lunes, 29 de diciembre de 2008

¿LO PEOR ESTÁ AÚN POR LLEGAR?

Mucho ha sido criticada en los últimos meses la política llevada a cabo por los distintos gobiernos consistente en nutrir de liquidez a la banca pero la realidad es que si el dinero no llega a las empresas y a las familias la crisis actual puede derivar en una severa crisis deflacionista. Por ello, es necesario llevar a cabo medidas coordinadas desde las distintas administraciones para conseguir acabar con el riesgo de inflación.

La Reserva Federal Americana ha llevado a cabo una política de reducción de tipos de interés y tras ella han hecho lo mismo todos los Bancos Centrales. Con esto lo que se busca son dos objetivos claros por un lado evitar la recesión pero al mismo tiempo evitar que se produzca una crisis deflacionista. Para evitar que estas situaciones se produzcan tanto la política fiscal como la monetaria deben contribuir al crecimiento económico de los países donde se implantan.

El presidente de la Reserva Federal Americana cree que la deflación es consecuencia de un desplome de la demanda agregada derivada de una contracción monetaria que se produce debido a una caída de la velocidad de circulación del dinero.

No se pueden ignorar los costes e implicaciones de la deflación. En una situación deflacionista el coste del endeudamiento se incrementa lo que dificulta el consumo y la inversión, además hay que tener en cuenta que las peores consecuencias de este incremento en los costes son para aquellos que se endeudaron antes del comienzo de la deflación.

Cuando los tipos de interés son próximos a cero el Banco Central carece de margen de maniobra lo que hace que la confianza en los agentes económicos desaparezca ya que los ciudadanos ven como la autoridad monetaria se vuelve inútil.

Según el presidente de la Reserva Federal contra la deflación lo que se debería hacer es:
- reducir los tipos de interés hasta que estos estén siempre próximos a cero.
- Comprar bonos del Tesoro para conseguir mantener los tipos de interés en el largo plazo en niveles reducidos.
- Comprar títulos de renta fija privada.
- Depreciar el tipo cambio de la divisa.
- Si es necesario se deben recortar los impuestos a las familias y a las empresas.

Además para que el mecanismo de transmisión monetaria no quiebre resulta necesario garantizar la confianza en el sistema bancario evitando que quiebre consiguiendo eliminar de este modo el riesgo sistémico.

Por otra parte existen otros autores que defienden que la reducción de tipos de interés no es la solución a la deflación por eso, es necesario emitir dinero nuevo por el Banco Central destinado a adquirir activos de mala calidad de las entidades financieras.
En los últimos años los activos reales y financieros, las materias primas y un sinfín de productos han visto incrementado sus precios sin que esto tuviera una transmisión real en el IPC. Está situación de inflación generalizada que algunos veían como normal ha hecho que ahora se necesite que los precios de estos productos entre ellos la vivienda desciendan porque es la única solución para acabar con su sobrevaloración.

Otra posible consecuencia de la deflación es la posible quiebra de las entidades financieras dado que los depósitos de los ahorradores están respaldados por los activos de la banca y si el precio de estos activos está sobrevalorado las entidades tendrán más deudas que créditos y como consecuencia de esto la banca se volverá insolvente.

De ahí la explicación a que muchos gobiernos e incluso los Bancos Centrales compren activos de la banca a precios inflados.
La solución a todo este problema pasa por incrementar el ahorro y ajustar los precios relativos, para que reflejen en la medida de lo posible la realidad.

Mª Esther Gallardo Trillo.

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