en el futuro próximo, hechos que les permitirían a los agentes económicos poder ahuyentar de su percepción la mera posibilidad de que se produzca la tan temida deflación, y que, junto a una política activa de gasto público, se consiguiese finalmente reactivar el flujo circular de la renta y sacar así a la economía de una situación recesiva.

Fecha: 22 de diciembre de 2008
RUBÉN VÁZQUEZ

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