viernes, 5 de junio de 2009

Digiriendo las deudas.

La situación económica actual no tiene mucho que ver con la de años anteriores. El sector financiero encargado de conceder préstamos para la creación de hipotecas se ha visto arrastrado por la explosión de la burbuja inmobiliaria, ante la pasividad del Estado, hallándose este impotente con la situación.
El mercado se encuentra sobredimensionado, por ello, los ajustes necesarios se están trasladando al mercado hipotecario. El modelo de hace no muchos meses de concesión de préstamos e hipotecas con garantía de casas sobrevaloradas y por encima del endeudamiento permitido con lo que adquirían todo el lote, no existe actualmente.
Bancos y cajas que no pueden frenar el aumento de la morosidad tienen que aumentar las garantías ajustando el valor de mercado de los inmuebles y reduciendo el porcentaje del préstamo concedido con respecto al valor real de la garantía.
Por otro lado, al ser las normas principales que rigen este mercado de hace más de veinte años, el Estado empieza a tomar cartas en el asunto aprobando por el Consejo de Ministros un Real Decreto de reforma del mercado hipotecario con la intención de mejorar los mecanismos de financiación de las entidades de crédito, eje principal de todo este movimiento.
Las empresas que realizaban sus actividades alrededor de la construcción de viviendas se hallan en una situación muy complicada. Por un lado, el endurecimiento del crédito y por otro, al producirse una bajada de precios de aquellos activos que se han quedado las financieras por el impago de la deuda y están siendo ofrecidos al mercado con buenas ofertas para compradores pero no para las propias inmobiliarias, competencia actual de antiguos aliados.
El cierre empresarial está haciendo mucho daño, básicamente por la pérdida de empleos, no par la perdida del capital invertido. Esta actividad se caracteriza por poseer un apalancamiento financiero elevadísimo; las entidades financieras asumían la mayor parte del riesgo, al financiar construcción y promoción, y a los propios clientes del sector con la posterior venta del inmueble con la susodicha hipoteca debajo del brazo.
El ajuste necesario se está realizando, y el mercado tiene que ir digiriendo el empacho de antaño.

Manuel García

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